Watapana. Jaargang 3
(1970-1971)– [tijdschrift] Watapana– Auteursrechtelijk beschermd
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Elementos españoles, portugueses y africanos en el papiamentoGa naar voetnoot*José Pedro Rona La investigación científica no necesita justificación; no es necesario justificar por qué y para qué se investiga algún aspecto de alguna cosa, pues el papel principal o el papel único de la ciencia es ampliar el saber y el conocimiento, y toda atribución de mayor o menor importancia a cierto conocimiento frente a otros conocimientos es una entelequia meramente subjetiva. Sin embargo, podría parecer que necesite justificarse por qué precisamente hoy, en un simposio que tiene como finalidad específica el contribuir al mejoramiento y al desarrollo de la lengua papiamento, hemos elegido un tema referente a su origen y a su evolución, en lugar de algún aspecto técnico o teórico de su estructura o de su enseñanza. Debemos aclarar que nos consideramos un lingüista del tipo humanista, esto es que no nos limitamos a la descripción estructural, superficial o profunda, de una lengua, sino que creemos que la historia, el funcionamiento social y cultural etc., son partes indispensables de la lingüística, lo mismo que lo es la descripción estructural. Si, en estas condiciones, hemos optado hoy por lo que Y. Malkiel llama la ‘historia extema’ de la lengua, es porque entendemos que al reunimos aquí no buscamos simplemente desglosar algunas particularidades gramaticales o fonológicas del papiamento que pudieran arrojar luz sobre determinadas teorías gramaticales. Ni siquiera nos hemos reunido hoy para planear la enseñanza de esta lengua. Todo eso no es más que aspectos particulares de un tema mucho más general, que es el desarrollo del papiamento como vehículo de la cultura nacional antillana, como expresión del modo antillano de vivir y de ver el mundo, como símbolo y continente de la identidad nacional antillana. Pues bien, si es así, entonces resulta evidente que el conocimiento del origen y de la evolución del papiamento es un elemento esencial para esta identidad nacional. No queremos abundar innecesariamente en informaciones por todos conocidas sobre este problema. Podemos resumir todas las discusiones sobre el tema, diciendo que ha habido en el pasado, y sigue habiendo, dos enfoques netamente contra- | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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dictorios: uno, enunciado en 1704 por el Padre Schnabel, que identifica el papiamento como una forma del español, y el otro, que se debe al libro de Rodolfo Lenz (1928), que considera el papiamento como una forma de portugués, traído desde el Africa Occidental por los esclavos. La discusión ha sido larga y está lejos de haberse terminado. Los altibajos son también incontables. Así, por ejemplo, la teoría portuguesa de Lenz ha sido terminantemente desvirtuada por el curazoleño Antoine J. Maduro, quien mostró de un modo magistral muchos (aunque no todos) los errores y contradicciones de Lenz, y propuso en su lugar una serie de interpretaciones españolas dialectales. A su vez, esta interpretación de Maduro fue criticada con justicia por H.L.A. van Wijk, ya que, si bien Maduro es correcto en sus detalles, en cambio en el conjunto choca contra la objeción de que no es posible concebir el papiamento como una especie de mosaico compuesto de palabras procedentes de todos los dialectos antiguos y modernos del español, ya que, evidentemente, si el papiamento se origina en el español, fue un español, con características bien definidas, el que tiene que haber llegado a Aruba, Bonaire y Curaçao. Por lo demás, varios estudiosos como Whinnom, Navarro Tomás, Van Wijk, Valkhoff y Granda, han propuesto o defendido últimamente una nueva teoría llamada del protocriollo afro-portugués, que podría solucionar algunas de las erróneas interpretaciones de Lenz y ofrecer una atractiva solución. Según esta teoría, las andanzas comerciales y el tráfico de esclavos realizados por los portugueses en el Oeste de Africa habrían resultado en la formación de un lenguaje híbrido, en parte portugués y en parte africano, que se habría extendido luego a todas las costas e islas donde operaban los portugueses, desde el Japón y las Filipinas hasta el Caribe. Este núcleo afro-portugués sería el proto-criollo del cual derivarían todas las lenguas criollas. Las diferencias entre éstas se deberían, en cambio, a influencias posteriores. Habría, por lo tanto, entre las lenguas criollas del mundo, una relación genética o genealógica y no meramente una relación tipológica resultante de la identidad o similitud de factores sociolingüísticos. Esta teoría tiene el atractivo de explicar el hecho aparentemente paradójico de que, en virtualmente todas las lenguas criollas del mundo, encontramos virtualmente los mismos elementos comunes. Este es aproximadamente el estado de los estudios en el momento actual: la teoría hispanista y la teoría portuguesa en cuanto al papiamento, o bien, con carácter más general, la teoría que atribuye origen español, portugués, holandés, francés o inglés a las diversas lenguas criollas, y la teoría que atribuye origen portugués a todas ellas. Luego, la teoría del proto-criollo que, al invertir los términos, parece ser un criterio de síntesis. De este estado de las cosas deseamos por lo tanto partir, ya que consideramos que se pueden hacer algunas reflexiones que cambiarían profundamente todo el panorama. Lo que sigue, constituye más bien un punto de partida para futuras investigaciones, ya que nuestra conclusión final será - y ya la podemos adelantar - que toda esta problemática debe comenzarse a estudiar | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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completamente de nuevo, sin preconceptos, sin olvidar la real importancia del elemento africano, y con criterios algo más amplios y precisos que lo que se ha hecho hasta ahora. Nuestra opinión es que nunca ha existido tal proto-criollo que el papiamento