Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd45. Edward TellerEdward Teller nació en Budapest, Hungría, en 1908. Estudió física en Leipzig, donde se doctoró en 1930. Ha profesado en muchas instituciones, entre ellas la Universidad de Yale, la Universidad de Londres, la Universidad George Washington, y la Universidad Columbia. | |
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contribuyó a la planeación y la predicción del funcionamiento de las armas atómicas y de la bomba de hidrógeno. Desde 1952 está conectado con el Laboratorio de Radiación Livermore, en Berkeley, California. En el mundo científico y humanista reina profunda preocupación en cuanto al futuro de la humanidad. Para SkinnerGa naar voetnoot1 la cuestión es la supervivencia. El Club de Roma ha realizado un primer intento para examinar la cuestión de cómo administrar el mundo.
Creo que el asunto de la supervivencia es muy importante. Al hombre siempre le ha interesado, y siempre ha tenido buenas razones para preocuparse. Antes del año 1000, fue creencia ampliamente compartida en el mundo cristiano -quizá no por todos, pero sí por muchos- que en el año 1000 ocurriría el fin del mundo. Es todavía mucha la gente que comparte opinión similar. Siempre hay gente dispuesta a profetizar el fin del mundo: en el año 1000, porque éste es un bonito número redondo; en el año 2000, por razones basadas en la existencia de la contaminación, en las explosiones nucleares y en la explosión demográfica. Creo que los argumentos que ahora se aducen no son por motivo alguno más razonables que los argumentos que fueron populares hace mil años. En la Edad Media, el hacinamiento en las ciudades y el empleo de medios de transporte mucho más sucios que los actuales fueron causa de enormes y extensas epidemias. La ‘muerte negra’ estuvo a punto de acabar con la humanidad. En realidad, constituyó un peligro comparable a cualquiera de los que hoy nos amenazan, lo que no quiere decir que nuestras preocupaciones de hoy no estén plenamente justificadas. Lo que yo afirmo, con respecto a las razones para sentirnos preocupados en la actualidad, es que no son nada nuevo. Donde hallamos cierta novedad es en la clase de las | |
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reacciones suscitadas. Hay muchas personas convencidas de que pueden predecir el futuro, calcular el futuro, mediante métodos científicos. Ahora tenemos información sobre el mundo entero, y por tenerla, hay gente que imagina que existe la posibilidad de administrar el mundo. Me inclino a creer que quienes así piensan sobrestiman desmesuradamente su capacidad de influir sobre el mundo e, incluso, la de prever cuáles serán las cuestiones esenciales. A mi parecer, la manera de tratar los problemas es irlos atacando uno por uno. Tratar los pequeños problemas, tratar los problemas grandes, y ser un poco más modestos de lo que parecen ser la mayoría de los analistas. Tal vez convenga al caso una viejísima historia, una historia religiosa ajena al cristianismo, la leyenda de una conversación con Buda. Preguntó a Buda uno de sus discípulos cómo debería comportarse con las mujeres. ‘No las mires’, respondió Buda. Y el discípulo replicó: ‘Pero, maestro, ya las he mirado.’ Entonces dijo Buda: ‘Pues no les hables.’ ‘Pero, maestro, siguió el discípulo, ya he hablado.’ Y entonces sentenció Buda: ‘En ese caso, hijo mío, trata de conservar un poco de sentido común.’ Éste es mi consejo a los analistas de sistemas operacionales, el mismo que dio Buda a su joven discípulo: ‘Por favor, conserven un mínimo de sentido común.’
¿Qué opina usted sobre el futuro de las computadoras como auxiliares para gobernar el futuro de la humanidad?
