Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd68. William I. ThompsonEl profesor William I. Thompson enseña humanidades en la Universidad de York, en Toronto, Canadá. | |
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para el New York Times y varias revistas, entre ellos ‘The Individual as Institution’, publicada en Harper's en septiembre de 1972. ¿Conviene usted con Erik H. EriksonGa naar voetnoot1 en que el hombre ya no puede cultivar ilusiones sobre su propia naturaleza o la de su especie o, en todo caso, sobre aquellos (seudoespecies) a quienes llama enemigos?Ga naar voetnoot2
Creo que la amenaza de aniquilación que pesa sobre el planeta está suscitando una reacción expresable en los términos de lo que Toynbee llama ‘reto y respuesta’. Algunas de las ilusiones que nos hemos formado acerca de la naturaleza de la realidad son parte del periodo industrial-empresarial, entre ellas, por ejemplo, ideas como la de que la naturaleza ha muerto, de que podemos imponer nuestra voluntad sobre ella, de que la naturaleza es un vacío que hay que desarrollar y convertirla en parques de estacionamiento, en Tokios, y cosas parecidas. Al dirigirse por otro camino la cultura, adquiriremos un concepto radicalmente nuevo de la naturaleza, la inteligencia, el yo y la sociedad. Se trata de un salto cuántico en la evolución humana. Por ejemplo, una de las viejas ilusiones sostenidas por la sociedad industrial era que el mundo estaba dividido entre naturaleza (materia muerta e inerte) y conciencia (subjetiva, irreal y plena de mero sentimiento). Nunca se confió en el sentimiento, por cuanto no se suponía real. El sentimiento podría decirnos que un bosque era bonito y, por tanto, digno de conservarse; pero la realidad, con su economía, nos mostraba que con él podía obtenerse ganancia. Por consiguiente, al hombre de la sociedad industrial se le enseñaba a desdeñar sus sentimientos, su cuerpo, las clases inferiores, los problemas de la pobreza y cosas por el estilo, y a vivir de manera valiente y viril, desarrollando la realidad dondequiera que la encontrara. Ahora bien, la noción de que la realidad está dividida entre materia y conciencia es absolutamente falsa. Es más bien un continuo en el que hay masa, hay energía y, además, hay conciencia. Podemos re- | |
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correr este continuo hacia adelante y hacia atrás. La conciencia puede ahora ejercer un efecto directo sobre la masa. La forma en que hemos llegado a descubrir esto es la habitual entre los seres humanos, negativa. Por ejemplo, consideremos nuestro planeta: percibimos claramente una retroacción negativa, que nos informa que con la contaminación estamos destruyendo el planeta. Vemos que podemos surtir algún efecto sobre la naturaleza, ya que la estamos envenenando y destruyendo al punto de llevarnos a nosotros mismos al borde de la extinción. Sin embargo, no podemos imaginar que ésta sea una situación en que exista unión de los contrarios. Podemos ver la retroacción de la conciencia sobre la naturaleza, y la llamamos cultura. En forma más positiva, es posible ahora descubrir la emergencia de una nueva cultura planetaria que está totalmente reorientando la relación entre la mente y la naturaleza. Ahora bien, los industriales, que han estado constantemente deformando la ciencia, nos dicen: ‘No, esto no es cierto, la naturaleza es economía; la naturaleza es estrictamente materia muerta. Las teorías fantásticas y la mecánica cuántica deben desdeñarse.’ El problema que se nos plantea no es que los humanistas no sean lo bastante científicos, sino que la gente que aplica y aprovecha la ciencia como fuente de poder prostituye a ésta e ignora totalmente sus implicaciones, para crear cierta suerte de tecnología administrativa que poco tiene que ver con la naturaleza. La gente que habla de resolver el problema de la cultura humana mediante la aplicación de la ciencia - al estilo, digamos, de la sociedad psicocivilizada de SkinnerGa naar voetnoot5 o DelgadoGa naar voetnoot6 - lo que hace es perseverar en este abuso de la verdadera ciencia. La ciencia, tal como ha sido institucionalizada en las estructuras de la sociedad industrial-empresarial, constituye una grave amenaza contra la cultura humana, pues por primera vez en la historia estamos presenciando cómo un grupo de élite intenta sustituir la cultura por la ciencia de la manipulación y de la conducta. Esto es parte y parcela de la sociedad industrial. Vea usted un ejemplo: Cuando la sociedad industrial celebró por primera vez su propio poder con la gran exposición de Londres en 1851, se provocó un agitado debate en laGa naar voetnoot3 Ga naar voetnoot4 | |
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ciudad sobre, qué debería hacerse con los árboles de Hyde Park. Lo que finalmente se decidió fue no talarlos, sino edificar alrededor de ellos toda la estructura de hierro y cristal. Lo que en realidad sucedió fue que, en el plano de lo inconsciente, la cultura decía por vez primera: ‘Que la cultura circunde a la naturaleza’. Podemos colocar la naturaleza del parque dentro de la cultura, por cuanto ahora controlamos y dominamos la naturaleza.
