Sobre la inteligencia humana
(1983)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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27 Merab Mamardatsjvili
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Yo discrepo con ambas teorías. Para mí las personas no son una tabula rasa. Supongamos que un determinado sistema social pudiera crear, por medio de un condicionamiento especial, un tipo específico de personas, de una forma muy parecida a como se programan ciertos productos, como el rendimiento específico de la construcción y el funcionamiento de una máquina. ¿O acaso los venezolanos siguen un camino que se basa en diferencias genéticas entre las personas que preexisten a priori y las individualizan a lo largo de toda la escala de su dispersión en el espacio y en el tiempo? Me refiero, claro, al espacio y al tiempo de la 'geografía humana'.
Para mí, las personas no están precondicionadas o individualizadas a priori ni social ni genéticamente. Hablo en términos del denominado 'sistema racional', articulado exteriormente a la 'cualidad' interior del receptor y, por tanto, visible en todas sus articulaciones para un observador absoluto; el cual, según cabe suponer, puede entonces reconstruir y reproducir, o incluso reiterar, reflexivamente sus acciones.
Lo cierto es que los sistemas vivos no son de este tipo. Esencialmente contienen un elemento histórico irreductible. La historia del sistema se inscribe por sí misma. Envuelve o complica muchas cosas hechas concretamente por el individuo motu proprio, ya sea un niño de cinco meses o un adulto maduro con sensibilidad consciente.
Porque, en realidad, eso es lo que ocurre. Las interpretaciones simbólicas y las asimilaciones operativas del mundo exterior llegan a constituir una especie de conjunto de jeroglíficos que entrañan valores, sentidos, significados, mundos posibles y, un aspecto que es de suma importancia, canalizan las fuerzas autoconstructivas del individuo humano.
Por simplificar, llamémoslo subjetividad. Lo que intento decir es que esta subjetividad, con su elemento histórico irreductible, va incorporada significativamente a la conducta del individuo. ¿Poseemos medios para, a la manera de un rayo láser conceptual, alumbrar las profundidades del alma?, ¿ese campo minado de síntomas genéticos del que sabemos tan poco?
El fenómeno de la consciencia en el sentido ontológico o husserliano se preseñta a sí mismo como multidimensional, tal como tratamos nosotros esencial e inevitablemente los fenómenos de esta índole. Nos movemos en muchos niveles de comprensión del mundo, confeccionado de antemano en contraste a un conjunto de sueños personales acerca de la realidad. | |
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Se nos ha planteado un falso dilema. O lo reducimos todo a la fuerza formadora del medio social, en cuyo caso asumimos una infinita plasticidad y un vacío homogéneo interno en los seres humanos, o intentamos descubrir predatos discriminatorios e individualizantes en los códigos genéticos biológicos.
Evidentemente, todo esto es imposible. En el caso de la genética, nos damos cuenta de que la principal dificultad se encuentra en la naturaleza del receptor y no en la estructura de los transmisores del código. Lo mismo ocurre con el problema de la formación social.
Los resultados po se derivan de la estructura conocida de los estímulos. Permanecen indeterminados. Venezuela puede instituir una escuela y un programa destinados a producir exciusivamente genios. Pero cuando acabe el curso, los estudiantes podrían perfectamente desechar todo lo que han aprendido. Todo el mundo puede convertirse en el padre de una secta del amor, como ese grupo de americanos de la Guayana.
Por supuesto, también podría suceder lo contrario.
Al parecer, hay mucha gente que imagina que es posible medir positivamente la inteligencia o que se puede calcular qué grado alcanzará el desarrollo intelectual de las personas.
Bueno, de eso trata el programa venezolano.
Muy bien, dígame: ¿Cómo se puede medir la mente humana en profundidad?, ¿cómo medir la cohesión espontánea por medios culturales que se produce en las áreas autoconstructivas de los mundos posibles, o de las interpretaciones y los símbolos naturales?, ¿cómo encontrar o localizar un gene de la cultura, especialmente si tenemos en cuenta la importancia de la libertad y de la dignidad humanas, o los significados espirituales superiores? Por suerte, no es posible.
Las neuronas de la inteligencia humana...
Sí, afortunadamente no es real, no existe. Si la humanidad fuera eso, yo me excluyo de ella. Porque en la humanidad que conocemos y a la que pertenecemos, las leyes y la comprensión de los procedimientos naturales se basan en la libertad. Somos libres en el sentido de que cada individuo tiene que actuar. Y esta actuación no está predeterminada ni social ni genéticamente.
