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12 Edward de Bono
Psicólogo, Centro para el Estudio de la Inteligencia, Cambridge, Reino Unido
Tengo entendido que está usted interesado en el programa venezolano sobre el desarrollo de la inteligencia.
Mi carrera profesional empezó en la medicina. Luego estudié psicología, independientemente de la medicina. Más tarde volví al campo médico, donde estudié el cuerpo, las glándulas y los fluidos de control, etc. Desarrollé varios conceptos sobre los sistemas de formación de modelos de autoorganización. Después investigué en computadoras, donde por fin apliqué todos mis conocimientos anteriores, cómo se comportan los sistemas de modelos. Tras esto, desarrollé el concepto de pensamiento lateral, que es diferente de pensamiento creativo.
¿Por qué?
Un artista puede ser creativo; puede ver el mundo de una forma completamente diferente a la de las demás personas. Si es especialmente bueno como artista y consigue hacer que los demás miren el mundo desde su propio punto de vista, se convertirá en alguien muy apreciado por la sociedad. Pero también puede ser muy rígido en su percepción personal, e incluso bastante incapaz de modificarla. Por tanto, puede ser diferente, pero rígido.
Consideremos otro caso, un niño, por ejemplo. Si se le pide que resuelva un problema es muy posible que no dé una respuesta tradicional, sino nueva, seguramente incluso creativa. Pero si se le dice: ‘¿Sabrías darme otra respuesta?’, lo más probable es que conteste: ‘Lo siento, ésa es la única.’
Me interesa especialmente la habilidad de las personas para transformar sus percepciones, cambiarlas continuamente, para poder mantenerse en continuo cambio, y no ver algo desde un único
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punto de vista, sino ser capaces de considerarlo de diversas formas, y examinar los procesos que tienen lugar mientras lo hacen. Eso es lo que llamo pensamiento lateral.
¿Qué papel juega el cerebro en todo esto?
El cerebro toma al mundo y le da un determinado enfoque. Este es un aspecto. He hablado más detenidamente de él en mi libro El mecanismo de la mente. A este respecto, colaboré con diversas corporaciones y organizaciones importantes en el estudio de la resolución de problemas, la oportunidad, la planificación, en resumen, de todas aquellas áreas en las que, en algún momento, necesitamos cambiar nuestros conceptos mediante la innovación.
El otro aspecto, que es el que utilizamos en el Centro para Estudios del Pensamiento, de Cambridge, se puede resumir diciendo que, ante todo, consideramos al pensamiento como una habilidad.
Arthur Whimby también cree que la inteligencia puede desarrollarse como una habilidad.
Hace diez años introdujimos una asignatura en la escuela basada en la enseñanza del pensamiento. En este momento, unas cinco mll escuelas de Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido la incluyen en sus planes de estudio. Y ésta es también la que estamos desarrollando ahora en Venezuela.
En realidad tiene dos aspectos, que son independientes. Por un lado, el pensamiento lateral va dirigido a las personas que quieren cambiar, que son emprendedoras y se preocupan por lo que hacen, y al mismo tiempo, ya están muy educadas y son demasiado complejas.
Por otro, es el programa escolar, del cual quizá una sexta parte se ocupa también del pensamiento lateral. El resto trata de la amplitud y claridad del pensamiento. Yo creo que, en la práctica, la mayor parte del pensamiento tiene lugar en la percepción. En realidad, el procesamiento del pensamiento, el procesamiento lógico, matemático, etc., representa una fracción relativamente pequeña de él, e incluso se va reduciendo, ya que, de una forma o de otra, cada vez delegamos más en las computadoras.
Entre inteligencia y pensamiento existen muchísimos aspectos. Nuestra experiencia en las escuelas sugiere que las personas altamente inteligentes no son siempre buenos pensadores. Si se es muy inteligente, se puede acabar siendo un mal pensador, aunque se posea la más alta inteligencia.
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Las emociones tienen mucho que ver con esto, claro. Algunos psicohistoriadores americanos me han asegurado que Jimmy Carter tiene un CI muy elevado; sin embargo, puesto que emocionalmente es un disturbado, el resultado final suele ser negativo.