¿McLuhanismo?Ga naar voetnoot7
No, en realidad, Hegel. Antes que McLuhan. McLuhan nunca ha dado a Hegel el merecido crédito. Esa particular dialéctica, según la cual el viejo medio desechado se convierte en forma de arte en un nuevo medio, es de Hegel. Ahora está en marcha una investigación en el Instituto de Investigación Stanford sobre cómo tratar la crisis y cómo prever el futuro. ¿Cuáles son las fuerzas del cambio cultural? ¿Cómo el sistema de valores, motivaciones e imágenes míticas determinan la conducta de los hombres y las mutuas relaciones entre éstos? El designio que se persigue es crear una gran estructura, llamada management, y por medio de ella la ciencia podrá comprender mejor la imagen del hombre, cómo funciona la cultura, para después poder aplicar al proceso el procedimiento de análisis de sistemas e introducir en la estructura del management todo lo que solía ser ajena a él. La cultura funcionaría entonces en los términos dictados por la ciencia de la conducta.
¿Se refiere usted al trabajo de PlattGa naar voetnoot8 en Stanford?
Sí, John R. Platt es un perfecto ejemplo. Es un hombre de buena voluntad. Sin embargo, esto ya no basta, pues los hombres de buena voluntad tienen ilusiones y sus ilusiones pueden engendrar problemas mayores que aquellos que tratan de resolver. El enfoque de Platt en What We Should Do es que hemos de aplicar al planeta un programa explosivo. Una especie de proyecto Manhattan. Reunir a todos los expertos que verdaderamente conocen el problema y que ellos nos arreglen el planeta. En muchos casos son los expertos quienes crean los problemas que padecemos. Es como el médico que ataca al cuerpo con un trasplante de corazón y | |
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después, cuando el cuerpo lo rechaza, inyecta poderosos medicamentos y sigue atacando al cuerpo hasta que, finalmente, el enfermo llega al borde de la muerte. Nunca, en ningún momento, el médico vuelve atrás y se dice: el cuerpo es un sistema orgánico armonioso y, en realidad, con mis curas lo que hago es antagonizar el sistema entero. Platt es un ejemplo clásico de esta forma de proceder. Creo que es netamente un prisionero del antiguo paradigma (al decir paradigma, me refiero naturalmente al sentido que le da Thomas Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas.Ga naar voetnoot9 Tenemos pruebas claras de que está surgiendo un nuevo paradigma en el cual la relación de la inteligencia con la naturaleza es diferente). Lo explicaré de otra manera: Si el universo fuera todo naturaleza, todo materia sin inteligencia, sería un universo uniformemente indiferente, que funcionaría de acuerdo con las leyes de la mecánica, es decir, algo muy parecido a lo que la mayoría de las personas piensan que es el universo. La inteligencia es el subproducto casual del polvo en un planeta insignificante situado en un insignificante rincón del universo. Si tomamos este universo material e introducimos en su sistema mentes que tengan conciencia de la naturaleza y de las leyes naturales, gracias a la matemática y a la ciencia, este nuevo universo ya no sería el mismo de antes, pues ahora existiría en él un ser consciente del universo que lo alteraría y cambiaría radicalmente. Se habría convertido en un sistema enteramente nuevo. La inteligencia genera retroacción en la naturaleza y comienza a cambiar ésta. Lo que llamamos retroacción de la conciencia en la naturaleza es la cultura. Ahora bien, según el viejo paradigma, la cultura es emocional, es sensación, es subjetiva y no es verdaderamente muy importante. Lo que es importante es la base económica, técnica y material de la cultura. Esto constituye la noción vigente en todas las ciencias sociales y en la mayor parte de las ciencias naturales. La dificultad estriba en que nosotros no nos damos cuenta -o empezamos apenas a dárnosla, en vista de la crisis ecológica- que el efecto y la retroacción de la cultura sobre la naturaleza son tan poderosos que pueden verdaderamente cambiar la estructura de la naturaleza, hasta el punto, por ejemplo de la energía nuclear o la fusión nuclear. Ahora percibimos esto en la crisis planetaria, porque nuestra cultura se ha hecho visible en la atmósfera contamina- | |
