Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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de Princeton desde 1938 hasta su jubilación, en 1971. En 1963, recibió el premio Nobel de física. Recientemente, en julio de 1972, Alva MyrdalGa naar voetnoot1 dijo en Ginebra que en los dieciocho meses anteriores se habían registrado sesenta y seis explosiones atómicas. ¿Estamos en peligro a cansa de estos continuos experimentos con la fusión del hidrógeno?
Esos experimentos no dañan a mucha gente. Creo que se ha exagerado el peligro de la radiación producida por los ensayos de armas nucleares, y en muchos casos la exageración ha sido muy burda. La mayor parte de la radiación proviene, por supuesto, de las pruebas realizadas por la Unión Soviética. El peligro verdadero no es tanto el que continúen las pruebas, los experimentos, como que se amenace con ataques nucleares o que realmente se realicen éstos. Contra lo que a menudo se lee, la humanidad no sería exterminada, pero se causaría un trauma terrible a las generaciones venideras.
¿Cabría imaginar que se usaran armas nucleares limitadas en Vietnam o en cualquier otra zona de conflicto?
No creo que haya tal peligro en Vietnam, pues los Estados Unidos no van a usar allí armas nucleares, y no me parece que los norvietnamitas tengan armas nucleares a su disposición. En realidad, temo más la extorsión que la guerra nuclear. En otras palabras, temo que algún día un país le diga a otro: si no me permites que destaque regimientos en St. Louis, Chicago, Boston, etcétera, mañana mataremos tantos o cuantos de tus ciudadanos. | |
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Como Hitler hizo con Rotterdam.
Lo que Hitler hizo con Rotterdam. Ese es mi principal temor.
¿Hasta qué punto está protegida la humanidad contra defectos de planeamiento de artefactos nucleares, por ejemplo, los generadores de energía?
La humanidad está segura, pues de ocurrir algún desastre, sólo afectaría a una región limitada. Pero una región limitada sí puede recibir mucho daño, pues todos nosotros somos estúpidos. No podemos prever con certidumbre cómo funcionarán las cosas. Existen ciertos problemas con los reactores, pero no creo que ni siquiera una calamidad total causara daño importante en escala global.
¿Le parece bien el pensamiento del Club de Roma sobre la necesidad de un modelo para estudiar las interacciones de la contaminación, la población, los recursos, etcétera, a fin de administrar el planeta?
Creo que esas cosas pueden ser exageradas. Pienso que hemos de vigilar la contaminación; no obstante, si miro por encima de la cabeza de usted, veo el cielo azul. En los Estados Unidos verdaderamente tenemos suficiente bienestar, suficiente riqueza. Por tanto, podemos evitar la contaminación sobreañadida que resulta del aumento de la producción, sobreproducción que no necesitamos. Ahora bien, la población puede aumentar, lo que llevaría al incremento de la producción y, consiguientemente, de la contaminación. ¿Sabe usted cuánto ha aumentado la temperatura media en los Estados Unidos, como consecuencia de toda la energía que producimos? Usted ya ve que gastamos grandísima cantidad de energía y, sin embargo, el aumento de la temperatura es de una centésima de grado. Algo sin importancia. Pienso que lanzamos al aire gran número de cosas que mejor sería que no estuvieran en la atmósfera. Hacemos muchas cosas, muchas, que son malas, incluso la falsa información propagada por los medios de comunicación, que también es contaminación.
¿Falsa información sobre la ciencia en los medios?
Sobre cualquier cosa. Sobre la política, sobre cómo vota | |
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el pueblo, sobre casi todo. Falsa información sobre Vietnam. También sobre la contaminación, y eso debemos combatirlo. Sin embargo, a mi parecer, se exagera el efecto de la contaminación física sobre la humanidad. No es que yo sea partidario de la contaminación física de nuestro medio. Mi deseo es reducirla; pero hay alguna diferencia entre querer reducir alguna cosa y el considerarla una amenaza contra la humanidad.
Pero vea usted a Japón; allí tienen graves problemas.
La densidad de la población de Japón, como la de Holanda, es mucho mayor que la de los Estados Unidos o la de otras regiones de la Tierra. Y tiene usted razón: si la densidad de la población aumenta a tal extremo, hay que prestar más atención al peligro de la contaminación. Pero aun así, no la considero una amenaza para la humanidad. Son muchas las cosas que deben cambiar y que, sin embargo no nos amenazan. Si mira usted en derredor verá usted libros. No amenazan mi vida; pero, de todas maneras, me gustaría ponerlos en orden. Pero yo lucho contra muchas cosas que no amenazan mi vida, y análogamente, debemos luchar por mejorar la atmósfera y el contorno.