A este respecto, hay que tener en cuenta dos cosas: una es la emoción, la otra es el estilo. Al final, todas las decisiones son emocionales. Tienen que serlo. Lo que pensamos y lo que son nuestras percepciones dependen de la forma en que se considere el mundo antes de aplicar las emociones. Mucha gente dirá: ‘No, no, las emociones son lo primero que surge.’ Bueno, siento decir que nuestra investigación indica que no es así.
Hemos realizado varios estudios con niños delincuentes en diversas escuelas de Londres. Se había intentado tratarles siguiendo diferentes planteamientos, hasta que empezamos a aplicar el desarrollo de las habilidades del pensamiento. Entonces descubrimos que estaban replanteándose sus propios problemas, sus emociones se habían transformado completamente. Todo el mundo lo puede comprobar.
En los últimos veinte años se pensaba: ‘Vuelve a poner al chico en el buen camino desde el interior y su pensamiento se arreglará solo.’ Nosotros descubrimos más bien todo lo contrario. Vimos que, si podemos formar sus habilidades de pensamiento, no importa que nos ocupemos del interior del chico ni que sus emociones sigan actuando, lo principal es utilizar otra perspectiva cuando se trabaje con él.
¿Podría explicarlo más detenidamente?
Suponga que tiene un prejuicio de color. No le gusta la tinta negra. Por supuesto, si fuera ciego no habría ningún problema en absoluto. Lo que quiero decir es que de lo primero que hay que ocuparse es de la percepción, de cómo se reacciona ante las cosas.
Pero, ¿qué es lo que antecede a la percepción? José Delgado advierte que el cerebro de un niño recién nacido está culturalmente vacío y que los padres y profesores lo programan como verdaderos aficionados, sin que él mismo participe en el proceso, pues de alguna manera está indefenso ante ese lavado de cerebro inicial que todos sufrimos.
Sí, es cierto. A este respecto hay que considerar dos aspectos Uno, el sistema de información, el tipo de información que entra en el cerebro, y el otro, que hemos empezado a conocer desde hace muy poco tiempo, la bioquímica del cerebro.
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Hay dos opiniones sobre el cerebro: Una, que el cerebro es un sistema muy complicado que actúa con relativa sencillez. La otra, que es un sistema sencillo que puede operar de una manera muy complicada.
La computadora más complicada de todas.
El cerebro no funciona como una computadora. Su lenguaje es diferente. Hablo en términos generales, claro. Las personas que trabajan con computadoras, con frecuencia piensan en el cerebro como si fuera otra computadora. No estoy diciendo tampoco que el cerebro sea algo místico. Al contrario, es un sistema biológico. Pero su lenguaje es diferente.
Barbara Ward dijo una vez que las computadoras no se ruborizan.
Sí, pero una de las desventajas de las computadoras es, primero, que lo pueden recordar todo. Otra es que no pueden cometer errores. Y tercera, que no tienen sentido del humor. Estas tres cosas son esenciales si se quieren cambiar los modelos. Sin ellas es imposible cambiarlos. Quizá se pueda hacer que el modelo sea más estable, pero no se le puede cambiar. La única manera de cambiar los modelos es cometer errores, olvidar y tener sentido del humor.
¿Cuál de las tres le puso en contacto con el doctor Machado?
Sencillamente, que el ministro leyó uno de mis libros. Es evidente que a mí me agrada su enfoque en general. Y en este caso, no importa si mantenemos diferentes puntos de vista ni si, quizá, no todas las ideas que se están desarrollando en Caracas tienen validez científica inmediata. Lo más importante es la dirección que se está tomando.
¿Se refiere a la utilidad del experimento de los niños indios que tocan el violín?
No se ha entendido adecuadamente la intención del doctor Machado a este respecto. Lo que estaba intentando demostrar es que, si te esfuerzas en hacer algo, lo puedes conseguir. Este experimento se realizó simplemente a manera de demostración. El peligro era, por supuesto, que la gente dijese: ‘Están educando a los niños como si fueran robots.’ Si se hubiera tratado de un lavado de cerebro, yo me habría puesto en contra. Evidentemente, no ha sido éste el caso.
Pero, ¿enseñar a pensar no es también un lavado de cerebro?
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En cierta ocasión me hizo esta pregunta un periodista. Llevaba gafas, yo se las quité y le dije: ‘¿Es ideológico llevar gafas?’ Con las gafas se elige dónde mirar, qué valores utilizar, se pueden ver las cosas con claridad. Sería ideológico - le indiqué - si yo le dijese que no puedo llevarlas.