Si se localizara un gen de la inteligencia, podría resultar peligrosísimo. Conduciría a una concepción del hombre manipuladora, pro- | |
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teccionista y protectora. El filósofo inglés J. Bentham ya pensaba que por medio de la influencia social sobre el individuo se podía crear un tipo específico de personas. Interpretó los acontecimientos de la Revolución Francesa como la ocasión soñada de poner en práctica una teoría racional del hombre, el triunfo definitivo de una idea, la oportunidad real de crear un hombre nuevo, sabiendo cómo están construidos el medio social o el medio ambiente y su influencia. El plan consistía en rehacer al hombre en una especie de panóptico universalizado. Así, según cabe suponer, se conocía la idea racional de cómo debería funcionar la nueva sociedad y, por tanto, habría un ciento por ciento de posibilidades de alcanzar los resultados deseados.
Jeremy Bentham expuso estas ideas en un panfleto. Como era un filósofo utilitarista, se dirigió a la Asamblea Revolucionaria Francesa. Sin ninguna duda, pensaba que sus sugerencias eran importantísimas para el arte de gobernar y para el posible éxito de ese gobierno. Pero en el siglo XX quedó demostrado que, en realidad, muchas de esas ideas podrían resultar bastante totalitarias.
Lo que creía, entonces, era que si se construye un medio nuevo se obtendrán personas nuevas.
Sí, y desde mi punto de vista, es una ontología totalmente errónea. Su imperfección se hizo evidente cuando Marx, Nietzsche y Freud desarrollaron sus estudios.
Me parece imposible que hable usted de ellos a la vez.
¿Por qué?
Porque creo que son importantísimos para lo que estamos discutiendo.
Por supuesto. Fue Marx quien formuló la siguiente cuestión: ‘Puede que los educadores eduquen a las personas; pero, ¿quiénes son estos educadores?, ¿quién les educa a ellos?’ Posteriormente, en cierto modo, este planteamiento se perdió en el laberinto de la ontología marxista, la cual retrocedió al mesianismo iluminista y proteccionista de la inteligencia. Pero a pesar de todo, sigue siendo una cuestión muy pertinente, desde luego.
Desgraciadamente se perdió, pero debo decir que este pensamiento define con toda exactitud cuál es nuestra modernidad en lo que respecta a la forma en que entendemos actualmente (me refiero, por supuesto, al pensamiento filosófico más refinado) el lugar de | |
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la racionalidad o de la inteligencia dirigida autoconscientemente en el orden del mundo, al personificarla en 'tutores'. En Rusia llamamos a esto 'intelligentsia'.
La misma noción marxista del 'Menschliche' o 'allzumenschliche' la planteó Nietzsche al referirse al 'Ubermensch' o a la vida como una fuerza vital y sin tener ninguna forma predeterminada. La vida no estaba dirigida por la voluntad del hombre. Por tanto, denominándole 'Übermensch', aludía a que es un símbolo, que indica que existen tensiones en cada individuo, en el interior de cada psique, cuyo fin es superar nuestra situación humana. Esto exige una participación activa del hombre mismo. Que tiene que hacer algo consigo mismo, no con los otros. Y hacerlo personalmente. Esa es la misión del 'Übermensch'. La noción del 'Übermensch' de Nietzsche es el símbolo de esta tensión que debe existir en el hombre. No se debe tomar en el sentido de una denominación naturalista de algún tipo antropológico realmente existente. Es una tensión entre su posición humana, que es sólo humana, y este fin que es saltar de cada uno de sus estados humanos finitos. En realidad, el resultado será algo que yazca entre los dos, o un hombre cartesiano formado por una materia metafísica que se encuentra entre el ser o Dios y la nada.
Freud también planteó algunas de estas cuestiones. ¿Cómo se puede curar al hombre? No mediante la comunicación de la denominada verdad a través del psicoanálisis, que preexistiría entonces a la experiencia. El hombre debe incluirse en nuevas experiencias conscientes, que no pueden ser predichas ni por la medicina, los doctores o los psicoterapeutas, ni por el paciente mismo. Esto significa que existe una fuerza ontológica libre de conciencia. Y no se la puede medir ni dirigir en una dirección especial o deseada.
