Sobre la inteligencia humana
(1983)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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mientras que otro grupo de investigadores y teóricos estudiaban los sentimientos y las emociones, sin que hubiera una comunicación perfecta entre ambas partes. Es una polarización.
Durante mi trabajo, siempre me ha sorprendido la falta de comunicación inteligente entre científicos muy famosos. En cierta ocasión le pregunté a Noam Chomsky por qué escribía artículos en contra de B.F. Skinner, si incluso viviendo a la vuelta de la esquina, nunca se habían visto. Le sugerí que se reunieran para hacer un programa de televisión, pero Chomsky replicó: ‘Mi tiempo es demasiado precioso para perderlo con Skinner.’
Es terrible.
Una vez, me iba ya de la casa de Herbert Marcuse, en California, después de haber estado hablando con él toda la tarde. Me preguntó adónde pensaba ir a continuación, y le dije que iba a Harvard a ver a Daniel Bell. ‘Esa sí que es una persona a la que odio de verdad’, replicó Marcuse.
Hay científicos que se comportan casi como fanáticos religiosos. Creen que son los únicos que están en situación de conocer la verdad y que nadie más sabe la respuesta correcta.
Pero permítame mencionar otra polarización: biología y conducta.
Creo que debemos conocer nuestras polarizaciones para poder comprender las limitaciones de nuestros métodos conceptuales. Hay un gran número de personas que malinterpretan la biología y la conducta y que tienen una gran confusión entre genética, cultura, medio ambiente y sus interacciones.
Por ejemplo, los individuos formados en tradiciones biológicas tienen un conjunto de actitudes y valores distintos del de aquellos que se han formado en tradiciones conductistas. Es un problema muy importante, que conduce a la equivocación, muy común, de identificar la biología de la conducta con la genética. Es muy frecuente no reconocer, y no comprender, que el medio ambiente afecta profundamente a la neurobiología del desarrollo del cerebro, y, por tanto, a la conducta.
No se insiste lo suficiente en la importancia del impacto del medio ambiente sobre la neurobiología del desarrollo, particularmente del cerebro.
Y aquí entran la emoción y la nutrición. | |
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El complejo total de factores ambientales tiene una influencia importantísima en el desarrollo y en la conducta, que no está lo suficientemente reconocida por la psicología americana.
Por desgracia, en el argumento naturaleza contra educación se equipara constantemente a la biología con la genética. Esta es sólo una visión muy limitada de la biología de la conducta. En mi opinión, lo más importante son las repercusiones del ambiente en la neurobiología del desarrollo cerebral y en la conducta.
Incluyendo a la familia.
En efecto. El ambiente familiar es un elemento decisivo en el desarrollo emocional e intelectual.
Soy una especie de reduccionista, pero de una manera especial. En el fondo, se tienen que hacer ciertas transformaciones, para traducir el conjunto de características del medio ambiente -madre, padre, hermanos, familia, vecinos, comunidad, factores sociales y cultura, costumbres, sistemas de valores religiosos de una cultura- a procesos que se puedan entender en términos de mecanismos y procesos cerebrales.
Básicamente, estas experiencias se transforman en procesos sensoriales, que influencian el desarrollo cerebral.
Nuestros procesos sensoriales son la única forma de comunicarnos con el mundo exterior: la vista, el gusto, el oído, el tacto, el olfato; éstos son los senderos que van desde el ambiente hasta el cerebro.
El medio ambiente puede ser comprendido en función de su impacto sobre nuestros procesos sensoriales.
Los venezolanos creen que todo el mundo hereda la inteligencia, la cual debería ser educada y estimulada de una manera adecuada.
Yo no utilizaría el término 'heredar la inteligencia', porque, en realidad, se trata de 'inteligencia cultural' o 'inteligencia provocada ambientalmente', como opuesto al concepto de inteligencia genética de Jensen.
¿Con el que no está usted de acuerdo?