Creo que de todas las notables inven ciones de las últimas décadas, las veloces computadoras electrónicas son en realidad las más prodigiosas. Su importancia estriba en su capacidad para realizar cualquier función intelectual, con una sola condición: que esta función intelectual sea descrita con verdadera precisión. Lo que la computadora puede ejecutar lo hace con mayor rapidez y confiabilidad que cualquier persona. Por supuesto, esto podría significar que nuestras facultades intelectuales se hicieran obsoletas, en vista de que la máquina puede suplirlas con mayor eficiencia. Sin embargo, hay una pequeña restricción que he dejado de lado y es, sin embargo muy importante. Esta pequeña restricción es que yo debo describir una función intelectual con absoluta precisión. Por ejemplo, yo tengo la capacidad para reconocer a un amigo; pero soy totalmente incapaz de describir con todo detalle cómo lo hago. Por consiguiente, no se puede enseñar a la computado- | |
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ra a reconocer un amigo (suponiendo que lo tuviese), pues el simple proceso del reconocimiento no es en realidad tan simple y, de hecho, todavía no se ha descrito. Generalmente, es la parte más incómoda de nuestro trabajo la que puede describirse con exactitud y, en consecuencia, podemos recurrir a la computadora para que realice estas molestas tareas en lugar nuestro. Con base en esto puede establecerse una simbiosis, pues el hombre y la máquina unidos funcionan con eficiencia mayor que el hombre solo. El peligro surge cuando el hombre olvida hacer su esencial contribución y deja demasiado a la máquina. El hombre plantea unos cuantos supuestos, que no elabora mentalmente lo suficiente, y deja que la máquina arroje los resultados. Estos resultados nunca serán mejores que los supuestos de partida. No creo que vayamos a quedar anticuados. Habrá de pasar largo tiempo antes de que usted, como periodista, prefiera entrevistar a una máquina en lugar de entrevistar a una persona.
Freeman DysonGa naar voetnoot2 me ha hablado de las notas iniciales de Von NeumannGa naar voetnoot3 sobre la construcción de una máquina capaz de reproducirse a sí misma, ‘máquinas tan refinadas que pueden autorreproducirse’. Al igual que la computadora, tales aparatos serían incapaces de ruborizarse. Pero, ¿en qué forma podrían tales artefactos influir sobre las posibilidades de supervivencia de la especie humana?
No influirán. La especie humana sobrevivirá. El que estemos mejor o peor es lo que depende de que usemos adecuada o inadecuadamente nuestros nuevos instrumentos. Pero permítame mencionar una tarea para la máquina más sencilla que la de ruborizarse. Las reglas para formar una quintilla pueden formularse de manera razonablemente explícita. Podemos construir máquinas capaces de escribir quintillas. Entonces, si publicáramos un volumen en el que apareciesen mezcladas quintillas escritas por una persona y otras producidas por la máquina, y viéramos que el lector no podía distinguir entre unas y otras, habríamos progresado en la inteligencia de lo que esa peculiar palabra, ‘humor’, significa. | |
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José Rodríguez DelgadoGa naar voetnoot4 cree posible en el futuro un ‘hombre-máquina’, at menos basado en la activación de lo que ya existe en el cerebro humano.Ga naar voetnoot5 De estudios sobre cibernética y fisiología cerebral, parece deducirse que los científicos podrían lograr trasmitir emociones de una persona a otra con la mediación de una computadora.
Para eso ni siquiera necesita usted una máquina. Puede verlo en cualquier matrimonio. El mayor peligro con la computadora es que, cuando la usa un tonto, éste suele afirmar que es un científico. Y lo que es peor, le creen. La gran promesa que ofrece la computadora es que puede ensanchar el horizonte y permitir un más rigoroso control de la imaginación humana. Por supuesto, nuestra imaginación es limitada, pero a la larga vencerá.
Algunos psicólogos creen que cuanto más sepamos sobre la función del cerebro, menor será el riesgo que corramos de que la tecnología se use como en el caso de Hiroshima.