Cuando Rachel Carson publicó su libro Silent Spring comenzó la lucha contra los insecticidas. Habla usted de la falsa información. Bien, Hannah Arendt diría: ‘La realidad derrota al embustero.’ ¿No contribuyó el libro de la Carson a remover el asunto, y no podría Los límites del crecimiento obrar en forma similar?
Sí, contribuyó a remover el asunto, y yo admiro ese libro. Admiro el valor de su autora, su imaginación. Pero no es necesario que yo crea que alguien lucha por la supervivencia de la humanidad para que lo admire. Me parece una obra meritoria, aun cuando no crea que con ella se salve la humanidad.
¿Piensa usted que el mundo se dirige hacia alguna forma de administración mundial?
Tengo un ideal para el futuro del mundo, que no es un mundo único. Creo que de haber un gobierno único para todo el mundo, sería autocrático, supresor. Mi ideal es que haya muchas naciones -quizá no muchas, sino varias, y tal | |
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vez varias culturas-. Y los diferentes gobiernos deberían competir entre sí por la lealtad de sus súbditos. Deberían permitir la emigración de sus países, como hacen los Estados Unidos, y dejar que sus ciudadanos se establecieran en otras naciones. De esta manera, los ciudadanos descontentos de su país o de sus gobernantes podrían trasladarse a donde quisieran. Y de esta manera los gobiernos se sentirían estimulados a procurar el bienestar y la felicidad de sus pueblos, en lugar de luchar entre sí por el poder.
En La condición humana, MalrauxGa naar voetnoot2 cambió al revolucionario en pintor. ¿Cómo podemos hacer habitable el mundo para todos, para las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas, el rico y el pobre? ¿Trasformándolos de qué en qué?
Si yo le contara a usted cuánto ha aumentado el bienestar general en el solo transcurso de mi vida, se asombraría usted. Hace poco leí que hay tres signos de pobreza: el primero, carecer de agua corriente caliente; el segundo, no tener automóvil; el tercero no poseer un radio. Mi abuelo fue médico. Vivió en lo que entonces se consideraba una riqueza razonable. No tenía automóvil y, claro está, tampoco radio; y por lo que hace al agua caliente corriente, no la tenía ni caliente ni fría. Y sin embargo vivió feliz. Nuestra riqueza ha aumentado enormemente, y no creo que la falta de bienestar material sea causa principal de infelicidad. Considero que a este respecto los jóvenes tienen razón; hay suficiente riqueza.
En otras palabras, esta riqueza tiene un límite, y habrá de haber una retrogresión o un crecimiento nulo de la afluencia en el mundo rico, a fin de permitir que el resto del mundo se empareje con aquél.
En ese sentido, un crecimiento nulo de la riqueza sería satisfactorio, e indudablemente, pronto habrá de hacerse muy pequeño el aumento de la opulencia. La mayoría de las personas tiene todo lo que necesita. Hay muchas otras cosas, en el terreno espiritual, que pueden mejorar mucho. Admiro muchas cosas que otros países hacen en relación con el bienestar, pero en los Estados Unidos tenemos suficiente alimentación, casi suficientes viviendas, suficientes medios de transporte, suficientes libros. Estas cosas no son problema para nosotros. | |
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Veinte por ciento de la población norteamericana vive bajo el nivel de la pobreza, y esta porción debería tener oportunidad de emparejarse con los demás.
Ese veinte por ciento bajo la línea de la pobreza me hace recordar siempre a aquel maestro que se lamentaba de que, a pesar de todo su trabajo, de todo su esfuerzo, de todo su ingenio, la mitad de sus alumnos seguía estando debajo del promedio. En cuanto a esa parte del pueblo que vive bajo el nivel de la pobreza, me gustaría que aumentara su ingreso, pero de todos modos su actual nivel de vida está muy por encima del nivel medio hace cincuenta años. Nadie ha de pasar hambre. En cierta ocasión decidí enterarme de cuánto tenía que gastar en alimentación. Fui a la tienda de comestibles y busqué alimento barato. Por dieciocho centavos (de dólar) compré alones y alas de pollo en cantidad suficiente para tres comidas.
Robert McNamara, en la alocución que dirigió en septiembre de 1912 a la asamblea del Banco Mundial, dijo que ninguna de las naciones ricas del mundo había aportado ni siquiera la tasa mínima de ayuda a las naciones subdesarrolladas. ¿Cree usted que estemos obligados con el resto de la humanidad, su porción mayor, mientras gastamos miles de millones en cohetes nucleares?