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da. Nunca antes había sido visible. En otro tiempo, cuando se hablaba de la cultura se la situaba en alguna isla o ciudad. No existía noción alguna de una cultura planetaria. Por consiguiente, la retroacción planetaria, la retroacción negativa de la contaminación, ha hecho que todos ahora seamos críticamente conscientes de lo que es la cultura, de que es intensamente poderosa y de que si no nos comportamos cuidadosamente llegaremos a destruir realmente la naturaleza. En este sentido, la cultura humana es un sistema de conciencia, de matemáticas y formas de puro simbolismo. Creemos que nada material puede afectar la estructura misma de la materia y modificarla. Pero esto es una inversión de la realidad. Casi podríamos decir que el objeto del universo quizá no sea tan importante y poderoso como el sujeto del universo, pues mediante la manipulación de símbolos podemos imitar a las estrellas por medio de la fusión termonuclear y cambiar lo finito. Esto debería hacernos volver al pizarrón y decir: Muy bien, si la relación entre la inteligencia y la naturaleza es tan críticamente importante, ¿cuál será la mejor manera para comprender esta relación? Y John Platt diría: Reunamos a todos los científicos, pues ellos entienden perfectamente la manipulación de los símbolos y las matemáticas. Pero ¿qué hacer con esas anomalías que se sustraen al paradigma científico, como el ‘psíquico’ israelí que tuerce barras de metal mediante la energía psíquica? No creo que los tecnócratas, los profesionales de la administración, vean las anomalías. Las rechazan y dicen: Los viejos paradigmas son adecuados. Pero ellos son prisioneros de la sociedad industrial, y todo lo que pueden hacer es conseguir más y más subsidios del gobierno para formar ‘tanques mentales’ cada vez mayores y crear más y más confusión expresada en papel y máquinas xerográficas y la interminable multiplicación de datos, hasta quemarse y desaparecer en la llama de la sobrecarga informativa.
¿Y la teoría de Skinner sobre la ingeniería del ambiente?
No creo que resuelva el problema en modo alguno, pues el problema es más sencillo y elegante. No creo que la cultura pueda administrarse. La ingeniería de la cultura significa reducción de la cultura. En cierto modo, parece como si siempre habláramos meramente de la estructura social. La cultura es más que estructura social; es formas de conciencia y arte. Por muchos motivos, la genuina percep- | |
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ción cósmica, que comprende la relación entre masa, energía y conciencia, no está realmente contenida en el paradigma, digamos, de la ingeniería de la conducta. Hablé hace poco con Carlos Castaneda,Ga naar voetnoot10 autor de tres popularísimos e importantes libros sobre el modo de conocimiento de la vieja cultura yaqui, sobre las opiniones de los hechiceros del México arcaico. Castaneda es uno de esos pensadores esotéricos que están introduciendo en una nueva cultura planetaria las técnicas hasta ahora secretas de pequeñas culturas. Lo que ahora sucede en esta cultura planetaria es la reintroducción de las antiguas y esotéricas técnicas para la transformación de la conciencia, como la hopi, la india y aun la antigua inglesa. Vamos enterándonos de cosas que se habían mantenido en riguroso secreto. Eso es lo que han hecho los libros de Carlos Castaneda: ahora, medio millón de personas los han leído y se han enterado de las técnicas de hechicería de un anciano indio yaqui del norte de México, al que Castaneda llama Don Juan. Creo que esto es muy importante. Don Juan nos dice que el problema estriba en que, cuando morimos, morimos con nuestra totalidad y por desgracia, mientras vivimos lo hacemos solamente con una insignificante fracción de nosotros mismos. Por tanto, hemos de aprender a vivir en cada momento con la totalidad de nuestro ser y equilibrar así la enormidad de nuestra muerte con la enormidad de nuestra vida. Si consideramos esto en escala planetaria y lo hinchamos, veremos que el planeta irá muriendo en el curso de los próximos cincuenta años (cito al Club de Roma), y muriendo con la totalidad de sí mismo. Por culpa de la Anglo-Dutch Petroleum y la Standard Oil, los habitantes de las aldeas de la India y de todas partes morirán, pues morirá el aire. Y una vez que la humanidad se derrumbe lo habrá hecho con la totalidad de su ser. La dificultad es que, en este momento, sólo vivimos con una insignificante porción de | |