Enseñar a pensar no es ideológico. Es muy semejante a enseñar a leer y escribir.
Lo mismo pasa con enseñar la inteligencia, que no es ideológico, como me aseguró el doctor Machado.
Sí, es exactamente igual. Sin embargo, se puede abusar de la enseñanza del pensamiento, claro, igual que se podría abusar de la enseñanza de la inteligencia. Se pueden utilizar las matemáticas para construir una bomba atómica, pero esto no significa que las matemáticas sean negativas. Es una cuestión muy importante, ya que hay muchas personas que no lo comprenden.
Pero a la mayoría de los niños del mundo se les graban sus concepciones en los códigos y en las neuronas de sus cerebros antes de que tengan oportunidad de pensar por sí mismos, y esto también es un lavado de cerebro.
Tiene usted mucha razón. Nunca se puede extirpar un modelo que ya esté formado, no se puede decir simplemente: ‘Voy a borrarlo de mi cerebro.’ Lo que quizá sí se pueda hacer, o podría pasar, es que con el tiempo los modelos se hagan menos dominantes. O, tal vez, que nuevos modelos diferentes eclipsen a los originales.
Estuve trabajando con algunos grupos de IBM en los que había sudafricanos, zairenses, israelíes y árabes. Todos sentados alrededor de la misma mesa, sin el más ligero problema. Esto demostró, sencillamente, que tenían unos modelos en sus cerebros que reemplazaban a los que existían con anterioridad.
Permítame que vuelva a referirme a los niños delincuentes con los que estuvimos trabajando. Lo que ocurre es lo siguiente: Cuando se les pide que piensen en algo, y puesto que existe un vacío frente a ellos, se precipitan mientras hablan al cliché más próximo, al estereotipo o fondo condicionante. Porque no hay nada más a lo que recurrir. Pero si pudieran disponer de otros datos, no tendrían que escapar de esa forma.
Confiemos en que de algún modo podamos descubrir un medio de introducir menos datos inútiles en las mentes de los niños,
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porque, desde hace dos mil años, estamos siguiendo los mismos modelos y los resultados son bien conocidos, casi siempre conducen al desastre total.
Si empezáramos a una edad muy temprana, y fuéramos capaces de desarrollar nuevas técnicas de percepción y pensamiento, descubriríamos otras tonterías que todavía seguirían ahí. Lo mejor que podemos esperar es que lo que llama usted datos inútiles no dominen más los pensamientos.
Permítame poner un ejemplo: En Venezuela, la primera lección sobre el pensamiento se denomina PMI.
¿Qué significa?
Significa simplemente que uno de los mayores problemas del pensamiento es que la gente toma una posición y luego utiliza su pensamiento - y con frecuencia lo utiliza mal - para respaldarla. Y cuanto más inteligentes son, con más eficacia pueden respaldar esa posición ya tomada. Al mismo tiempo, menos oportunidades tienen de cambiar alguna vez su posición original. Por tanto, nuestra primera lección del PMI equivale a: ‘Muy bien, eres inteligente, quiero que consideres los aspectos buenos y malos.’ Entonces lo que pasa es que la persona suele ser negativa al respecto. Le decimos: ‘Muy bien, sé negativa si quieres’, pero añadimos: ‘Hay otra dirección, también quiero que la consideres, que es positiva. ¿Vas a decirme que con tu inteligencia no puedes ver nada positivo aquí?’, y la reacción es: ‘Claro que puedo.’
Una vez en Sidney, Australia, les preguntamos a treinta niños de diez y once años si les gustaría recibir cinco dólares a la semana por ir al colegio. Dijeron que sí, que les gustaría, ya que se iban a comprar muchas cosas, caramelos, chicles, etc. Luego, en grupos de cuatro, les dijimos que utilizasen PMI. ‘No digáis una palabra, sólo pensad.’ Después de cinco minutos, dijimos: ‘Muy bien, decidnos qué es lo que pensáis ahora.’ Entonces contestaron cosas como: ‘Los niños mayores nos pegarían para que les diéramos el dinero’, o ‘nuestros padres ya no nos harían regalos’, o ‘tendríamos que pagar más en el colegio’, etc. Después de cinco minutos de PMI, de los treinta niños, veintinueve cambiaron completamente de opinión y lo hicieron sin que se les hubiera dado más información.