Creo que hubiera sido mucho mejor hacer una demostración del poder de los explosivos nucleares, antes de usarlos llevados por la ira. No soy una de esas felices personas que están convencidas de que siempre tienen razón. Creo firmemente que debió haberse puesto fin a la guerra con ayuda de la ciencia y sin ocasionar una matanza. En tal caso, la ciencia sería incomparablemente mejor y la humanidad más feliz. Pero aunque creo esto firmemente, no estoy convencido de estar en lo cierto. Pueden aducirse argumentos en uno u otro sentido. Faltan la claridad y la simplicidad necesarias para decidir en cuestiones tan complejas, y cuanto más hablo con personas dotadas de muy poderosa imaginación y aptitud crítica, más se multiplican mis dudas, aunque mis sentimientos (contra el bombardeo de Hiroshima) siguen siendo los mismos. El funcionamiento de las máquinas requiere claridad y simplicidad muy especiales. La contribución de las máquinas, directa o indirecta, a la toma de decisiones de esta naturaleza es cosa de un remoto futuro, y aun cabe dudar de que sea alguna vez posible. | |
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Sólo la gente muy simple cree tener siempre la razón, y esa misma gente es la que cree que la ciencia o las máquinas podrán evitar que comentamos errores. Estaría justificado llamar fanática a esta gente. Entre los científicos, los fanáticos no son menos peligrosos que en la religión. En realidad, la ciencia es la religión de la edad moderna, y en este sentido hemos de cuidarnos de los fanáticos científicos más que de cualesquiera otros.Ga naar voetnoot6
Recientemente realizó usted un viaje a Asia. ¿Cuáles son sus impresiones? ¿En qué medida podría la tecnología mitigar la pobreza y la miseria allí existentes?
Visité las partes pacíficas del Lejano Oriente. Vi miseria en casi todos los países, más también una definida voluntad de desarrollo, y que esta voluntad está traduciéndose en acción. Los indonesios saben muy bien que es absolutamente necesaria para lograr un estilo de vida adecuado para el ser humano. También advertí en todos los países visitados que su régimen de gobierno era prácticamente el mismo. Son dictaduras relativamente benignas, con cierta limitada libertad de expresión y con dos grandes rasgos salvadores: ninguna de ellas se siente orgullos a de ser dictadura y en todos los países se utiliza ese poder no tan democrático con el fin de acelerar el progreso. Esto vale para Taiwán, bajo el viejo orden chino, y para Singapur, gobernada por un joven chino muy ingenioso y culto, Li Kuan-yiu (que fue socialista y, por ello, sus enérgicas medidas no son criticadas por la prensa liberal). Lo mismo puede decirse dé Sujarto, quien salvó a Indonesia de caer en una dictadura peor, y ha iniciado el progreso material, todavía desesperadamente necesitado.Ga naar voetnoot7 | |
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En todos esos lugares se siente alto respeto por la tecnología, como fue el caso en los Estados Unidos durante aquellas décadas, que ahora nos parecen tan remotas, en que se asentaron los cimientos del poder y la prosperidad de la nación. Fue un notable contraste el que percibí al fin de mi viaje, al visitar a Japón. Su tecnología y su democracia están altamente desarrolladas. Los japoneses parecen capaces de hacerlo todo más rápidamente que nadie. Han perfeccionado la tecnología a paso más rápido que cualquier otro país, y pasaron de la dictadura a la democracia en un abrir y cerrar de ojos. Ahora su sociedad parece marchar hacia la desilusión por la tecnología y, tal vez, la democracia. La impresión más profunda que me ha dejado este viaje es que la gente es gente, en Oriente como en Occidente. Los países de oriente necesitan la tecnología, pero aún no han resuelto realmente el problema de cómo vivir con ella. Tengo la grave sospecha de que la respuesta a la cuestión es mil veces más compleja que la propuesta por el Club de Roma.
Permítame plantearle una cuestión relacionada con su especialidad científica. Hasta hace poco se había creído que la fusión nuclear no podría constituir una fuente importante de energía aprovechable hasta el siglo xxi. Según la Comisión de Energía Atómica, en la Universidad de Princeton se han logrado con un reactor de fusión las más altas temperaturas y densidades de que jamás se haya informado. Tal como nosotros lo entendemos, el problema consistía en elevar la temperatura de una tenue masa de plasma de hidrógeno al altísimo grado necesario para que se produzca la fusión y se genere más energía que la utilizada para iniciar la reacción. ¿Espera usted que se descubra a breve plazo el procedimiento para que la energía derivada de la fusión del hidrógeno pueda aprovecharse para resolver la crisis mundial de energéticos?
