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19 Alberta Siegel
Psiquíatra, Universidad de Standford, California, EE.UU.
El presidente de Venezuela cree que, incluso en las personas más atrasadas, el talento está presente, esperando que se le estimule y se le desarrolle.
Es bastante frecuente pensar, erróneamente, que la inteligencia se refleja en el éxito. Y así, se cree que las personas ricas y con éxito son las personas inteligentes de la sociedad. Eso es, de hecho, lo que piensa la inmensa mayoría del público profano. Se quedan muy sorprendidos cuando descubren que casi todo el talento verdadero que hay en el mundo se esconde entre los pobres. Y, claro, la mayor parte de las personas del mundo son pobres.
Entonces, ¿desde un punto de vista genético, el talento parece estar distribuido equitativamente?
No sé si está repartido equitativamente, pero lo que sí es seguro, es que no está distribuido con tanta desigualdad como ahora parece. E incluso si se pensara que la clase media tiene una ventaja genética considerable, el número de personas que pertenecen a dicha clase es mucho menor que el de personas pobres. Por tanto, se podría afirmar, matemáticamente, que la mayor parte de los individuos con talento están entre los pobres. Esto es cierto incluso para Estados Unidos, donde casi todo el mundo pertenece a la clase media.
En países de economía agrícola, como es el caso de las naciones en desarrollo, donde la clase media es pequeña, es evidente que la mayor parte del talento se encuentra entre la clase trabajadora y el proletariado. Me atrevería a decir que no hay ningún país en el mundo que sea una excepción a esta generalización; a saber, que la inmensa mayoría de niños con talento nacen de padres pobres.
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Según parece, el programa venezolano pretende, ante todo, ayudar a la gran mayoría de la población venezolana; por tanto, a los pobres y atrasados.
Lo primero que hay que tener en cuenta es el ambiente prenatal en el que se desarrolla el niño. Es necesario considerar la alimentación de la madre, su salud, porque hay que empezar por darle al niño una buena alimentación. De esta forma, nacerá con el necesario para que se forme el sistema nervioso, que más tarde le permitirá desarrollar el talento. Previniendo la enfermedad en las madres, se protege la salud de la próxima generación. Enfermedades, como la rubéola y otras, a veces dañan a los niños hasta el punto de dejarles ciegos, mudos, etc. Por tanto, la salud maternal debería ser un elemento prioritario en cualquier lista, especialmente si se intentan desarrollar talentos en la próxima generación.
Cómo hacer ver todo esto es difícil, porque muchas madres no comprenden la importancia de su salud y de su alimentación en relación con estas cuestiones. En las naciones en desarrollo no van a clínicas prenatales. No obstante, la única forma de darle al niño un buen comienzo en la vida, es asegurando la salud de su madre. Esto incluye proteger a las madres de los efectos de drogas dañinas, que perjudican también a los niños.
Igualmente, es importante el control de la natalidad.
Bueno, realmente, en muchos países también se debería evitar que las mujeres quedaran embarazadas con mucha frecuencia, porque esto impide que reproduzcan adecuadamente. En Sudamérica, la mayoría de los médicos están convencidos de que las mujeres tienen demasiados hijos. Quedan agotadas como agentes reproductivos. Lo que quiere decir que se deberían espaciar los nacimientos y controlar la natalidad. No un control para prevenir la concepción, sino para que los nacimientos no fueran tan seguidos y todos los niños tuvieran la oportunidad de vivir un tiempo con su madre antes de que llegue el próximo hijo.
Lo que quiero recalcar es que se pueden hacer muchas cosas con una población como la de Venezuela o la de cualquier país de Sudamérica o del Tercer Mundo, incluso antes de que nazcan los niños. Luego, tan pronto como el niño llega a la vida, se debería prestar verdadera atención para que reciba todo tipo de cuidados, y para esto es necesario que las madres no estén agotadas por una excesiva cantidad de trabajo. En los países donde la economía sigue dependiendo del trabajo de la mujer joven, se descuida a los niños.
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¿Qué me dice de las guarderías?
Las investigaciones muestran que, en los países del Tercer Mundo, son los niños de nueve años los que atienden a los pequeños. No les cuidan las mujeres adultas. Las madres pasan el día fuera de casa, trabajando en el campo, ocupándose de la agricultura.
O son las abuelas las que cuidan de los niños.
En realidad no suele ser así. Además, en los países subdesarrollados las mujeres no viven lo suficiente como para ser abuelas. Mueren. Muchas de estas mujeres mueren del agotamiento de traer hijos al mundo.
Por tanto, de lo primero que habría que ocuparse, a la hora de intentar mejorar la inteligencia de las poblaciones del Tercer Mundo, es de que los adultos estén implicados en la educación de los niños, en vez de que sea otro niño quien lo haga.
En la Unión Soviética, el setenta y uno por ciento de las mujeres trabajan y a los niños se les deja en las guarderías.
Pero eso, al menos, significa que están dirigidos por adultos.
