Pero, ¿qué ocurre con nociones como amor, alimento, ambiente, etc.?
Bueno, es difícil de explicar; en gran parte, porque entraríamos en el campo de la electropsicología, por ejemplo. La terminología es complicada. Digamos que la relación entre el mundo exterior y la conciencia humana es la mística, la fantasía, la religión, los misterios de su manera de interactuar.
Pero no olvidemos que un niño no es un objeto pasivo, sobre el cual el mundo exterior actúa de forma unilateral. Es una criatura que funciona activamente. El término básico que deberíamos utilizar es en realidad acción, conciencia, la psique del cerebro.
Y añadamos a eso la memoria.
La memoria se desarrolla, madura, cambia, por el influjo de la acción. Es evidente.
Pero los padres y los profesores programan los cerebros de los niños como verdaderos aficionados, por así decirlo, sin saber nada sobre el cerebro y sus funciones, y mucho menos sobre sus hechos biológicos.
Sí, así es. Se puede impedir que el niño se convierta en una persona. La verdad es que se puede hacer mucho daño. Los americanos hablan de educación escondida o latente, como si el niño fuese pasivo.
¿Cuántos siglos hace que repetimos los mismos errores o los mismos absurdos, tratando los cerebros de los niños sin saber lo que estamos haciendo?
Tiene razón, es ciertamente un círculo vicioso. Al menos, esa es la situación actual. Sería necesario romperlo si es que queremos emprender algo. Pero el principal problema que se plantea, hoy día, a las ciencias psicológicas, es el de la libre acción.
José Delgado recalca que, en realidad, nadie en el mundo es 'libre'. No tiene sentido decir que los americanos o los europeos occidentales son más libres que los ciudadanos de la Europa del Este o de la URSS. A todos los seres humanos se les programa mucho antes de que sepan comer con tenedor y, por tanto, se les lava el cerebro antes de que la libre elección sea posible.
Por su naturaleza, la acción remplaza a la especificación del pensamiento. La acción sustituye al instinto.