Básicamente, no. Aunque esto no quiere decir que las estructuras genéticas no tengan nada que ver con la inteligencia. Lo tienen. Existe una influencia genética en toda la conducta a un nivel u otro. Tiene que haberla. Pero la importancia radica en si es posible | |
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identificar estructuras genéticas específicas, que se relacionen con comportamientos humanos complejos en los que no intervenga el medio ambiente. No creo que se pueda.
Desde luego, no en lo que se refiere a la violencia o a la compasión, que es lo que yo estudio. La violencia y la compasión se dan en demasiados grupos culturales, grupos étnicos, regiones geográficas, etc., como para que puedan ser explicadas sólo por medio de genotipos.
No conocemos ninguna forma de medir, directamente, los genotipos físicos que se relacionan con este tipo de conducta humana compleja. Los intentos de influenciar el sistema social, mediante la manipulación de la base genética, a fin de desarrollar una raza 'superior', son científicamente enfermizos y moralmente censurables. Ya sufrimos las consecuencias de estas concepciones cuando Adolfo Hitler trató de crear una superraza.
Estoy seguro de que en Caracas son conscientes de este peligro.
Luego, ¿no están convencidos del enfoque de Jensen?
El doctor Machado no es partidario de nadie en particular. Parece ser que le asesora principalmente Harvard, pero también Israel, España y otros países.
Incluso los soviéticos están muy interesados en lo que está haciendo.
Quiero volver a repetir que no existen datos científicos que corroboren que la manipuiación genética de los seres humanos es un método eficaz de influenciar el sistema y el cambio sociales. Esto no quiere decir que no haya ninguna relación significativa entre la conducta y la genética. ¡Por supuesto que la hay!
Pero el argumento más importante, desde mi punto de vista, es que nunca se encontrará un genotipo puro sin relación alguna con el ambiente. Existen multitud de factores ambientales que regulan y controlan las expresiones de los genes. Los genotipos no se manifiestan en un vacío, sino en un medio ambiente específico.
Se pueden exponer varios ejemplos clásicos para demostrar las limitaciones de la línea o argumento de Jensen. La galactosemia es un trastorno genético del metabolismo, por el cual el niño no puede metabolizar el ácido galáctico de la leche. Esto produce daños en el cerebro. | |
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Ahora se puede impedir completamente que este trastorno genético se manifieste, simplemente no dando de beber al niño leche que contenga ácido galáctico. Se elimina, y el niño puede beber leche normalmente. Lo mismo ocurre con la fenilcetonuria, se elimina la fenilalanina de la dieta, y el error genético no se manifiesta. Todos nosotros tenemos errores genéticos de algún tipo.
La interdependencia entre la nutrición y la genética no está lo suficientemente entendida.
No sólo la nutrición. La genética de la conducta sin relación con el medio ambiente, en el que se manifiesta el genotipo, es un error en sí misma. Por tanto, debemos estudiar siempre la interacción entre genotipo y ambiente. Eso es lo importante. Nunca existirá un genotipo por sí mismo.
Estoy hablando del modelo aditivo de varianza, un modelo matemático, en el que el componente ambiental y el componente genético se relacionan con un tercer componente, que ocasiona una combinación de los componentes ambientales y genéticos, denominado 'término de interacción'.
Es evidente que estos trastornos genéticos, incluso los trastornos genéticos del metabolismo bien definidos, con frecuencia se pueden controlar actuando sobre el medio ambiente. De esta manera, se puede regular la expresión de los genes.
Por medio del ambiente.
Sí. Comprender el papel que juega el ambiente en el desarrollo humano tiene importantes repercusiones en el sistema social.
Se podrían seguir estos planteamientos en Venezuela.
Sí. Pero permítame que vuelva a mencionar el ambiente. Porque, si alguien quisiera etiquetarme, tendría que ponerme una etiqueta ambiental, aunque también estoy interesado en la interacción genética-ambiente.
¿Por qué va a haber que etiquetarle? Es una manía de la que deberíamos desembarazarnos.
¿Qué piensa usted del experimento que hicieron los venezolanos con sesenta niños indios, a quienes se les enseñó a interpretar a Beethoven en tres meses, con el método Sazuki?