Hay una teoría, en este campo, que afirma que se puede predecir la inteligencia del niño estudiando la composición familiar. ¿Por qué son los primogénitos los más inteligentes? Porque la composición de la familia de un primogénito es de dos adultos y un niño. Y ¿por qué no son tan inteligentes los niños que nacen en segundo lugar? Porque la composición familiar es de dos adultos y dos niños, y así sucesivamente. De acuerdo con esta teoría, se puede predecir cómo será el desarrollo del niño, considerando hasta qué punto está influenciado por adultos o por niños. Y si esto es cierto, para la población de Estados Unidos, por ejemplo, entonces deberíamos considerar lo importante que es esta cuestión para las masas del Tercer Mundo.
He estado en Ecuador, y lo más normal es ver que son los niños los que se ocupan de los niños, no los adultos. Creo que es una concepción occidental creer que la educación de las madres será de gran ayuda, porque en los países en desarrollo, en la mayoría de los casos, no son las madres las que se ocupan de los niños.
Pero, quizá, los venezolanos quieran volver a una situación en que sean las madres las que atiendan a sus hijos.
Realmente maravilloso; pero, ¿quién se ocupará del trabajo agrícola?
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Las máquinas, tal vez.
Definitivamente, lo que hay que hacer antes que nada es crear un clima en el que las madres se sientan valoradas por cuidar de sus hijos y estén orgullosas de sí mismas, al ver que sus hijos prosperan.
El ministro Machado están intentando servirse de la televisión para reeducar a las madres en el cuidado de sus hijos.
Sería muy interesante ver si da resultado. En este momento hay un equipo americano en Perú que estudia la inteligencia. Tal vez Venezuela sea más opulenta que Perú; pero, todavía, se podría intentar. En la India se han elaborado proyectos que siguen esas líneas.
En los barrios bajos de Estados Unidos utilizamos técnicas similares para tratar de cambiar la actitud y el comportamiento de las madres con sus hijos. Al parecer, la única manera de conseguir algo es centrándose en la madre. Si se interviene directamente con el niño, se pueden conseguir resultados temporales, pero los verdaderos resultados permanentes se obtienen interviniendo con las madres. Por tanto, es muy posible que, con este enfoque, el ministro Machado vaya por buen camino.
Pero, por supuesto, la diferencia está en que, en los Estados Unidos, las madres creen en la maternidad, mientras que no estoy muy segura de que, en los países del Tercer Mundo, las madres se vean a sí mismas cuidando de sus hijos.
Volvamos al tema de las guarderías.
En este momento estoy dando un seminario sobre guarderías y revisando todos los datos de las investigaciones que han realizado sobre el tema, desde los años cuarenta y cincuenta. La historia de las guarderías es que se establecieron hace ya muchos años para proteger a los niños abandonados. Pero el hecho es que no los protegían, los niños se escapaban o morían. Así es como ocurrió en Londres, París, Dublín y en muchos otros sitios. Las Iglesias también trataron de fundar instituciones dedicadas al cuidado de los niños, pero se convirtieron en casas de la muerte. Más tarde, en el siglo XX, al parecer se comprendió de qué manera habría que dirigir estos organismos para que los niños sobrevivieran. Y por primera vez se consiguió criar a los niños en una institución. Pero en el proceso se observó que no se desarrollaban normalmente, y se empezaron a realizar investigaciones para descubrir por qué estas instituciones tenían up efecto tan perjudicial en ellos.
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Uno de los mejores estudios fue el que elaboró Wayne Dennis, un psicólogo americano, en Beirut. Llevó a cabo su investigación en una institución dirigida por monjas de una orden religiosa francesa. Algunas de las niñas que se criaban allí eran huérfanas, a otras las habían abandonado sus padres, debido a su nacimiento ilegítimo. La mayoría de ellas acababan siendo criadas, sirvientas o trabajadoras normales. Recibían muy poca educación, su inteligencia no se desarrollaba, y no tenían ningún tipo de círculo familiar. Esto era devastador, porque en el Líbano impera un sistema familiar muy arraigado. Sus resultados en los tests de inteligencia eran muy pobres.
En 1959, algunas azafatas de las líneas aéreas francesas se interesaron por el porvenir de estas niñas y empezaron a hacer gestiones para que fueran adoptadas en Francia y Estados Unidos. El profesor Dennis comparó, entonces, la vida de aquellas que se quedaron en la institución, con la de las que habían salido al mundo exterior. Las que se educaron en América, empezaron a parecerse a americanas normales.
¿Y las que se quedaron en el Líbano?
Cuando se formalizó legalmente la adopción, muchas de ellas fueron recogidas por familias de clase media. Las que fueron adoptadas cuando eran todavía muy pequeñas, acabaron bien, pero las que se habían educado en la institución, sufrieron consecuencias muy negativas: apatía, bajo CI, poca ambición y poca capacidad en general.