no se origina en ningún portugués traído por los esclavos desde el Africa Occidental, sino que es descendiente directo del español empleado aquí durante el dominio hispánico, y que indios y africanos han continuado, sin interrupción hasta hoy, la antigua tradición lingüística española, aun a pesar de la ocupación holandesa y de alguna esporádica y puramente léxica influencia de los judíos portugueses. O sea que el papiamento es una lengua que es otra forma de la española, del mismo modo que el español es simplemente una forma del latín, y es diferente del italiano que es también una forma del latín, sin que tenga nada que ver el hecho de que el español tenga italianismos y el italiano tenga hispanismos. Si creemos en la continuidad de la tradición lingüística española, ello se debe a que no nos convencen las noticias indirectas sobre la evacuación de los indígenas junto con los españoles en el momento de la ocupación holandesa (ya que de lo contrario no entenderíamos la supervivencia de algunos indigenismos), y también a que se sabe que ya desde los primeros momentos de la conquista holandesa había sacerdotes hispánicos catequizando clandestinamente en castellano en estas islas (véase Lewis). Por sobre todo, nuestra creencia se ve reafirmada por la existencia, en el papiamento, de rasgos lingüísticos españoles que no podrían haber penetrado desde Venezuela en épocas posteriores. Todo esto constituye nuestras creencias personales, basadas en el manejo de los datos acumulados por nuestros antecesores en este campo de estudio, junto con numerosos datos nuevos que nosotros mismos creemos poder agregar. Es, sin embargo, solo una creencia personal, ya que, repetimos, la verdad está todavía muy lejos y llegar hasta ella requerirá muchos esfuerzos. Para este largo camino a recorrer, desearíamos señalar aquí algunos conceptos metodológicos y teóricos. En primer término, nos parece absolutamente fútil y vano seguir entreteniéndonos con la búsqueda de etimologías para probar que una palabra determinada del papiamento es portuguesa o española. Para ser más daros, no estamos hablando de la futilidad de la etimología aislada en sí misma, sino del valor probatorio que luego se le suele atribuir en cuanto al origen de la lengua en su totalidad. Estamos más o menos en una situación igual a la de un anglicista que quisiera demostrar que el inglés se originó en el germánico, mediante la demostración de que cuarenta o cincuenta palabras inglesas son germánicas. Por supuesto, otro anglicista podría demostrar que el inglés se originó en el latín, pues tampoco es difícil encontrar cuarenta o cincuenta palabras latinas en el inglés. Yendo un poco más lejos, este ‘método’ nos permitiría también demostrar que el inglés se originó en el japonés, ya que también hay unos cuantos vocablos de ese origen. Por supuesto, esto último debe parecer completamente ridículo, pero por la forma del razonamiento es exactamente eso lo que encontramos cuando algún autor que escribe sobre el | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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papiamento dice: ‘¡Fíjense si bai, porco etc. etc. etc. no son portugueses! Eso prueba que el papiamento se originó en el portugués.’ Por supuesto, se trata de una falacia. La portuguesidad de unas pocas palabras no prueba nada. Por un lado, no creemos que bai, porko etc. sean de origen portugués, pero, aunque lo fueran, eso en sí no probaría nada con respecto al origen de la lengua en sí. Este error básico se ve pues agravado por otro: el modo de hacer las comparaciones. Se torna, por lo general, una palabra papiamento, como p. ej. bai, se le compara con el español académico, que tiene va, y con el portugués académico, que tiene vai, y ya se tiene una ‘prueba’ de que el papiamento tiene una forma procedente del portugués. No se toma en cuenta, primero, que un gran número de dialectos españoles tiene también vai, como aparece en muchos manuales, como p. ej. en las Notas de Morfología Hispanoamericana, de Angel Rosenblat. No se toma en cuenta, segundo, que en el español antiguo, de la época de la formación del papiamento, la forma vai estaba todavía mucho más extendida que hoy, sobre todo porque la proporción entre hablantes de ‘standard’ y hablantes de ‘substandard’ favorecía a los últimos mucho más que hoy. De aquí surgen dos apuntamientos metodológicos: la comparación no debe hacerse con el español académico, sino con el español popular, y no con el español actual, sino con el español de la época de la formación del papiamento, o sea de fines del siglo 16 y comienzos del 17. Un ejemplo todavía mucho más evidente radica en el fonema /š/, que subsiste en portugués, pero que el español también tenía hasta bien entrado el siglo 17. Así, si el español actual tiene pujar donde el portugués tiene [pušár], sin embargo en el siglo 16 y en el 17 todavía ambas lenguas tenían [pušár]. Por consiguiente, no hay ninguna razón para considerar el papiamento pusha como probadamente portugués. Como nos lo señala Rafael Lapesa en una carta, el español tuvo el fonema /š/ hasta los primeros decenios del siglo 17, pero la pronunciación palatal coexistía desde mediados del 16, si no antes, con la velar [χ] y es probable que hubiera grados intermedios. La velarización, proceso que se verificó en España también justamente en la época de la formación del papiamento, se impuso en toda Hispanoamérica, pero no podemos suponer que la lengua que llegó originalmente desde la Península, ya careciera totalmente de /š/, y nótese que solamente en ese caso podría aceptarse la existencia de /š/ en papiamento como prueba de portuguesidad. En el araucano, el contacto inicial con los conquistadores españoles dejó préstamos como ovicha ‘oveja’, chalma ‘jalma’, que evidentemente proceden de las formas españolas antiguas oveša, šalma. De modo que podemos considerar como probado que el español de la época de la conquista poseía todavía /š/, y que su velarización se verificó posteriormente, tanto en España como en América, o, al menos, se