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nuestro ser. Vivimos con esas nociones industriales elitistas de unos cuantos tecnócratas, administradores y expertos que intentan sustituir el vasto panorama de la cultura humana por una visión singular: la de las empresas multinacionales. Esto no es la totalidad de la cultura. Irónicamente, es una ilusión. Es una extensión de la visión del administrador: evidentemente, las corporaciones multinacionales han de continuar desarrollándose, contaminando y pensando en términos industriales. No pueden detenerse. No pueden mudar de pensamiento. Pero los científicos jóvenes que ahora empiezan trasladarán su fidelidad al nuevo paradigma y comenzarán a crear una revolución científica enteramente nueva. Esto es precisamente lo que están haciendo los graduados y científicos jóvenes. Mientras los guerreros de la segunda Guerra Mundial, como Walt W. RostowGa naar voetnoot11 o Herman KahnGa naar voetnoot12 proyectan simples tendencias administrativas, los estudiantes graduados en ciencias viran hacia el sufismo, el yoga y la curación psíquica. Ellos constituyen los quinientos mil lectores de los libros de Carlos Castaneda. Tratan de colocar naturaleza, cultura y conciencia en una relación enteramente nueva. Hay más promesa para el futuro en esta nueva mixtura de ciencia y misticismo que en toda la doctrina conductista de Delgado, Skinner o John Platt. El problema es que se nos ha negado el derecho de nacimiento en la ciencia; la tradición de la ciencia en el mundo occidental, a partir del siglo diez y siete, es la gran tradición mística de hombres que poseyeron una conciencia auténticamente cósmica. Pienso en Kleper,Ga naar voetnoot13 que fue un místico; en Newton,Ga naar voetnoot14 que fue un místico dedicado a la computación de las profecías de Daniel y las medidas del templo de Jerusalén; en Pascal, en Descartes. Todos estos hombres fueron ‘espaciados’, para decirlo en la jerga del mundo contemporáneo. Lo que sucedió es que, cuando estos carismáticos visionarios legaron sus derechos de nacimiento | |
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y su herencia, sus descendientes recibieron los resultados, su carisma se hizo rutina y se crearon instituciones donde los mediocres podían aprender. De todo este proceso, grandeza de la ciencia se hizo eficaz por el desarrollo administrativo y la tecnología. Esto fue muy útil durante cierto tiempo y contribuyó a extender a todo el mundo la tradición científica, por mediación del imperio británico. Con todo, hemos llegado al punto en que esto se ha convertido en amenaza. Hemos de regresar a nuestra tradición científica original del siglo xvii, al que Whitehead llamó siglo del genio, y aceptar que la ciencia es algo más que simple manipulación conductista. Lo irónico del caso es que los portavoces de la solución científica de la crisis planetaria son, en las ciencias naturales, malísimos científicos. Si tomáramos la teoría de la ciencia de la filosofía de Skinner y tratáramos de relacionarla, por ejemplo, con la filosofía de la naturaleza, veríamos que las hipótesis de Skinner son increíblemente ingenuas, muy mecanicistas al estilo decimonónico, y tienen poco que ver, digamos, con la mecánica cuántica o el pensamiento científico más avanzado de hoy. Aun en nuestros días existen muchos grandes científicos de los que podemos decir que están orientados místicamente. Muchos de los estudiantes hippies rechazan la ciencia por creerla maligna. De la ciencia, ven la ciencia industrial, y piensan en Skinner, Delgado, Platt y Herman Kahn. Y esto es una tragedia, pues creen hallar en una insensata rutina la solución a nuestro problema