Tal vez recuerde lo que dijo en cierta ocasión el físico danés Niels Bohr; que es un error pensar que el psicoanálisis estudia el inconsciente o algo que existe realmente en la profundidad de nuestra alma; el psicoanálisis no es un estudio de algo que existe en la profundidad de nuestra alma. Es una creación de las condiciones del paso del hombre a una nueva experiencia de conciencia, una fuerza curativa que se encuentra en esta nueva experiencia y no en el conocimiento que posea un doctor o un psicoanalista. Esta es una ontología muy diferente.
No obstante, las verdaderas ciencias psicológicas, la filosofía y las ciencias educativas, mantienen todavía una línea tradicional desechada por los filósofos más perceptivos. Siguen hablando de influencias del ambiente organizado por alguien, quien supuestamente | |
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sabe. Pero, ¿qué educador sabe en realidad? ¿Cómo podemos confiar en el educador? ¿Dónde se encuentra esta divina omnisciencia? No existe. Somos libres y Dios es inocente.
¿Los educadores? ¿Y qué me dice de los políticos? Arnold Hutschnecker, que fue psiquíatra de Richard Nixon, escribió un libro en el que hablaba de someter a los políticos a una serie de pruebas antes de que entren en la Casa Blanca, igual que se hace con los individuos que van a ocupar un alto puesto directivo. Pero, como observó irónicamente Ronald Laing: ‘¿Y quién examinará a los examinadores?’
Por supuesto. ¿Quién puede asegurar que los diseñadores de estas pruebas están cuerdos?
Al parecer, Abraham Lincoln era emocionalmente inestable, igual que Jimmy Carter; pero la historia ha convertido a Lincoln en un gran presidente y seguramente no ocurrirá lo mismo con Carter.
Estoy seguro de que Albert Einstein habría sido incapaz de superar cualquier prueba, no sólo para acceder a la presidencia de los Estados Unidos, sino para adquirir el título de científico con talento. Incluso fue un niño retardado. Si midiéramos, por ejemplo, la rapidez, la velocidad de asociaciones, sobre criterios biológicos, Einstein habría suspendido las pruebas más elementales. Su memoria no era superior que la de cualquier otro matemático o especialista.
Es posible que descubriera la teoría de la relatividad por puro accidente.
¿Al azar? No, no creo en ese tipo de accidentes. Es imposible pensar que la creación del ojo humano, un órgano sumamente complicado, en cierto sentido un órgano arquetípico, se deba a la acción, al azar, de muchísimos factores independientes.
¿Supongo que no creerá que algún dios o ayatollah tiene algo que ver en ello?
No, no. Pero tampoco creo que el ojo fuese creado por puro azar. Simplemente, no podemos comprender cómo se formó. El pie, la pezuña de un caballo es asimismo una creación arquetípica de la evolución. No se puede recurrir a la fuerza de millones de átomos independientes unos de otros y llegar a la conclusión de que por una ley estadística, o al azar, se formaron un ojo o la pezuña de un caballo. Los biólogos modernos intentan elaborar algunos con- | |
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ceptos tipológicos sobre las líneas directivas de la evolución. No en el sentido de que hay algún dios detrás de todo esto.
Pero hay que señalar una cosa, y es que el azar, cuando nos referimos a órganos humanos importantes como el ojo, no es lógico. O tomemos, por ejemplo, el ala de un pájaro. No se puede aplicar un esquema estadístico a la creación de un ala.
Erwin Schrödinger, uno de los defensores más conocidos del pensamiento estadístico en física, en cierta ocasión se descubrió vacilando entre elegir el lamarckismo o el darwinismo. En el sentido de que si bien aceptaba la teoría de Darwin y no la de Lamarck, también creía que era cierto que el individuo, por su propia función y actividad, crea un campo en el que puede ser favorecido por la selección, así que obedece a leyes genéticas y no lamarckianas. Y esto no significa que la teoría de Lamarck sobre los mecanismos de evolución orgánica sea la ideal y la única, y mucho menos que la experiencia del individuo sea heredada. Esto está muy lejos de ser cierto.