completó posteriormente. En estas condiciones, cabe suponer que en el papiamento de la primera época, lo mismo que en el resto del español hablado en el Nuevo Mundo, hubiera todavía el fonema /š/, y que su conservación hasta nuestros días se debe al hecho de que la invasión | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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holandesa aisló el papiamento de la evolución del resto del mundo hispánico. Por supuesto, todo lo que hemos intentado probar hasta ahora es la posibilidad de que así sucediera. No pretendemos que lo que antecede sea prueba de la hispanidad de /š/ en papiamento - aunque más adelante aportaremos otros hechos que parecerían apuntar en ese sentido -, pero nos parece indudable a esta altura que, sobre la base de las consideraciones que acabamos de hacer, ya no se puede tampoco considerar la existencia de /š/ como prueba del origen portugués del papiamento. Sin embargo, esta ‘prueba’ era uno de los argumentos básicos de los ‘portuguesistas’. Volvamos ahora a nuestro examen de los errores metodológicos que se venían cometiendo al analizar el origen del papiamento. Ya hemos señalado dos tipos de error, y podemos ahora pasar a un tercer tipo: la suposición de que los verbos del papiamento tienen que proceder de una cierta forma, estrictamente determinada, ya sea del portugués o bien del español. Retomamos aquí el ejemplo de Lenz, la palabra papiamento bai ‘ir’, que ya hemos comentado. Notemos ahora que, cuando Lenz compara esta forma con el español va y con el portugués vai, da por sobrentendido, a nuestro juicio sin ninguna justificación, que el verbo papiamento tiene que proceder necesariamente de una tercera persona de singular del presente de indicativo, ya sea portugués o bien español. Creemos que éste es un grave error metodológico, ya que, puesto que el papiamento no tiene conjugación en el sentido románico, cualquier forma conjugada de un verbo español o portugués puede servir, y lo más probable es que pase al papiamento aquella forma española o portuguesa que se oye más frecuentemente. En el caso de ir, hay toda una serie de formas tanto españolas como portuguesas que podrían haber servido: el imperativo (que en gran parte del español dialectal es justamente vai), el subjuntivo vaya, se usarían seguramente mucho más a menudo que el presente de indicativo en tercera persona, en la conversación con el esclavo. Y bien, si se trata del imperativo, el papiamento bai puede venir tanto del español como del portugués. Si se trata del subjuntivo, entonces no puede venir del portugués, pero sí del español, ya que la terminación -ia se abrevia muy a menudo en -i, como en consenshi ‘conciencia’, sushi ‘sucia’, y sería muy posible bai < vaya (la y intervocálica suena como yod y no como consonante, en toda la región del Caribe). En una palabra, aquí tenemos una nueva razón para no atribuir simplemente al portugués la forma bai, y otras muchas formas verbales. Un cuarto error consiste en basar las comparaciones en la ortografía, que, como se sabe, en español no es completamente fonológica. Así, por ejemplo, van Wijk emplea como argumento virtualmente decisivo el hecho de que el nombre mismo del papiamento viene del portugués papiar, mientras que el español tiene papear. Se pregunta van Wijk cómo se podría concebir que, si el papiamento procediera del español, se le diera un nombre en portugués. Lo que van Wijk no toma en cuenta es que en español la palabra se escribe papear, pero se pronuncia papiar. Esto no prueba que la palabra papiamento sea de origen español, pero al menos | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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prueba que no está probado que sea portugués. En efecto, como nos lo señala Lapesa en su carta, la disolución del hiato en los verbos en -ear es un fenómeno bastante antiguo, no conociéndose su antigüedad exacta. Es general en las diversas regiones españolas de América, pero no sabemos si ya era general en la época de la Conquista. El nombre de la lengua papiamento, en cuanto a su raíz, tendría pues tres posibles explicaciones: o bien ya estaba la pronunciación papiar en el español antiguo que llegó acá, o bien se trata de una influencia más tardía del español venezolano (en efecto, no sabemos si el nombre de la lengua no era antiguamente papeamiento), o bien procede del portugués. Hay un tercio de probabilidades a favor del portugués, y dos tercios en favor de una procedencia española. En estas condiciones, nos parece aventurado utilizar esta palabra como ‘prueba’ de la procedencia portuguesa. Un quinto error metodológico consiste en no tomar en cuenta las vías o canales por los cuales los diversos elementos hubieran podido penetrar en el papiamento. En efecto, para los elementos supuestamente españoles, habría diversos canales posibles: la lengua originalmente hablada en Curaçao antes de la ocupación holandesa, o bien a través de la influencia más tardía del español venezolano o antillano. Para los elementos portugueses o supuestamente portugueses, habría también varios canales posibles: el portugués hablado en el Oeste de Africa, o bien el supuesto proto-criollo, o bien los judíos portugueses procedentes del Brasil. Pero los resultados no serían los mismos. Así, por ejemplo, si un elemento portugués penetrara a través del Brasil, podría pensarse que conservara su /š/, pero si viniera a través del Africa del Oeste, esto sería muy difícil, ya que es sabido que virtualmente todas las lenguas del Africa Occidental transforman los /š/ de los préstamos ingleses, franceses y portugueses en /s/, por efecto del substrato. Así, por ejemplo, los africanos francófonos no dicen [šokolá], sino [sokolá]. Esto ocurre en virtualmente toda la región africana de donde procedían los que llegaban a las Antillas Holandesas, por lo cual, precisamente si el papiamento procediera de un protocriollo afro-portugués, no conservaría su fonema /š/. Si, en cambio, los supuestos portuguesismos del papiamento hubieran llegado a través del