Bueno, pienso, como le decía a usted, que nosotros ayudamos a la humanidad, pues hemos desacreditado la agresión. La agresión es uno de los peores enemigos de la humanidad, lo mismo que el deseo de algunos gobernantes autocráticos de extender su poder, como está tratando de hacer Vietnam del Norte. Y digo esto aun a costa de hacerme impopular.
Muy bien. En Europa creemos siempre que nuestra libertad está garantizada, desgraciadamente, por los cohetes nucleares de ustedes. Admitimos el hecho. Sin embargo, por otro lado, ¿quisiera usted decirme cuántas veces pueden los Estados Unidos destruir a la Unión Soviética, y cuántas puede destruir ésta a los Estados Unidos y cuánto cuesta esto?
Éste es uno de los aspectos de esa actual deformación de la información que padecemos. Puedo presentar un cálculo que he realizado yo mismo. La Unión Soviética tiene la posibilidad de evacuar sus ciudades; si nosotros disparáramos | |
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contra ella todos nuestros cohetes y las defensas antibalísticas soviéticas fueran totalmente ineficaces, mataríamos un número enorme de personas, enorme, unos seis millones. Más de la mitad de los muertos que tuvo la Unión Soviética en la segunda Guerra Mundial y casi un tercio de los que tuvo como consecuencia de semi ejecuciones de todas clases
Pero, Dr. Wigner, eso sigue dejando al hombre común ante la cuestión de si tal cosa es necesaria. Albert Szent-GyörgyiGa naar voetnoot3 llama ‘cerdos’ a Nixon y a Brejnev, quienes siguen asumiendo la responsabilidad inmoral de producir más y más cohetes, y anuncian que los Estados Unidos pueden destruir a la Unión Soviética mil veces, etcétera.
Ésa es una declaración tonta, incorrecta y absolutamente falsa. Rusia tiene doscientos cuarenta millones de habitantes. Si evacua sus ciudades, Estados Unidos podría matar seis millones de ellos. Evidentemente, no es matar a todos un millar de veces; es la posibilidad de matar a una de cada dieciséis personas, ni siquiera a una de cada catorce. Los Estados Unidos no han aumentado el número o la potencia de sus proyectiles en dos años y medio. En realidad, los Estados Unidos han reducido su potencia en proyectiles en los últimos dos años y medio, pues los proyectiles defensivos soviéticos los han hecho menos eficientes. No las defensas civiles, sino los proyectiles defensivos. Como resultado de esto, los Estados Unidos se vieron forzados a producir sus mirv, es decir, a aumentar el número de sus proyectiles, pero reduciendo mucho más su tamaño, a fin de conservar cierto poder de disuasión, a pesar del creciente número de proyectiles balísticos defensivos de la Unión Soviética. En los últimos dos años y medio, la potencia en proyectiles de los Estados Unidos ha disminuido, no aumentado. No la aumentamos porque esperábamos que la Unión Soviética siguiera pronto nuestro camino. La Unión Soviética no lo hizo, y aumentó su fuerza en proyectiles muy considerablemente. Si alguno dice que los Estados Unidos han aumentado su potencia en proyectiles en los últimos dos años y medio, dice una falsedad.
El New York Times decía hace poco que un submarino nuclear de los Estados Unidos cuesta mil millones de dólares. Por la misma suma podría construirse un sistema de tránsito | |
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para una ciudad norteamericana. ¿Por qué demonios se ha de gastar esa fantástica suma en un submarino nuclear, cuando quedan sin satisfacer tantas necesidades sociales?
No lo sé. No es raro que The New York Times difunda información errónea. No tengo en mi cabeza el costo de un submarino nuclear. No lo sé.
Nietzsche preveía la devaluación de todos los valores. Pienso que usted es un optimista.
Soy optimista por lo que respecta al futuro de la humanidad. Me preocupa cuál deba ser la meta de nuestros esfuerzos. Hay un bello poema húngaro que dice que el hombre necesita una meta, que siempre se está esforzando por algo, bueno o malo. El hombre necesita una meta a fin de llevar una vida que le agrade, y no sé cuál pueda ser la meta futura del hombre. En otro tiempo, todavía en mi generación, la meta era conseguir una vida decente. Ahora esto lo obtenemos gratis la mayoría, al menos en nuestros países. No sé ni por qué meta deba ir el hombre. Me preocupa el bienestar espiritual de la humanidad, no su bienestar físico.
Baudelaire decía que para vivir es necesaria la belleza en nuestras vidas.
Ése es el problema. ¿De dónde viene la belleza? La lucha por la vida cesará si logramos controlar el crecimiento de la población. Si logramos este control, habremos vencido en la lucha por la supervivencia. Me preocupará entonces la lucha por los valores espirituales, por una finalidad, una meta para el hombre; un significado. Éste es el problema que me preocupa, no los problemas materiales. |