A guisa de introduccion
El tiempo pasa y nosotros con él. Con nosotros pasan las costumbres, los hábitos y todo lo que constituyó atractivos especiales de nuestro tiempo. La evolución es ley ineludible y el progreso un ‘Juggernaut’ que todo lo aplasta a su paso. Y así tiene que ser; puesto que la vida es perpetua renovación, y ni aún la muerte es estancamiento porque, al fin y al cabo, no es más que una de las fases del proceso de la vida, como lo es cualquier otro cambio.
Para darse cuenta de que hay un Curaçao que se va, basta retroceder con la imaginación algunos años y encontraremos que, a pesar de la lentitud con que se operan los cambios entre nosotros, se hace patente que la evolución natural e incontenible va haciendo que el Curaçao de ayer vaya desapareciendo. Las tendencias, las costumbres, las cosas típicas, van cediendo su lugar a otras nuevas, traídas por el cambio imperativo, que no respeta obstáculos que impidan su marcha.
Sin tratar de estudiar las ventajas o desventajas, los inconvenientes o conveniencias de estos cambios, escribo estas páginas como reminiscencias puramente personales, de lo que he visto o he oído y que ha quedado guardado en el archivo de mis recuerdos.
Por otra parte, cuando se ha doblado la esquina que oculta medio siglo, es incalculable el valor del recuerdo. Es éste tan grato y placentero, como lo es la anticipación y la esperanza de los días juveniles, en que todo parece color de rosa.
Los de mi tiempo, los que conocen lo mismo o mejor que yo lo que escribo en estas páginas, no dudo que se sonreirán al calor de estos recuerdos. Los jóvenes, los que hoy se inician en la vida, hallarán un punto de comparación para determinar, si avanzamos o retrocedemos, si mejoramos o empeoramos, al través de estas notas personalmente vividas y sentidas.
No tengo para mi ilustración ningún dato especial, ninguna obra histórica y sólo confío en la reserva de mi memoria y uno que otro dato que algún amigo me pudiera sugerir. Con seguridad, pues, incurriré en frecuentes errores cronológicos, numerosos anacronismos y equivocaré nombres y datos personales, que el lector excusará, pero que en realidad no efectúan cambios de importancia en las narraciones. He añadido algunos capítulos netamente históricos, bastante anteriores a mi tiempo que, aunque he oído hablar de ellos, no hubiera podido escribir nada interesante de los mismos, sin recurrir a textos de historia que reafirmasen informaciones obtenidas de otras fuentes. Para estos capítulos, tuve que recurrir a la documentación que me fue posible obtener. No serían extraños, pues, errores cronológicos en estos capítulos también.
De todas maneras, si estas páginas lograsen entretener al lector y hacerle conocer, si lo ignorara, la vida de hace medio siglo en Curaçao, este libro habrá llenado su objeto.