Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd65. Kenneth E. BouldingDesde 1967, Kenneth E. Boulding es profesor de economía y director del programa de investigación sobre dinámica social general y económica del Instituto de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Colorado, en Boulder, Colorado. Dando por cierto que gritar ‘que viene el lobo’ es peligroso, ¿diría usted, no obstante, que el Club de Roma es un ‘lobo’ auténtico?Ga naar voetnoot1 | |
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Como ya dije en mis revistas sobre Los límites del crecimiento y World Dynamics,Ga naar voetnoot2 el Club de Roma ha descubierto un lobo auténtico, y su nombre es ‘finitud’. El problema estriba en nuestra incapacidad para predecir el futuro del conocimiento, que es el elemento más importante de la dinámica social. Y esta incapacidad no es de las que pueden superarse mediante métodos mejores, pues va inherentemente ligada al concepto mismo de conocimiento. Si fuera posible predecir lo que vamos a conocer en el futuro, ya ahora lo conoceríamos, ¡no tendríamos que esperar! Sin embargo, esto no obsta para que podamos formular, con cierta probabilidad de acertar, útiles suposiciones sobre el futuro del conocimiento, a condición de estar siempre preparados a recibir sorpresas. El acierto de las predicciones hechas en el pasado ha sido muy escaso, y no hay razón para suponer que las predicciones actuales sean mejores.
Usted ha llamado ‘econósfera’Ga naar voetnoot3 a la economía del mundo.
La Tierra ha de estudiarse como un sistema total, y nuestro conocimiento de este sistema es todavía muy primitivo. A este respecto, las ciencias naturales pueden estar aún más atrasadas que las ciencias sociales. Sabemos más de las cosas muy pequeñas y de las cosas muy grandes que de las cosas de tamaño mediano, como la Tierra. No sabemos cuáles fueron las causas de las glaciaciones ni comprendemos la dinámica de la atmósfera; sabemos muy poco de los océanos y, en verdad, poquísimo de la dinámica a largo plazo de la biosfera. La ecología, como ciencia, no es mucho mejor que la antropología cultural (¡interesantes cuentos sobre extrañas especies!), y todavía no hemos llegado a averiguar si la actividad humana calienta a la Tierra o la enfría. Estamos en verdadero peligro de crear una brecha de credibilidad, | |
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especialmente en las ciencias naturales, en las que se aventuran toda suerte de alegres aserciones sobre cosas de las cuales no es mucho lo que sabemos. Los varios sistemas de la Tierra, litosfera, hidrosfera, atmósfera, biosfera y sociosfera, guardan entre sí cierto grado de independencia, pero hemos de estudiar sus interacciones. Hemos de evitar el quedar demasiado atrapados en conceptos de equilibrio, que es una construcción de la mente humana inexistente en el mundo real, aunque es una muy útil construcción si se utiliza adecuadamente. La Tierra ha sido dominada por procesos evolutivos durante miles de millones de años. Tales procesos son en lo fundamental desequilibrios del sistema, y sería muy sorprendente el que la evolución se detuviera. Sin duda el crecimiento tiene límites, especialmente el de una cualquiera de las especies, pero resulta difícil entrever límite alguno a la evolución, a no ser lo que Tennyson llama ‘ese lejano evento divino hacia el cual marcha toda la creación’, respecto del cual es poquísimo lo que sabemos.
¿Cuál es en realidad el error de la economía como disciplina en la última parte de este siglo?
La falla de la economía es su incapacidad para escapar del marco de los modelos de equilibrio de tipo esencialmente newtoniano o muy simplemente dinámicos, y pasar a un modelo evolutivo que ilumine los auténticos procesos dinámicos de la sociedad. Quizá sea pedir demasiado de la economía, pues lo que necesitamos es una teoría general de la dinámica social. La dialéctica marxista es un conato de tal teoría, pero la considero profundamente errónea. A la larga, la sociedad es dominada por procesos evolucionarlos no dialécticos, los cuales son, como acabo de decir, tormentas sobrepuestas a la marea evolutiva. Por consiguiente, la teoría dialéctica despierta muchas ilusiones, es decir, crea una falsa conciencia, y creo que ha ocasionado mucha miseria humana. No tengo mucho que oponer a una economía basada en la busca del lucro, si por ello se entiende, en términos generales, un sistema en el que la gente tome aquellas decisiones que supone redundarán en su beneficio, y me causan poquísima impresión la mayor parte de los sustitutos del mercado ahora en boga, casi todos los cuales implican el uso de la amenaza como organizador social, en lugar del intercambio. No creo en la superioridad moral de la amenaza. Por otro lado, el mundo se enfrenta al tremendo problema | |
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de crear un contrato social mundial viable que produzca una dinámica que lleve a su extinción esas grandes vergüenzas de la guerra, la pobreza y la enajenación. Ni el capitalismo ni el socialismo pueden lograrlo; ambos han quedado obsoletos a la luz de los verdaderos problemas de la humanidad. Necesitamos ahora un periodo de ardua dedicación al pensamiento y la invención sociales.