La genética es la genética de los genes. Luego está la selección. Por tanto, la teoría de Darwin es correcta. Pero existe también un factor que no debemos y no podemos olvidar. Erwin Schrödinger habló de estas cuestiones en una serie de conferencias denominadas 'Mind and Matter'Ga naar voetnoot(1), que pronunció en Londres en la década de los cincuenta. Dio un famoso ejemplo: las condiciones de la montaña parecen favorecer la supervivencia de las plantas que poseen un denso follaje. Según Schrödinger, parece ser que estas plantas se desplazan hacia la montaña, con el fin de ser favorecidas en la selección por la supervivencia. Y lo mismo ocurre con el hombre: se debe hacer algo, emprender algún esfuerzo personal. Por eso, cuando se dice que el hombre es una tabula rasa o es genéticamente diferente, yo no estoy de acuerdo.
Según parece, existen tantos seres humanos diferentes como huellas digitales. Sin embargo, el ser humano no es un completo enigma.
No, seguramente no lo es.
No obstante, somos incapaces de entender la 'máquina', el cerebro, la sala de control.
No estoy muy seguro de que la cuestión del misterio humano se relacione con el cerebro. | |
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Pero, ¿no es el cerebro todo lo que tenemos para ser, para actuar, para vivir?
Cierto.
Entonces, ¿estará de acuerdo en que es el centro del hombre?
No, no estoy de acuerdo. No en un sentido filosófico.
Quizá. Pero, después de todo, la filosofía es simplemente un pasatiempo, una especie de lujo. A la hora de examinar al hombre, tenemos que atenernos a los hechos biológicos, incluyendo la neuroquímica del cerebro y su modo de funcionar.
Ahora mismo, está usted moviendo su mano al hablar, ¿Cómo lo hace?
Por medio de un impulso dirigido desde el cerebro.
La forma en que mueve su mano es un misterio. No se puede incluir en un esquema científico del mundo. ¿Quiere decir, entonces, que mueve su mano por medio de un acto mental?
Sí.
Muéstreme lo que mueve su mano.
Pero usted mismo está moviendo sus propias manos.
Claro que lo hago. Pero también lo hacía Descartes. Sin embargo, era lo bastante honesto como para decir: ‘Aunque tengo las señales que tengo, ya que son las únicas que conozco, no puedo explicarlas.’ En otras palabras, Descartes se dio cuenta de que las señales estaban ahí, pero no podía darles una explicación. Creía en la mente y en la materia. En el movimiento de la mano se da una combinación de las dos, mente y materia, de una forma bastante ininteligible. Existe, es un hecho cierto. Pero, por medios inteligibles, no podemos situar estos fenómenos en el esquema físico del mundo.
Lo siento, pero sigo creyendo que el conocimiento del cerebro es esencial para la supervivencia de la especie humana; y aunque los venezolanos estén tratando este tema sólo muy superficialmente, tengo la impresión de que van por buen camino. Creo que es fascinante el que José M.R. Delgado y su equipo hayan descubierto, por ejemplo, que es muy posible que la televisión produzca cambios en la neuroquímica del cerebro, afectando así al marco | |
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de referencia de los espectadores, sin que éstos se den cuenta de ello en absoluto.
No es una casualidad que el profesor Delgado hable de la televisión. ¿Qué es la televisión? Es un artefacto creado por el hombre. Puede que sea bastante cierto que afecte a los procesos químicos; pero, ¿por qué no dice usted lo mismo del signo o la imagen solar del mundo? Pero no tomado en un significado intelectivo, sino como una máquina material, un estilo, que nos contiene a nosotros y a nuestro mundo posible en su productividad de artefacto. Es muy semejante a la rueda, que una vez que se inventó y arraigó en nuestro espacio cultural se ha convertido en el horizonte de toda nuestra locomoción en la Tierra, de todo lo que podamos imaginar a medida que convertimos nuestros esfuerzos físicos, diminutos y finitos, en un movimiento eficaz. Y, ¿de dónde procede? El hombre está en contacto con ello, como lo está usted con la televisión. ¿Qué es lo que se creó en el terreno que hay entre los dos, entre el hombre y el artefacto? ¿Qué es lo que se crea en el campo de los jeroglíficos corporales, a los que me referí antes? Esto es lo que deberíamos estudiar para comprender inteligentemente lo que pasa, en lugar de presuponer genes o una educación todopoderosa. Ambos enfoques están equivocados.
Como filósofo, no creo en esos estudios con los que aparentemente investigan en Venezuela la formación de la inteligencia. Tal vez me equivoque, pero no creeré en ello hasta que cambiemos las bases de nuestros criterios intelectuales e inventemos un medio de emprender un camino que nos conduzca a la creación de nuevos esquemas conceptuales, que remplacen a los antiguos. Estos ya no nos sirven.