Brasil, podrían conservar su /š/, pero entonces no podrían usarse en apoyo de la teoría del protocriollo afro-portugués. Volviendo a nuestro ejemplo de pušá, ya hemos visto que podría perfectamente ser español, mientras que ahora vemos que no podría ser afro-portugués. He aquí, por lo tanto, un ejemplo del papiamento que se quiso usar como prueba de la portuguesidad de esta lengua, pero que aparentemente indica todo lo contrario: su hispanidad. Hasta ahora no hemos hecho más que mencionar algunos ejemplos sueltos, para mostrar hasta qué punto la teoría portuguesa, que contaba con tal avalancha de supuestas pruebas y de supuestos ejemplos que muchos la consideraban virtualmente indudable, se deshace en pedacitos ante el menor análisis lógicamente científico. Podemos agregar todavía un sexto y un séptimo error metodológico. El sexto consiste en la utilización de palabras comunes al Caribe entero o aun de | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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palabras caribes, indígenas. Así, Lenz menciona el papiamento batata, procedente según él del portugués batata, en oposición al español patata. Pero esta palabra proviene de la lengua caribe, indígena en esta región, de modo que penetró desde aquí al español y al portugués, y no al revés. Por lo tanto, no se le puede utilizar como prueba de nada. Por lo demás, este error es bastante común, y así el mismo Lenz menciona el papiamento ararut, comparado con su equivalente castellano sagú, y dice que ‘es evidentemente derivado del inglés arrowroot’. Esto es muy curioso, porque araruta existe en varios dialectos castellanos y brasileños de la región del Caribe, y los etimologistas hispanistas (p. ej. Santamaría) dicen que es una corrupción del inglés arrowroot, mientras que la mayoría de los etimologistas del inglés están de acuerdo en que la palabra inglesa es una adaptación (por etimología popular) de la palabra indígena araruta. Como vemos, hay que ser muy cautos en la utilización de los indigenismos como argumentos. El séptimo error metodológico - y lo hemos dejado para el final porque creemos que es el más importante - consiste en suponer que el papiamento mismo no ha tenido ninguna evolución interna durante sus dos y medio o tres y medio siglos de existencia. Esto, por supuesto, no puede ser cierto, ya que las lenguas estáticas no existen. El español ha cambiado en ese tiempo, como lo ha hecho el inglés, el japonés o cualquier otro idioma, aun el latín en cuanto lengua de la Iglesia. Las formas actuales del papiamento no constituyen necesariamente prueba de cómo era una palabra en el momento de su adopción en este idioma. Primero es necesario establecer las leyes fonéticas del papiamento, las reglas de su evolución interna. En la Universidad de Ottawa, el grupo de que formo parte se dedica en gran parte a esta tarea, y ya hemos encontrado gran número de reglas de evolución. Así, por ejemplo, como se sabe, la /d/ implosiva se vuelve /r/ (tur < tod(o), merdîa < med-día, por < pod(er), etc.), la /s/ ante yod se palataliza (sushi < sucio), la /t/ tras nasal se sonoriza (Punda < punta, hende < gente etc.), etc. etc. Algunos de estos cambios son muy antiguos, ya que p. ej. el topónimo Punda es de muy antigua data, lo cual parece indicar que hende es una palabra muy antigua del papiamento, y sin embargo procede indudablemente del español y no del portugués. En el curso de estos estudios, hemos encontrado numerosas pruebas en el sentido de que, dentro de la evolución interna del papiamento, ha habido un reagrupamiento de vocales simples y diptongos en las palabras de origen español. Este proceso podría describirse como ‘vacilación’ más bien que ‘monoptongación’, en lo general; pero al final, en numerosas palabras que originalmente tenían un diptongo, éste fue remplazado por una vocal simple, y, en estos casos particulares, se puede hablar de una verdadera monoptongación. No se trata, en definitiva, de una ley fonética en el sentido de que los diptongos españoles se monoptongan, ya que en este caso todos o casi todos los diptongos españoles se corresponderían con vocales simples del papiamento. Se trata más bien de una época de vacilación, que produjo dobletes con vocal y con diptongo para muchas palabras, pero luego una de las dos formas, cualquiera de las dos, se fijó para cada palabra. De esta manera, | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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el papiamento porko procedería simplemente del español puerco y no serviría para probar el origen portugués de esta lengua. A continuación aportaremos nuestros argumentos y ejemplos en este sentido. El proceso, tal como lo hemos descrito, puede parecer sumamente complejo e hipotético, pero no lo es. Se trata de un fenómeno que ocurre muy a menudo y que hizo, p. ej., que la vacilación del español antiguo entre futuros contractos y no contractos fijara finalmente saldrá y no salirá, pero dolerá y sólo dialectalmente doldrá; o querré pero no *morré sino moriré (a pesar de que morraio está documentado en las jarchas). Lo mismo sucede con el vocalismo de cabe: cupo, sabe: supo, pero trae: trajo y solo en la lengua subnormal trujo. En el caso del papiamento, la vacilación original se justifica por el hecho de que esta lengua carece de las desinencias conjugacionales españolas, por lo cual la alternancia we/o y la alternancia ie/e (como en puedo/podemos, quiero/quería) simplemente no tendría sentido para los hablantes que usaban en papiamento los verbos españoles con una sola de sus formas, una cualquiera. En estas condiciones, diptongo y vocal simple debían de parecer equivalentes, y esta equivalencia lógicamente podía y hasta debía extenderse también a palabras no verbales, ya que dos sonidos o son o no son equivalentes en la lengua (donde, según Saussure, solamente hay identidades y oposiciones). Esta vacilación pudo existir por cierto período, pero luego desapareció y la fijación de una u otra forma (con diptongo o con vocal simple) no necesariamente obedece a una regla fija. Donde se fijó el diptongo, no podemos hoy detectar ninguna irregularidad con respecto al español, y entonces aceptamos sin ninguna observación que, p. ej. el papiamento kuenta viene del español cuenta. Donde se fijó la vocal simple como en porko, a primera vista daría la impresión de un origen portugués. Sin embargo, aun en estos casos podemos aceptar el origen español con la interpretación que acabamos de hacer y, entonces, con respecto al español, podemos describir el fenómeno como ‘monoptongación’. Creemos estar en condiciones de probar que este proceso de vacilación y de fijación irregular sucedió verdaderamente. En primer lugar, encontramos algunas palabras del papiamento con vocal simple, que sin embargo no pueden proceder del portugués, porque ya sea la forma o bien el significado son muy diferentes en portugués; por tanto, son palabras españolas con ‘monoptongación’:
Estos son solamente algunos casos que nos parecen completamente indudables. No incluímos formas del papiamento tales como audencia, balente, cencia, que se dan también en el español sudamericano actual sin diptongo y que, por lo tanto, | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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podrían también ser venezolanismos relativamente recientes. Agregaríamos todavía el pap. bin ‘bien’, que no podría explicarse por el portugués bem. Un argumento todavío mucho más poderoso y, a nuestro juicio, terminante a favor de la teoría de la vacilación, es la presencia de diptongos en papiamento donde tanto el español como el portugués tienen vocales simples:
Como vemos, la vacilación resultó en ‘desplazamientos’ en ambos sentidos. Como corolario, encontramos también ‘monoptongación’ de otros diptongos, como p. ej. de ua en lenga ‘lengua’, que no puede ser portugués por la vocal de la primera sílaba. También existe la transformación de un diptongo en otro, como p. ej. pap. kwere ‘quiere’. En definitiva, palabras del tipo porko que constituían la mayoría absoluta de las pruebas aducidas en favor de la portuguesidad del papiamento, podrían más bien provenir del español. Con esto, se deshace el argumento predilecto del portuguesismo. Peor todavía es el caso de fordi ‘desde’, que solía ser explicado por fora de, en oposición a la forma diptongada del español. En primer lugar, Lenz y los demás que utilizan esta forma, no mencionan el hecho de que también es común la variante diptongada fwerdi, que encontramos en nuestras grabaciones. Más importante todavía es el hecho de tratarse de una sílaba no tónica, sino proclítica, y es sabido que en posición proclítica we corresponde muy a menudo a o. Así, por ejemplo, el latín dominum dio en español dueño cuando llevaba acento, pero Don en posición proclítica. También se conoce el cambio pues > pos en posición átona, y en varias partes de la América Española (p. ej. en el Uruguay) se dice ¡Bondía! en vez de ¡Buen día!. Por lo tanto, fordi no probaría nada, aun si no existiera la variante diptongada. Creemos que con las obras de Maduro y con lo que aquí llevamos dicho, puede darse por eliminada la original teoría portuguesista de Lenz, Navarro y otros. Queda, sin embargo, la teoría del proto-criollo afro-portugués, defendida por Van Wijk, Valkhoff y otros, que nos proponemos examinar a continuación. Ya hemos mencionado de qué se trata, y ahora agregaremos que la razón del nacimiento de esta teoría y a la vez su principal argumento radica en la existencia de muchos elementos, gramaticales más que léxicos, comunes o similares entre las muchas lenguas criollas que se conocen en regiones entre sí muy distantes del mundo. Esta teoría relativamente nueva ha ganado adeptos muy rápidamente, puesto que es innegable que las diversas lenguas criollas tienen sorprendentemente muchos elementos en común. Lo que a nuestro juicio no es correcto es la conclusión o deducción que se saca | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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de este hecho. En efecto, lo único que este hecho prueba es este hecho mismo, o sea que hay ‘algo’ en común entre las muchas lenguas criollas. De ahí saltar a la conclusión de que este elemento común sea un origen común, un proto-criollo, es un salto sumamente temerario. Mucho más lo es suponer que tal proto-criollo haya sido afro-portugués. Esta conclusión solo podría sostenerse si se probara que los elementos en común no son africanos, sino portugueses, y si no hubiera ninguna otra hipótesis que explicara todos los hechos conocidos. Ni una cosa ni la otra sucede. La teoría del proto-criollo se basa en dos presunciones, una externa y la otra interna, y ambas, a nuestro juicio, falsas. La externa consiste en la suposición de que el tráfico de esclavos ha estado, durante los siglos del coloniaje, en manos de los portugueses, y que por lo tanto éstos se comunicaban con los esclavos en una especie de portugués africanizado. Doble error, ya que está sólidamente establecido que españoles y holandeses han realizado siempre un tráfico de esclavos muy intenso también, y porque en realidad, si tratamos de imaginar las relaciones entre los esclavistas y los esclavos, no vemos ninguna necesidad de suponer que haya habido comunicación lingüística apreciable entre ellos. Por supuesto, tal comunicación era necesaria una vez que el esclavo se encontraba en poder del comprador y realizaba sus tareas; pero esto no justificaría la suposición de un proto-criollo. Mientras los esclavos se hallaban en Africa, a punto de ser embarcados, o bien cuando se hallaban a bordo, no imaginamos sino una esporádica comunicación entre los esclavistas y los capataces o tratantes, y esto podría - tal vez - explicar un pidgin, pero de ningún modo un proto-criollo. Por lo demás, frente a las muchas fuentes documentales que indudablemente prueban que el portugués era conocido en el Occidente de Africa, tenemos muchas otras que afirman que los esclavos que llegaban a América no podían entenderse entre ellos en ninguna lengua (véase la tesis de Lewis en nuestra