Si es cierto, resulta asombroso, aunque no conozco el caso directamente. | |
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¿Pero qué ocurre con los sentimientos y las emociones? ¿No se está convirtiendo a los niños en robots? Sus propios estudios interculturales con individuos primitivos, tendrían mucho que decir al respecto.
Basta con que consideremos las antiguas civilizaciones de Sudamérica, como los aztecas, los incas, etc. Fueron civilizaciones intelectualmente desarrolladas. Dada su tecnología, estaban muy avanzados en ciencia, arquitectura y astronomía. Si nos fijamos en todo lo que consiguieron hacer en aquellos tiempos, nos damos cuenta de que fueron culturas altamente desarrolladas.
Después de todo, fueron los españoles y la raza blanca los que destruyeron estas civilizaciones.
¡Y ahora enseñamos a sus descendientes a interpretar a Beethoven!
La asimilación cultural parece ser algo inevitable. Sin embargo, se deberían tratar de preservar las tradiciones culturales positivas de la cultura asimilada.
Pero permítame volver a nuestro tema de la biología cultural o, como yo lo llamo, 'ecobiología'. No sólo son importantes los genes. El medio ambiente tiene una influencia fundamental en la organización y el desarrollo funcional y estructural del cerebro. Más que los genes, es el ambiente el que juega un papel importantísimo en la evolución del desarrollo emocional e intelectual. Es un factor que la sociedad y la cultura pueden manipular y transformar para bien o para mal. Podemos crear ambientes que sean enriquecedores o empobrecedores, que facilitarían o perjudicarían el desarrollo neurobiológico y fomentarían o retrasarían la conducta, tanto las funciones cognoscitivas e intelectuales como las relaciones sociales y emocionales.
¿Se puede hacer?
Claro que se puede. Y ya tenemos los medios.
¿Está usted de acuerdo con que la inteligencia es una habilidad?
En lo que respecta a la forma en que tratamos a las personas, sí. Particularmente, a la hora de descubrir talentos especiales que se deberían educar en cualquier sitio y en cualquier momento en que aparezcan.
Es algo de lo que hay que ocuparse entonces. Al parecer el doctor Machado está abriendo la caja de Pandora de la mente. | |
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Efectivamente. Es de lo que hay que ocuparse en realidad. Y ahí es donde los dos empezamos a converger. Una de las causas de los trastornos de aprendizaje y de la falta de capacidad de lectura que muestran muchos niños en Estados Unidos y en otras naciones, son los trastornos emocionales sociales.
En el estudio que publicaron Werner, Bierman y French titulado The Children of KauaiGa naar voetnoot(1) (1971), se llegó a la conclusión de que ‘por cada niño que tiene problemas causados por una intensa tensión perinatal, hay diez niños cuyos problemas se deben a los efectos de un medio ambiente pobre’.
El ambiente se midió por el grado de estimulación educativa familiar y de apoyo emocional familiar. Se descubrió que una variación extrema de estimulación educativa familiar (alta o baja) era responsable de una diferencia en el CI, nada menos que de dieciocho puntos a la edad de diez años, mientras que una variación extrema de tensión perinatal (alta o baja) era responsable de una diferencia en el CI sólo de dos puntos, a la edad de diez años. Una variación extrema de apoyo emocional familiar presentaba resultados similares. Este estudio demostró que los traumas biológicos graves, asociados a una intensa tensión perinatal, se podían compensar en gran medida con un ambiente enriquecido durante las primeras etapas de vida.
Otro estudio clásico que documenta varios trastornos emocionales y retrasos intelectuales, debidos a un ambiente empobrecido, es el que describe el doctor Wayne Dennis en su libro Children of the CrecheGa naar voetnoot(2) (1973). También corrobora estas relaciones el doctor John Money, de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, en sus estudios sobre el enanismo psicológico o el síndrome de la interrupción del crecimiento, que es el caso de los niños que sufren desatención y malos tratos. El doctor Money ha confirmado que, tras un período de recuperación de siete años, estos niños mostraron un aumento en su CI de veintinueve puntos (el CI aumentó de cincuenta y uno a ochenta). Nunca se podrá lograr la recuperación total de la capacidad, y el estudio del doctor Dennis mostró que se puede producir un retraso mental de cincuenta y cinco puntos, que sería permanente en la mayoría de los niños, si no se inicia la intervención antes de los dos años de edad. Pero estos son casos extremos.