Lo más curioso es que las más incapacitadas de estas mujeres volvieron al orfanato y les dijeron a las monjas: ‘No puedo soportar el mundo exterior.’ Así, por compasión, se les permitió volver a entrar para que se ocupasen de la siguiente generación. En realidad, no eran las monjas las que cuidaban a las niñas, pues se ocupaban más bien de la administración, sino estas mujeres desgraciadas que nunca conocieron las atenciones que recibe un niño normal. Además, las monjas tampoco entienden mucho de niños. Me temo que esta situación es muy corriente en la mayoría de las instituciones de este tipo que hay en el mundo.
Pero los venezolanos creen que las madres reales tampoco son muy conscientes de los delicados mecanismos que hay en las mentes de los niños. Como dice José Delgado: ‘¡Ni siquiera conocen los hechos biológicos del cerebro!’
Lo interesante de los orfanatos es que son los mejores ejemplos de lo que es mínimamente compatible con la supervivencia de un
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ser humano. Comparado con un niño de orfanato, el hijo de una familia rural venezolana está totalmente intacto y se convertirá en un ser humano normal. A este niño venezolano se le ha dado mucho más de lo que nunca recibirán los niños de orfanato. ¿Sabe cuál es la mortalidad infantil en Venezuela? En las regiones rurales de Guatemala, un niño de cada dos muere a los cinco años de edad. Mueren la mitad de los niños; pero, ¿qué pasa con la otra mitad? Se impide su crecimiento de muy diversas formas. Porque las enfermedades y la mala nutrición matan a una mitad, pero los que sobreviven no están exentos de ellas. Simplemente, las sufren menos.
Sobreviven.
En los países en desarrollo, los niños se crían en condiciones increíbles.
Desde su punto de vista, enseñarles a tocar el violín no es lo primero que se debería hacer.
No; la idea de niños indios tocando en una orquesta sinfónica me da risa. ¡Dios mío!, me pregunto si, antes que nada, reciben una dieta adecuada, o si se les han puesto todas las vacunas que necesitan. En otras palabras, si se han atendido sus necesidades normales primarias.
Desde luego, China, como país en desarrollo, por lo que yo sé, tiene una mortalidad infantil tan baja como la de muchas naciones occidentales desarrolladas. Me parece que su país, Holanda, tiene la tasa de mortalidad infantil más baja del mundo. Estados Unidos es más o menos el número trece. Creo que es una interesante estadística.
Existe lo que se denomina una serie continua de accidentes, debidos a la reproducción, y una serie continua de accidentes, debidos a la falta de cuidados. El número de muertes nos indica hasta qué punto estas series continuas son mayores en una nación que en otra. Definitivamente, hay países en desarrollo donde la cifra de mortalidad infantil no es alta. Por lo que sabemos, los niños chinos no mueren durante las primeras etapas de su vida y, sin embargo, en China la tecnología, la atención médica, etc., no están muy desarrolladas, pero la vacunación y la alimentación son adecuadas. Son una prueba viviente de que para mantener la salud de los niños no es necesaria la tecnología moderna. Todas las personas que han visitado China cuentan cosas maravillosas de los niños de ese país. Son niños sanos, inteligentes y activos.
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Lo que se está invirtiendo en esos niños son recursos humanos, que, después de todo, es lo que más hay en China: trabajo humano. Y de una forma o de otra, desarrollan una ideología en la que el cuidado y la crianza de los niños reciben la máxima prioridad. No parece ser esta la ideología imperante en Sudamérica o en muchas otras naciones en desarrollo.
Es cuestión de sociología política.
Ante todo, es un problema de la capacidad de comprensión que tienen las personas. Piense en esos curas y monjas católicos romanos que sienten la necesidad de hacer algo por el mundo, y lo más maravilloso que hacen es crear esos orfanatos. La gente contribuye con dinero a su mantenimiento. Pero lo cierto es que no dan buen resultado. No parece que se trate de una falta de motivación, sino más bien de que son incapaces de comprender lo que está pasando.
Todo lo que se haga para preservar la vida, a la larga, la mejora; por eso, es absolutamente esencial empezar por ocuparse de la alimentación y de la atención médica de las madres y de los bebés.
Por supuesto, esfuerzos educativos como los que parecen estar ideando los venezolanos, tienen que intentarse. Sería un crimen no utilizar la televisión, porque hoy día es una tecnología muy evidente. A todo el mundo le gusta. Desde luego, sería vergonzoso no utilizar este medio de comunicación. Pero, ¿cómo aplicarlo? Ese es el problema. Quizá sea muy acertado lo que se está intentando hacer en Venezuela. Incluso es posible que la idea de enseñar a tocar el violín a los niños indios sea justamente lo que se necesitaba para demostrar a la jerarquía política de Venezuela, que la concepción elitista de que el talento se distribuye entre los ricos y los poderosos, es completamente errónea. Al parecer, la opinión de los profanos es que el motivo de que las personas sean ricas es que llevan el talento en sus genes. Y, si se les puede persuadir de que eso es erróneo, tal vez también ocurran otras cosas.
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