bibliografía). Toda esta documentación contemporánea no es, pues, contradictoria y no es necesario pesar documento contra documento, ya que podemos muy bien aceptar la validez de todos ellos y entonces ante nuestros ojos aparece justamente una situación como la que acabamos de esbozar: un Africa Occidental donde en cada puerto o factoría hay unos pocos tratantes que son capaces de entenderse en portugués, y una gran masa de esclavos que desconoce esa lengua completa o casi completamente. Una típica situación pidgin, pero no un proto-criollo. La presunción interna consiste en la creencia de que la serie de elementos que ocurren en todas o en muchas de la lenguas criollas, son elementos de origen portugués. En efecto, solo en ese caso podría su amplia distribución justificar una hipótesis de proto-criollo. Y bien, cabe señalar que algunos de estos elementos también (pero no necesariamente) se explicarían como portugueses, pero otros no. En cambio, todos se pueden explicar como africanos, apenas se haga un estudio sistemáticamente comparativo entre las lenguas criollas y las lenguas africanas de la costa de | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Guinea. Justamente, creemos que la gran debilidad de los estudios realizados hasta ahora en que se ha supuesto ‘alguna’ influencia africana, pero no se ha estudiado sistemáticamente en qué consiste ella. En la Universidad de Ottawa hemos podido emprender un estudio comparativo sistemático que nos fue posibilitado por una subvención del Canada Council. Ella está lejos de haber terminado, pero ya ha dado resultados sorprendentemente fecundos para la comprensión de la estructura gramatical del papiamento y de otras lenguas criollas, estructura que se nos revela ahora como totalmente africana, al menos en todos aquellos aspectos que se suelen citar como supuestas pruebas de un proto-criollo afro-portugués. Veamos por ejemplo los pronombres personales mi, bo, e (o le), que se dan en papiamento y en casi todos los otros criollos. Los estudiosos atribuyen estos pronombres al portugués, cosa que en realidad nunca hemos comprendido, ya que con más facilidad podrían proceder del español, mí, vos, él. En realidad, Rafael Lapesa y algunos otros estudiosos atribuyen la segunda persona bo al español vos. Lo que llama la atención en primer lugar es la incoherencia de este supuesto sistema, ya que en la primera persona tendríamos un préstamo de una forma oblicua, mientras que en las personas segunda y tercera nos veríamos ante formas rectas. Esto simplemente no es como suele funcionar el préstamo lingüístico. En cambio, toda una serie de lenguas de la costa de Guinea, entre ellas el Ga y el Adangme, tienen como pronombres personales, de primera persona mi, de segunda persona bo, y de tercera persona le boo e. También estas lenguas tienen las formas enfáticas con e-, i- o a-. Esto coincide tan perfectamente con el papiamento, que no parece necesario suponer ninguna procedencia, ni española ni portuguesa. En cuanto al pronombre nan, ya es muy sabido que es africano. Si miramos ahora la conjugación del papiamento, vemos en seguida dos cosas importantes. En primer lugar, que las funciones temporales no existen, sino solamente los aspectuales. Por lo tanto, todo el paradigma de la conjugación del papiamento es completamente diferente de la castellana o de la portuguesa o de cualquier otra lengua europea, y en cambio muy parecido a los paradigmas africanos. Así, nosotros no hablaríamos en papiamento de indicativo y de subjuntivo. Hay frases de papiamento como pa e bini que Goilo llama frases de subjuntivo, por la simple razón de que su traducción al castellano sería ‘para que él venga (o viniera)’. Pero esto no significa que, por ser su traducción castellana un subjuntivo, se trate de un subjuntivo en papiamento también, porque entonces igualmente deberíamos decir que es un infinitivo, ya que su traducción al inglés sería for him to come. Y no puede ser infinitivo y subjuntivo a la vez. Por las mismas razones, tampoco hablaríamos - como lo hace Goilo - de condicional, de presente, pretérito, y por supuesto mucho menos aun de antepretérito o de pospretérito. En cambio, encontramos en el papiamento tres categorías aspectuales, ambas binarias: continuativo/no-continuativo, perfectivo/imperfectivo, real/hipotético (no-real). | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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La partícula ta, que se suele confundir con el verbo auxiliar ta y, por lo tanto, suele ser atribuída al portugués Qpor qué no español?) está > tá, es la marca del continuativo y significa que la acción del verbo está en progreso. En efecto, comprobamos que existen en papiamento dos diferentes palabras con la forma ta, pero con comportamientos tonales y sintáctico-tonales completamente diferentes. Una representa el verbo ‘ser’ o ‘estar’, y, a falta de datos más precisos, estamos por el momento dispuestos a aceptar su origen español, ya que, en efecto, en la América Española es también común la pronunciación ta en vez de estar y de está. Sea o no español, este verbo constituye un préstamo léxico, más que gramatical. La palabra homónima es la partícula de conjugación ta, que expresa el aspecto continuativo. Ambas pueden combinarse también, ya que, por supuesto, el verbo copulativo o alexemático también puede presentarse en el aspecto continuativo, y, en este caso, tendríamos la combinación ta ta, como en bo ta ta per novidá (tomado de nuestras grabaciones). Pero esta combinación ha caído aparentemente en desuso, tal vez por cacofónica, tal vez por el sentido cuasi-aspectual del verbo mismo, y se conserva solamente en el lenguaje enfático, como en el ejemplo que acabamos de transcribir y en otros que poseemos en nuestras grabaciones. En el lenguaje llano, el verbo copulativo ta se construye sin la partícula continuativa ta, lo mismo que otros verbos cuasi-aspectuales como tin ‘tener’, por ‘poder’, sabi ‘soler’, mester ‘precisar’, kier ‘querer’. En cambio, como veremos más adelante, se conserva la