Algo similar observamos en un grupo de ciento veinte granjeros australianos. Se habían reunido para hablar sobre los refugiados de Vietnam. Uno de mis ayudantes fue a la reunión y les preguntó:
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‘Me gustaría que hicieran este ejercicio durante cinco minutos.’ Pasado ese tiempo, descubrimos que setenta de los granjeros habían cambiado completamente de opinión.
Sin embargo, el programa venezolano para dar clases de pensamiento a todo el ejército, parece bastante inusual, por no decir que es único.
Resulta interesante que el único organismo de todo el Reino Unido que ha tenido enseñanza del pensamiento sea el ejército británico, que ha conocido esta tradición durante muchos años. Con frecuencia encontramos personas en organizaciones e instituciones internacionales que dicen que la única vez en toda su vida en que se les enseñó a pensar, fue durante el servicio militar.
En cuanto al programa venezolano para las Fuerzas Armadas, nos estamos ocupando del tema a varios niveles. El pensamiento es un proceso sumamente rápido. También es un asunto complejo. En Venezuela, el servicio militar dura dos años. La idea es intentar que a todos los que tienen que cumplirlo se les enseñe durante ese período a pensar. Lo que quiere decir que, si este enfoque no se ha extendido completamente a lo largo del proceso educativo. todos los venezolanos, como ciudadanos de la nación, tendrán una segunda oportunidad.
En la enseñanza de la inteligencia, como una nueva habilidad, se siguen los mismos planteamientos.
Con frecuencia, en la enseñanza de la inteligencia y del pensamiento se siguen caminos equivocados. Uno de ellos es creer que las personas serán mejores pensadores con tal de que se consiga la práctica del pensamiento sobre todos los problemas. La experiencia nos muestra que esto no es así. No se puede simplemente pasar de una situación a otra. Lo que hay que hacer es desarrollar directamente algunos instrumentos claros de pensamiento como tales, que se pueden entonces aplicar de diferentes maneras. Es imposible decir simplemente, hoy vamos a tratar detenidamente tal problema y el próximo día tal otro, y luego generalizar las habilidades. No da resultado.
Tenemos que desarrollar los instrumentos susceptibles como tales. Es como un carpintero que, por ejemplo, dice: ‘Voy a enseñarte cómo usar un martillo, una sierra y un destornillador.’ Entonces empezamos a usarlos. Y luego dice: ‘Ahora voy a enseñarte a hacer esta determinada mesa.’ Entonces habríamos aprendido a manejar esos instrumentos.
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A veces, las personas sugieren: ‘Analicemos las partes del pensamiento y luego enseñemos esas partes.’ Esto tampoco da resultado, porque una clasificación no es un instrumento. En otras palabras, no se puede decir: ‘Esta taza está hecha de un asa, etc., y por tanto, tengo que hacer un asa, etc.’ Un instrumento es algo concebido para el uso práctico, no para la autogratificación. Pues con los instrumentos se puede producir en realidad una coincidencia. Este instrumento coincide con algo más. Por tanto, no estoy de acuerdo con muchos aspectos del enfoque americano de la enseñanza del pensamiento, porque hace que los alumnos sean menos prácticos.
¿En qué sentido menos prácticos?
Si un sistema depende de profesores inspirados y muy motivados, desde mi punto de vista es un mal sistema. En el Reino Unido tenemos cuatrocientos cincuenta mil profesores, le puedo asegurar que no tenemos cuatrocientas cincuenta mil personas con mucho talento, muy motivadas e inspiradas. Desde luego, se puede hacer una pequeña prueba en el laboratorio de una universidad. Está muy bien. Pero eso no implica nada. Hay que hacer algo, que es bien sencillo: que incluso si al profesor no le gusta, siga teniendo efecto.
¿Cuáles son los primeros efectos de su programa sobre la enseñanza del pensamiento en Venezuela?
El 'feedback' que originan los profesores en los niños, en el cambio de su conducta, la forma en que discuten y hablan ahora sobre el pensamiento, éstos son los primeros efectos. Estos niños han experimentado cambios muy grandes. Y recuerde que en Venezuela trabajamos con niños más o menos normales.
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