Descartes fue muy sabio cuando dijo que el esquema intelectual denominado ciencia sólo puede proporcionarnos un conocimiento intelectual de los objetos espaciales, pero no de sistemas hereditarios y vivos.
Pero, ¿de dónde procede esta fuerza que hay en nosotros?
Soy muy consciente de que existe esta fuerza en nuestro interior. Pero no quiero tratarla místicamente. Y no puedo tratarla científicamente. Por tanto, prescindo de ella. Es un misterio. Spinoza expuso el mismo punto de vista. Filosóficamente, la materia no puede actuar sobre la mente y la mente no puede actuar sobre la materia. Esto es lo que llamamos dualismo. Es también un reconocimiento honesto de las consecuencias de las ciencias, tal como las hemos creado. | |
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Para dar un paso, debemos descubrir métodos objetivos, ¿para estudiar qué? La interacción entre el hombre y sus artefactos, que son históricos y culturales, que son de hecho todos los objetos de nuestra inteligencia.
Pero, ¿qué me dice de esos espacios vacíos y sin fin entre hombre y hombre?
Eso se relaciona con la imagen simbólica del mundo, con ese tipo de artefactos mediante los cuales o en la intersección de los cuales, en el momento en que yo estoy en contacto con cualquier otro hombre, creamos juntos. Esta es, después de todo, la única empatía o intercomunicación posible.
Hasta donde podemos recordar, los padres y los profesores han tratado sin ningún cuidado a los niños y con mucha frecuencia han perjudicado sus vidas. Generación tras generación se han repetido los mismos actos de aficionados y las mismas idioteces. Al parecer, los venezolanos están intentando salir de ese círculo vicioso.
Sí, las relaciones interpersonales son esenciales. En Estados Unidos se realizan estudios de psicología transpersonal, el estudio del cambio en las etapas de conciencia. También existen investigaciones sobre el período crucial que va de los cero a los seis años, lo que significa que se creará algún tipo de experiencia para estos niños.
En Venezuela se enseña a las madres y a las mujeres embarazadas lo que no deben hacer con sus hijos.
Sí, pero no me refiero a la experiencia que se resume en estudios basados científicamente para dar de mamar o no a un niño que llora. Eso, claro está, es importante. Pero lo que es sumamente significativo es la relación entre el niño y los símbolos que se determinan por medio del lenguaje. Porque al niño se le ahoga en un océano de símbolos, determinados en el lenguaje o en el ambiente de la charla, del habla y de muchas otras cosas. ¿Qué es lo que se va formando a través del hecho de que esta cuna sea horizontal y no vertical, aunque biológicamente se pueda imaginar una vertical o viceversa? Hay muchos misterios de este tipo y queda mucho por estudiar.
Evidentemente, no participamos lo suficiente con el niño en la formación de esta concepción del mundo, en cómo se crea éste y en cómo se crea el propio niño. Tomemos, por ejemplo, las denominadas formaciones de fantasía, que se estudian por medio del psicoanálisis. ¿Por qué hay un orificio en el cuerpo de una niña | |
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donde en el niño existe un pene? Quiero decir: ¿Cómo se enfrenta el niño a este hecho y lo asimila en su mundo? Ese es el punto de ebullición de la inteligencia. Se puede influenciar y quizá orientar a un niño para que sea más sabio que antes; pero debemos saber qué estamos haciendo y sobre qué estamos actuando.
Está usted descargando un torrente de pensamientos.
Bueno, puede que Delgado y los demás descargaran algo de polvo en su mente.
¡Qué peligrosos son para la mente de un niño los absurdos ilusorios, esos cuentos de hadas como el del lobo que se tragó a la abuelita! Creo que es suficiente para crear un trauma perpetuo.
La verdad es que esas cosas pueden tener efectos equivocados. Los cuentos de hadas se basan en un deseo, en un mundo de ensueño que, por supuesto, no existe. Pero eso no significa tampoco que podamos adaptar las fantasías de un niño a la verdad, tal como la conocemos y que le hagamos acomodarse a ella.