combinación ta ta con mayor frecuencia cuando se interpone la partícula perfectiva ba, en la expresión tábata (= tá + ba ta, lo mismo que tá + ba tin). La partícula a expresa el perfectivo, o sea la acción terminada, la acción que ya ha tenido lugar, ya sea en el momento en que se habla, o bien en el momento a que uno se refiere. Tiene como variantes, en el lenguaje más popular, wa y aun ba. La partícula lo expresa la hipótesis, esto es, la acción que no se sabe si es real. Por consiguiente, expresa también todo futuro, ya que lo futuro es siempre hipotético; pero no solamente lo futuro es hipotético. La ausencia de una de estas partículas expresa el otro término de la categoría respectiva. Estas tres categorías aspectuales se pueden combinar también, y así obtenemos los aspectos complejos del verbo papiamento, como ‘continuativo imperfectivo real’, ‘no-continuativo imperfectivo hipotético’ etc. etc. Por supuesto, existen ocho ‘aspectos complejos’, que corresponden al producto cartesiano de los tres aspectos simples, y las marcas formales son también ocho, el producto cartesiano de ta, a, lo o sus respectivas ausencias. De esta manera, la conjugación del papiamento se nos revela como perfectamente regular, diríamos casi que la más regular que hasta ahora hayamos visto en lengua alguna. Teniendo en cuenta que el orden de las partículas es sin excepción siempre el mismo: lo + pronombre personal + ta + a + verbo (o las respectivas ausencias), el paradigma completo es el siguiente: | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Para la mejor interpretación de este cuadro, debemos observar que existen en papiamento dos formas diferentes y aparentemente equivalentes de lo que comúnmente se denomina ‘pretérito imperfecte’: la forma tábata y la forma táa. Parece ser que la primera es considerada más culta, la segunda más vulgar, a tal punto que en los trabajos gramaticales normalmente no se le menciona, a pesar de ser de uso sumamente común. La forma tábata se compone al parecer, en su origen, de la partícula continuativa ta, más la partícula perfectiva en su variante ba (a veces wa) más el verbo auxiliar o alexemático ta. En este sentido, suponemos que oríginalmente esta combinación se usaba solamente delante de sustantivos y adjetivos, como taba ta pretu ‘era negro’. Una construcción similar se usaba y se usa hasta hoy con el verbo tin ‘tener’: taba tin ‘tenía’. Con el correr del tiempo, la construcción taba ta empezó a usarse también delante de verbos, como taba ta kome en vez de *taba kome. En cambio, con la variante a en vez de ba o wa, seguimos teniendo táa kome y no *táa ta kome. Excepcionalmente, sobre todo en forma enfática, escuchamos también táa ta kome, pero no es la regla. La forma táa es una combinación de las partículas ta y a, y su función significativa también es una combinación de continuativo y perfectivo: una acción continuada, de cierta duración, pero ya terminada en el momento de hablar. Esto concuerda bastante bien con el uso del ‘imperfecto’ castellano. La pronunciación de táa es con vocal larga, tónica y de tono alto, mientras que ta (simplemente continuativo) tiene vocal breve, átona y de tono bajo. Encuestas que hemos realizado en Curaçao nos han mostrado que el rasgo primario o pertinente es el tono, mientras que la cantidad vocálica y la intensidad constituyen rasgos accesorios. Esto confirmaría la hipótesis de que táa es una contracción, cosa por lo demás muy característica de las lenguas del Oeste de Africa. Resulta muy claro que táa y tábata son variantes alomórficas. La tabla que antecede, resulta coherente en ambos sentidos: primero, porque incluye todas las formas verbales existentes en la lengua y, segundo, porque atri- | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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buye un solo valor a cada forma. Resuelve así los problemas que planteaba el paradigma ‘hispanomorfo’ empleado por Lenz, Goilo etc., y que son los siguientes: primero, la dualidad de valor del llamado ‘subjuntivo’ (la misma forma y la misma construcción con pa y con si); segundo, dos ‘condicionales’ cuya delimitación mutua no resultaba clara; tercero, la ausencia de la forma lo mi ta kome en los paradigmas convencionales, debido probablemente a que no se le pudo encontrar ninguna equivalencia en el paradigma español. Esta forma existe, sin embargo, y el mismo Goilo la usa en su texto, aunque no la menciona como parte del paradigma (p. ej. lo mi ta kome en la pg. 83). Nosotros lo llamaríamos ‘hipotético continuativo imperfectivo’, lo cual corresponde a su significado real en la lengua. Vemos por consiguiente que la conjugación no corresponde ni al español ni al portugués, sino que sigue moldes definidamente africanos, en cuanto a las funciones esencialmente aspectuales del paradigma. Veamos ahora la procedencia de las formas que corresponden a estas funciones. Aquí también, lo usual es que se atribuyan las formas al portugués. Casi todos los lingüistas y gramáticos que se ocuparon del papiamento y de otras lenguas criollas, concuerdan en que ta es el verbo auxiliar que procédé del portugués; nosotros no vemos por qué no del castellano. A sería simplemente el verbo auxiliar ha (como en ha comido), y aquí tenemos que observar que el portugués no usa este verbo auxiliar para formar el pretérito, sino ter. No obstante, aquí no tiene sentido insistir en este problema, que se aclarará en lo que sigue. La tercera partícula, la del llamado ‘futuro’, o sea lo, es interpretada generalmente como procedente del portugués lôgo (que significa ‘luego’). Veamos ahora qué nos revela la comparación con las lenguas africanas de la costa de Guinea. La lengua Nkonya, de Togo, tiene un aspecto habitual, representado exactamente por la partícula ta. La lengua Awutu, del Sur de Togo, tienen téé con el mismo valor. Algunas otras lenguas vecinas usan ka para este aspecto. Esto explica el uso de ta con una variante ka en papiamento, con el mismo valor. En cuanto al ‘futuro’, el Awutu y el Akan tienen un prefijo lé/láá para