planetario, cayendo así en la adicción a las drogas y todas esas cosas. Si recibieran una educación auténticamente adecuada sobre la ininterrumpida tradición de la ciencia mística y contemplativa, percibirían que no existe verdadero conflicto entre lo mejor de nuestra tradición artística y la matemática. Nuestro objeto debiera ser volver a unir la ciencia y el misticismo, para lo cual habríamos de cambiar enteramente nuestras formas de educación y separarnos de la educación industrial. Ésta es la razón por la que he criticado al mit.Ga naar voetnoot15. El mit es, si algo, culpable de haber propagado la ilusión de que la ciencia es mecanicista y positivista y de haber tratado de negar el componente creativo, imaginativo y visionario de la ciencia, en beneficio de la obtención de ganancias. Debemos reunir todas esas anomalías del misticismo, la curación psíquica y la psicocinésis y edificar con ellas una nueva imagen del hombre y un nuevo sentido de la relación entre masa, energía y conciencia. Y eso es lo que | |
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está sucediendo. Se ve claramente en la ciudad planetaria de Auroville en la India. En la comunidad de Findhorn, al norte de Escocia. No debemos preocuparnos por esto, en el sentido de plantearnos la cuestión de si podemos formar un comité de expertos para que recarguen la cultura. La cultura cuida de sí misma.
Eso es lo que Soleri trata de hacer con sus experimentos de Arizona...
Cierto. Soleri intenta adquirir un sentido planetario, visionario, de lo que debe hacerse, en reconformar la ciudad del hombre...
E IllichGa naar voetnoot15 en el plano educativo...
Illich intenta el cambio, pero sin cambiar la conciencia. No basta con separarse de las escuelas y atraer expertos a Cuernavaca. Estos expertos siguen siendo educadores de la misma clase. Cuernavaca se ha convertido en otro ‘depósito mental’, un depósito mental humanista, muy semejante, a mi parecer, al tanque mental de Herman Kahn. Debemos hablar el lenguaje de las formas específicas de transformación de la conciencia, en virtud de las cuales reaprendemos la antigua pregunta: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
¿Y cree usted que el Oriente pueda ejercer muy poderosa influencia para alcanzar esas metas en Occidente?
No podemos simplemente retroceder y hacernos indios, y por ello hemos de procurar incorporar el misticismo a nuestra tradición científica, mediante el redescubrimiento de que Newton fue un místico. Si verdaderamente llegáramos a comprender la relación entre masa, energía y conciencia, podríamos ver en ella tres estados del ser. Para la mayoría de las personas, la masa es lo que su cuerpo, un montón de carne. No tienen otra conciencia que la del ser reducido a meros órganos. Algunas personas adquieren el respeto por su cuerpo por medio de la yoga, y aprenden que el cuerpo es un campo de energía y vitalidad. Descubren un sistema totalmente nuevo de conciencia. Si se continúa este proceso y se percata uno de formas más y más sutiles de la | |
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conciencia, creo que se descubrirá la retroacción de la conciencia sobre la naturaleza y que la naturaleza puede redirigirse por medio de la conciencia. Esto está muy relacionado con el trabajo de Paolo Soleri, quien habla de la espiritualización de la materia. Está asimismo relacionado con las ideas de Teilhard de Chardin. En el planeta existen lugares, espacios, donde está surgiendo este nuevo paradigma de la naturaleza, el sí-mismo y la sociedad. Yo mismo veo con gran esperanza el futuro de Auroville, en la India, que no es una ciudad india. La construye un arquitecto francés, y hay allí trescientos estudiantes norteamericanos que realizan las labores físicas. Es una ciudad planetaria consagrada a la cultura planetaria. Espero que Auroville aporte más al futuro que el Instituto de Investigación de Stanford o el proyecto tecnocrático Manhattan de John R. Platt, que pretende resolver todos nuestros problemas mediante el diseño del recipiente cultural final para el hombre: su tumba. |
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