Yo pienso que una de las cosas que más nos han despistado fue la aplicación de la psicología adaptativa, especialmente tal como opera en Estados Unidos. Su objetivo es ayudar al individuo a adaptarse al ambiente, lo que supuestamente es sano. La concepción de Freud era diferente. Era una idea revolucionaria; consistía en dejar que la persona se desarrolle por sí misma y que luego se adapte. Era como decir que te doy un poco de antinomia de un tipo cuasikantiano, como lo formuló Dostoievski. Hay que estar loco para creer eso, para imaginar y ver eso claramente; debemos volvernos locos para creer eso, para imaginar y ver eso claramente.
Me resulta difícil seguirle.
La diferencia entre varón y hembra no existe en el sentido en que hablamos ahora. Se le puede decir a un niño: ‘tú eres varón y ella es hembra’. Pero para este niño, esto no es un hecho. No existe. No hay forma de comunicar tales conceptos. El niño tiene que descubrir el hecho, que establecerlo. El hecho se comparará mediante las fantasías, mediante el ciclo de actividad. Tiene que establecer, mediante las fantasías, de dónde proviene su pene o cómo es creado. Entonces descubre que es varón. No hay manera de comunicar al niño nuestro conocimiento desde un punto de vista exterior. No se le puede educar así. No hay forma comunicativa de transferir concepciones como varón y hembra. | |
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Los venezolanos cogieron sesenta niños indios y, con el método Sazuki, les enseñaron a tocar el violín en tres meses.
Eso es lo que me temía. En general, la teoría más aceptada en educación es que se tienen unidades de lenguaje. El niño las aprende de manera lineal, pasando concepciones de un punto a otro, mediante la experiencia que adquiere. Por supuesto, la forma en que el niño aprende el lenguaje en la edad crucial, que va de los cero a los seis años, es un gran misterio. Es una paradoja matemática. No es posible pasar linealmente por estas unidades. Las unidades del cerebro no son suficientes. Si se compara el tiempo dado al niño, éste no tiene posibilidad de pasar por todas estas unidades. Pero el hecho es que habla y adquiere la capacidad, por medio de la experiencia. Eso es lo que se debería estudiar.
Pero antes deberíamos vaciar nuestras mentes, dejarlas en blanco y desembarazarnos de todas las teorías heredadas.
Pero, al menos, el doctor Machado lleva a los venezolanos a romper con el pasado.
Sí, pero faltan las herramientas apropiadas. No poseemos el conocimiento para hacerlo. Porque, a menos que empecemos desde cero, no tendría sentido. Esta es una forma de pensamiento muy antigua, pero es lo que se necesita. Después de todo, la filosofía surge del asombro.
El perpetuo Aha-Erlebnis.
Me asombra que exista algo como verdad, justicia, belleza, porque en realidad no debería haber sino caos. A veces hay verdad. A veces hay belleza. A veces hay justicia. Es realmente asombroso. Porque lo normal es que sólo hubiese mentiras, fealdad y lucha anárquica por la supervivencia. A pesar de toda nuestra estupidez, sigue habiendo algo. Debemos volver a estudiarlo todo, a reexaminarlo. ¿Por qué queda todavía algo y no nada? Quiero decir: ¿Por qué hay no sólo caos y dispersión? Nada es normal. Ser, no es normal. Cuando se ve la verdad se sabe que es la verdad. Cuando se ven la justicia o la belleza se sabe que son justicia y belleza. Se reconocen.
Pero, ¿como lo 'vemos' lo planeamos?
Ese es el verdadero milagro de la historia del hombre. En realidad, no se puede matar al hombre. Aunque estamos haciendo absolutamente todo lo posible para aniquilarle. | |
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Nuestro objetivo debería ser reorientar nuestros cerebros, vaciarlos de todas las teorías anteriores y concentrarnos en las capacidades de los seres humanos individuales, en sus relaciones con los lenguajes, con los artefactos, con nuestros horizontes. Independientemente de lo que inventemos, deberíamos descubrir la 'rueda'. Después de todo, la rueda fue un invento muy antiguo. Lo cierto es que estamos dentro de la rueda. No hemos inventado nada realmente nuevo desde entonces. Pero el horizonte de nuestras posibilidades se agranda constantemente. Ahora nos movemos o tratamos de movernos por medio de campos magnéticos o colchones de aire en lugar de ruedas. Se está creando otro horizonte cultural. Habrá otros seres humanos. Habrá una diferencia de cualidad entre ellos, quiero decir, en las tradiciones de los nuevos seres. Se producirán cambios significativos en el viejo hombre, y así es, en el fondo, como el hombre se crea. |
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