Debemos preocuparnos igualmente del desarrollo de la mediocridad como norma cultural. La mediocridad cultural se hace posible | |
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gracias a sistemas sociales que permiten el nacimiento de niños no deseados, que son víctimas de desatención y malos tratos de distinta intensidad. El nacimiento de niños no deseados o de niños que sólo se desean para utilizarlos como fuentes de ingresos económicos o sociales, es hoy día pandémico en la mayoría de los países. El buen desarrollo intelectual, la estabilidad emocional y la responsabilidad social, resultan extremadamente difíciles para estos niños. Sin embargo, la mayoría de la población cultural podría estar compuesta por ellos.
Aquí, en América, vivimos en una cultura empobrecida, a pesar de toda nuestra riqueza material. Somos personas afectivamente privadas, y nuestros ambientes familiares también están empobrecidos emocional e intelectualmente.
Después de haber viajado durante doce años por la Unión Soviética, debo decir que es sorprendente cuán significativas y afectivas son en ese país las relaciones entre las personas. Pero lo que más me impresionó del artículo 'Alienation and Affectation'Ga naar voetnoot(3), que escribió usted para el Psichology Today (diciembre 1979), fue la observación que hizo sobre los daños que puede producir, en el cerebro, una carencia de afectividad genuina.
Es cierto, acuérdese de los monos de Harlow. Separados de sus madres, a veces se mostraban apáticos, y otras veces hiperactivos y propensos a estallidos de violencia. Criados en aislamiento, acabaron siendo socialmente ineptos. Muy a menudo, se acurrucaban y se balanceaban como niños autistas.
Pero lo que no podía saber Harlow, cuando en los años cincuenta y sesenta realizaba sus experimentos, es que estas perturbaciones de la conducta iban acompañadas de daños cerebrales.
Estudios recientes sugieren todavía algo más: durante los períodos formativos del crecimiento del cerebro, ciertos tipos de privación sensorial como, por ejemplo, que la madre no tenga contacto físico con el niño o no le acune, dan como resultado un desarrollo incompleto o dañado de los sistemas neuronales que controlan la afectividad. Las investigaciones han demostrado que, debido a la privación somaticosensorial, se produce una pérdida de ramificaciones en las células nerviosas, las denominadas dendritas, del córtex cerebral somaticosensorial y del córtex cerebelar.
Puesto que los mismos sistemas sensoriales influencian los centros cerebrales asociados con la violencia, de una manera mutua- | |
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mente inhibidora, en general, el niño privado afectivamente tendrá dificultad para controlar los impulsos violentos, siendo niño, adolescente y adulto.
Supongo que los venezolanos tienen en cuenta estos aspectos, cuando enseñan a las madres cómo ocuparse de sus hijos.
Lo que se confirmó en estos estudios es que dichos aspectos podrían tener profundas repercusiones en las culturas humanas que educan a sus niños con unos niveles de contacto físico y de movimiento muy bajos. Los niños de estas sociedades pueden ser incapaces de experimentar cierto tipo de placer y estar predispuestos a la apatía y la violencia.
Creo que la perturbación tiene su origen en el sistema somático sensorial del cerebelo, que rige el sentido del movimiento y el equilibrio (que se denomina sistema vestibular) y el sentido del tacto (que se denomina sistema somatoestésico).
Al parecer, son el tacto y el movimiento, más que otros sentidos, como la vista y el oído, los que están directamente relacionados con emociones como el afecto y la violencia. El cerebro inmaduro es muy susceptible de ser 'moldeado' por el ambiente, el cual, por ejemplo, produce cambios en la estructura neuronal, la actividad neuroquímica y neuroeléctrica, durante el desarrollo del niño. En numerosos estudios de laboratorio realizados con animales, se ha demostrado que la falta de estimulación táctil y de movimiento origina una conducta social y emocional anormal. Y debemos recordar que el cerebro es el órgano de la conducta.