el futuro intencional. Y para el perfecto, el Nkonya y el Akan tienen un prefijo -a-. Por consiguiente, mientras la interpretación hispano-portuguesa suponía partículas de muy diferente valor tomadas al azar de cualquiera de las dos lenguas y alterando forma y función, la hipótesis de un origen africano nos muestra un sistema coherente que pasó tal cual era al papiamento. Evidentemente se requerirán todavía muchas indagaciones para situar precisamente el origen de estas partículas, pero desde ya creemos poder afirmar que en papiamento provienen de alguna lengua de la Costa de Guinea, tanto por sus funciones como por sus formas. Podríamos continuar con los ejemplos africanos (p. ej. las lenguas de la familia Volta tienen también -a- para el perfecto, o que, como lo menciona también Lewis, ba tiene valor perfectivo en algunas lenguas bantu), pero creemos que alcanza con las indicaciones que preceden para justificar esta nueva | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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dirección en las investigaciones. Otro tanto podemos decir de la partícula de negación. En las lenguas Volta, como Akan y Ga, la partícula de negación es N-, que va generalmente delante de las partículas de aspecto. Si, por ejemplo, e ta bai y mi por fueran frases de esas lenguas, su negación sería e'n ta bai, mi'n por respectivamente. Es fácil de ver que esto es exactamente lo que sucede en papiamento. Por lo tanto, no creemos que se trate de una ‘reducción’ del español no o del portugués nâo, sino de una partícula de origen africano, completamente ajena a las lenguas ibéricas. Escribiríamos en papiamento mi'ƞ ta bai en vez de mi r'ta bai. Esto correspondería mejor a la pronunciación real y al comportamiento tonal, que es completamente diferente del comportamiento tonal de no o nu que también existe en papiamento y que bien puede ser de origen español. El sistema de número gramatical es también idéntico a la lengua Ga. Se expresa mediante un sufijo, que se omite cuando en la frase hay un numeral u otra palabra que expresa cantidad. También es idéntico el sistema de género gramatical, ya que al sustantivo se le agrega simplemente la palabra que significa ‘mujer’. En el papiamento, en este caso, tenemos una forma de origen español muhé, pero la construcción en sí es netamente africana. En fin, podríamos seguir adelante, mencionando los verbos seriales, como mi ta bula bai, o bien el a laga su glas kai kibra, que son construcciones típicamente africanas; o la iteración nominal, como en ta kome mi ta kome, ta skirbi mi ta skirbi; las construcciones impersonales con sujeto nan, como en nan a mand'e bai, etc. Todo esto apunta hacia una influencia africana muy grande en la gramática. Lo interesante es que justamente estos fenómenos y estas formas de origen africano son los que se repiten en casi todas las otras lenguas criollas y que, interpretándose por el portugués, se tomaron como pruebas de un proto-criollo afro-portugués. Resulta, sin embargo, muy claro que, siendo africanos, su justificación en tantas lenguas criollas no requiere suponer ningún ‘proto-criollo’, ya que entonces pueden haber sido introducidos de las lenguas africanas y por los hablantes africanos directamente a cada lengua criolla. Recapitulemos: De nuestro examen resulta bastante claro que las supuestas pruebas de portuguesidad no son fehacientes, y que el papiamento es una lengua de léxico español y no portugués, con una gramática africana, no portuguesa. Es absolutamente típico de las lenguas criollas, actuales o del pasado, poseer una gramática procedente de una lengua y un léxico procedente de otra, a tal punto que hay quienes utilizan esta dualidad para definir el concepto de ‘lengua criolla’, definición que por otra parte no compartimos. Léxico español significa que la lengua criollizada ha sido justamente la castellana, o sea que el papiamento se formó sobre la base de la criollización del español en una zona o región hispano-hablante, probablemente en Curaçao y Aruba. Esto es, que no se trata de una lengua importada, sino autóctona, creada aquí mismo. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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La gramática es africana, y esto podría tal vez explicarse mediante un protocriollo (aunque no necesariamente afro-portugués), llevado a todas las regiones del mundo donde hoy existen lenguas criollas con gramáticas más o menos coincidentes. Pero si esto es posible, en cambio no es necesario. Si las diversas lenguas criollas del mundo tienen gramáticas similares, y los elementos de éstas son de origen africano, no portugués, entonces la similitud puede explicarse directamente por el hecho de que han sido los mismos elementos africanos los que fueron llevados a todas partes. Los africanos que, en diversas partes del mundo, aprendían el español, el portugués, el inglés, o el francés, introdujeron en esas lenguas los mismos elementos gramaticales pertenecientes a sus lenguas originales. Lo que es común es un substrato, no una relación genética que pudiera describirse como ‘proto-criollo’. En una palabra, entendemos por papiamento una lengua creada mediante la aplicación de una gramática de origen africano de la costa de Guinea, a un léxico español del Caribe. Estos son los elementos esenciales, mientras que la pequeñísima influencia portuguesa, la inglesa y la holandesa vienen más tarde, lo mismo que el proceso de rehispanización de base venezolana. No es necesario decidir cuál fue primero, si el léxico penetró paulatinamente en la lengua de los africanos, o si la gramática africana penetró paulatinamente en el español que los africanos intentaban hablar. La conservación de los comportamientos tonales africanos parecería indicar lo primero. Sin embargo, la cuestión es bizantina, ya que, a nuestro juicio, el papiamento no es ni una cosa ni la otra, sino algo completamente antillano, confluencia de ambas. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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