Freeman Dyson habla del verdecer de la galaxia y máquinas autorreproducibles compuestas de medio millón de piezas, máquinas que producen máquinas. Von Neumann las ha proyectado y calculado en el papel. Dyson cree que esto está dentro de las posibilidades del futuro. ¿Qué efectos sobre la creciente población del mundo ejercerá esta ‘cornucopia de la ciencia,’Ga naar voetnoot4 como la llama Alexander King?Ga naar voetnoot5 ¿Permitirá el ocio para todos? ¿Nunca más habremos de trabajar?
Soy sumamente escéptico en cuanto a las predicciones tecnológicas, sencillamente por ser tan malo el historial de las pasadas predicciones.
¿Qué piensa del futuro de las computadoras como auxiliares del hombre en la búsqueda de soluciones a los problemas sociales?Ga naar voetnoot6
Como las computadoras son parte de la tecnología, mis comentarios sobre la inexactitud de toda predicción tecnológica se aplican también a ellas. Hasta ahora, su repercusión no ha sido muy grande. Son útiles sustitutos de las matemáticas, una de las más débiles de las ciencias, al menos en su forma de lápiz y papel. Todavía espero que algún modelo de computadora nos traiga alguna idea importante. En consecuencia, los modelos de ForresterGa naar voetnoot7 son tan útiles como el oráculo de Delfos, pero no contienen ninguna idea | |
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que no podamos encontrar ya en Malthus. En los términos de la vida cotidiana ordinaria, lo que hasta ahora nos han dado las computadoras es el cálculo de los intereses compuestos en los bancos, la facilidad de hacer las reservaciones en las líneas aéreas y, como contrapartida, han destruido buen número de hectáreas de bosque a fin de producir sus ilegibles impresiones. La computadora produce información, pero información no es lo mismo que conocimiento. De hecho, como ya he puesto en relieve, el conocimiento suele adquirirse mediante la pérdida ordenada de información, no por la acumulación de ésta; por la eliminación del ruido, y no por el amontonamiento de datos. La computadora bien puede producir más ruido que información valiosa; pero acerca de esto estoy preparado para las sorpresas. Si la computadora pudiera verdaderamente arrojar alguna luz sobre el proceso del aprendizaje humano, esto sólo valdría por todas las perturbaciones económicas externas que al parecer produce.
Carl R. RogersGa naar voetnoot8 piensa que el mundo marcha por el camino skinneriano, lo cual lamenta.
Los modelos de Skinner son buenos para palomas, pero no mucho para las personas, y ello por la fundamentalísima razón de que el sistema de valores de la paloma en su mayor parte está impreso en su sistema nervioso por los procesos del desarrollo genético, mientras que la casi totalidad del sistema de valores del hombre es aprendido por medio de procesos que ni el profesor Skinner ni yo conocemos. A mí, el modelo de SkinnerGa naar voetnoot9 me parece aproximadamente de igual simpleza intelectual que la economía, y tengo muchísima fe en que la enorme complejidad de la gente real sobrepujará siempre las simplificaciones del teórico. Aun así, no creo que deban despreciarse siempre los modelos sencillos, que siempre pueden enseñarnos algo. Sin embargo, estos modelos sencillos resultarán maestros más eficaces si no creemos en ellos demasiado literalmente.
En mi tour d'horizon en torno a setenta hombres de letras y de ciencia he hallado frecuentemente incomprensión y, a veces, franco desdén por parte de algunos hacia el trabajo y teorías de otros. El doctor Philip Handler, presidente de | |
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la Academia Nacional de Ciencias, me habló de una ancha brecha de comunicación que separa entre sí a la mayoría de los hombres de ciencia: ‘No son capaces de escribir lo que los separa.’ ¿Cómo lograr la paz en este planeta que cada vez se empequeñece más, si no se resuelven esos problemas de comunicación?
La parcelación de la gran república del saber entre los incomunicantes y hostiles nacionalismos de las disciplinas es tan deplorable como la división de la humanidad en naciones hostiles e incomunicadas entre sí. Y no es que yo desee abolir disciplinas, naciones o sectas, pues el hombre necesita las pequeñas comunidades tanto como las grandes, y es de enorme importancia conservar la diversidad cultural, si queremos que prosiga la evolución. El crecimiento del conocimiento está en íntima relación con la práctica de la virtud, por ejemplo, el ejercicio de la veracidad, el desprendimiento y la humildad. Tal vez el enemigo mayor del engrandecimiento del conocimiento sea el orgullo, el más mortal de los siete pecados mortales, y al que, vea usted, la república del saber no es inmune. Es indudable que la industria del conocimiento necesita de intermediarios. Se los despreciará, como suele ocurrir con los intermediarios, pero a ellos compete la ejecución de la función esencial de establecer la comunicación entre los especialistas. La paz, entre las personas como entre los pueblos, es algo que tiene que aprenderse. Exige un proceso evolutivo encaminado a levantar formas más complejas de instituciones, información, comunicación y conocimiento, y esto es ahora algo que forma parte del potencial evolucionario de la humanidad al que es relativamente fácil acceder. En rigor, es esto lo que me da esperanza, pues el potencial evolutivo parece tender, de algún modo misterioso, a realizarse. ¿Cómo? Realmente no lo sé. |
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