Ahora mismo se puede disponer de muchos datos al respecto. En resumen, el cerebro es extremadamente inmaduro en el nacimiento y tiene gran dependencia de la estimulación sensorial, que es como un alimento nutritivo para el desarrollo normal.
En el nacimiento, el cerebro está culturalmente vacío.
Bueno, yo diría más bien que, en el nacimiento, el cerebro no está completamente formado. Y la manera en que se vaya a desarrollar va a depender de la calidad del medio ambiente.
Esta opinión es idéntica a la de José M.R. Delgado.
Lo es. Estoy totalmente de acuerdo con el doctor Delgado. Por tanto, a lo que nos referimos es a la privación emocional, a la que yo denomino privación afectiva somaticosensorial o teoría SAD del desarrollo humano, que puede conducir, y de hecho conduce, | |
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a estados funcionales de retraso mental y a trastornos emocionales, como la depresión y la violencia. Esto se puede amortiguar mediante una relación afectiva física.
La mayoría de las naciones occidentales, hoy por hoy, están privadas total o parcialmente de este tipo de estimulación cerebral, si se las compara con las naciones del bloque soviético y, en general, con la mayoría de los países en desarrollo.
Por eso es exactamente por lo que mis ideas resultan tan difíciles de aceptar en esta parte del mundo.
Corre usted el riesgo de que le etiqueten de 'izquierdista', o incluso de 'rojo'.
No, peor aún: ¡revolucionario!
Utiliza usted el término 'ecobiología'.
Sí, la influencia del ambiente parece quedar 'impresionada' en la estructura del cerebro, la cual configura lo que, a su vez, estructura la conducta social, que da lugar al ambiente. Denomino a este enfoque 'ecobiología' para distinguirlo de sociobiología. Nuestros estudios interculturales han mostrado que existe una relación muy significativa entre el afecto físico que experimentan los niños, y los índices de violencia física de los adultos.
En un estudio realizado con cuarenta y nueve culturas primitivas, descubrí que cuando los niveles de afecto infantil son bajos -como entre los comanches y los ashanti-, los niveles de violencia son altos; mientras que si los niveles de afecto infantil son altos -como entre los maorí de Nueva Zelanda o los balineses-, los niveles de violencia son bajos. También descubrí que la represión del afecto sexual prematrimonial, iba asociada a un alto grado de violencia. Además, se descubrió también que la prohibición del aborto, que trae como consecuencia el nacimiento de niños no deseados, iba asociada a una cultura violenta.
¿Qué conclusiones extrajo?
Está muy claro lo que pueden aprender de todo esto las sociedades modernas. Al parecer, estamos experimentando una falta de vínculos afectivos que se refleja en muchas cosas que están ocurriendo, como el índice de niños fugitivos (niños no deseados), el índice de divorcios, los crímenes sexuales, el alcoholismo y las drogas. La cultura es la sirvienta de nuestra neurobiología. Sin un ambiente | |
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de afecto físico adecuado, no puede existir una sociedad pacífica y armoniosa.
También debemos darnos cuenta de los efectos perjudiciales de ciertos valores morales ensalzados por las tradiciones religiosas ortodoxas judía, cristiana e islámica, principalmente el valor moral del dolor, el sufrimiento y la privación, y de la inmoralidad del placer físico en general y el placer sexual en particular. Estos valores morales comprometen seriamente el desarrollo de los lazos afectivos, la estabilidad familiar y la armonía social. Es muy probable que los valores morales que giran en torno a la experiencia del dolor y del placer en las relaciones humanas, como los que preconizan las religiones monoteístas ortodoxas como el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, hayan dado lugar a una especie de daño cerebral culturalmente provocado, que caracteriza a la civilización occidental, la cual nos impulsa a la violencia y la destrucción en vez de a la paz y la armonía.
La reconstrucción de las culturas de la civilización occidental es una enorme tarea y requeriría la eliminación de ciertas concepciones filosóficas y teológicas de la naturaleza humana, que han sido hostiles a la igualdad y el bienestar social de las mujeres y de los niños. |
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