Espero resultados tempranos, que no pasarían de ser una demostración, un juguete para los científicos. Y aun si este juguete fuera grande y costoso, no resolvería la crisis de la energía. El aprovechamiento de la energía de la fusión es fundamentalmente cuestión de ingeniería. En este siglo, la fusión no va a aportar cantidad importante de energía económicamente útil. Es siempre más fácil producir una reacción in- | |
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controlada que una reacción controlada, particularmente si se ba de obtener a bajo costo. La energía de la fusión no va a contribuir a resolver la presente crisis. Quizás ayude en la siguiente. La crisis de la energía nos ofrece un ejemplo particularmente bueno de una catástrofe provocada por los profetas del Apocalipsis. Ellos han exagerado los peligros de la contaminación, y en parte con razón; pero ahora se oponen a la construcción de reactores nucleares, que cuentan entre las más limpias fuentes de energía. Hablan de la contaminación térmica, y se compadecen de los peces que han de habitar en aguas cuya temperatura podría aumentar quizá una fracción de grado centígrado, pero no los preocupa que la gente quede privada de la necesaria energía. Lamentan el incremento de la radiación, que será muy inferior en intensidad a la radiación natural de fondo, a la cual hemos estado expuestos desde nuestro origen. En verdad, nuestros antepasados animales fueron irradiados por la que ahora llamamos ‘dosis máxima permisible’ desde el momento mismo en que los organismos vivientes emergieron del océano. En aquel tiempo, los peces ambientalistas debieron habernos advertido sobre las inadecuadas condiciones que los seres vivientes habrían de encontrar en la tierra seca. Pero los peces eran mudos, lo que cabe considerar afortunado o, por el contrario, desastroso, según el punto de vista de cada quien. Si pudieran construirse reactores a paso razonable, de acuerdo con el estado de la tecnología, y si ello no fuera impedido por los exagerados temores de quienes ven aproximarse el fin del mundo, la energía generada por los reactores significaría una considerable contribución a la satisfacción de las demandas de más energía. Hay otras vías de acceso al mismo problema. Una de ellas, que corre por el campo de mi especialidad, es el uso del ‘arado nuclear’, el empleo constructivo de los explosivos nucleares. Mediante ellos podemos producir la liberación del gas natural infiltrado en los finos poros de algunas rocas, que constituye depósitos de consideración no explotables por los procedimientos ordinarios de bombeo. Podemos beneficiar esquistos bituminosos a un costo moderado. Podríamos aprovechar los restos de petróleo de mantos petrolíferos agotados, como ya se hace en la Unión Soviética. La libertad de expresión es una cosa maravillosa y debemos aferramos a ella. Sin embargo, debemos emplear esa libertad con cierto sentido crítico, pues de otro modo, los países en que la libertad de expresión está suprimida gana- | |
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rán la carrera de la tecnología. Sin duda, en la Unión Soviética, el Club de Roma tiene poca influencia, lo cual es ventajoso para ese país. Pero yo prefiero millares de clubes de Roma a un politburó. Hay un punto que debemos recalcar vigorosamente. La crisis de la energía no es el resultado del consumo dispendioso de energéticos en los Estados Unidos (aunque así lo afirmen muchos norteamericanos). Fundamentalmente, es el resultado de los esfuerzos del mundo por alcanzar el estándar de vida norteamericano. En la Europa occidental y Japón el proceso avanza con todo ímpetu. En los países en desarrollo ya está en marcha, y la verdad es que progresa con demasiada lentitud. Los pueblos tienen derecho a vivir mejor, y los nuevos caminos abiertos a la investigación podrían llevar a la producción de la tecnología necesaria para combatir la contaminación y, al mismo tiempo, suministrar energía para todos. He mencionado únicamente unas cuantas formas de aliviar la escasez de energía, pero hay muchas más. Todas ellas utilizan investigación y tecnología. Muchas de ellas serán realidad.
Se ha manifestado usted en desacuerdo con aquellos que prevén graves dificultades en el futuro. ¿Cuál sería su predicción?
Creo que en el año 2000 el mundo habrá de ser muy diferente del actual, que es inestable y, probablemente, no perdurará. La vida será mucho mejor o mucho peor. Que sea de la una o la otra manera depende de todos nosotros. Las discusiones sobre el futuro del mundo están llenas de afirmaciones indudablemente erróneas (y admito gustoso que lo mismo puede decirse de mis respuestas). Pero independientemente de tales errores, estas discusiones son necesarias, pues constituyen una poderosa influencia para la conformación del futuro. |
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