Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd43. Kenneth B. ClarkEl profesor Kenneth B. Clark es presidente del Centro Metropolitano de Investigación Aplicada, de Nueva York, y enseña psicología en el Colegio de la Ciudad de la Universidad de la ciudad de Nueva York. | |
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lumbia, de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Harvard. El psicólogo Rollo May, en una de las primeras páginas de su último libro, Power and Innocence,Ga naar voetnoot1 discute, la controvertida conferenciaGa naar voetnoot2 que pronunció usted ante la Asociación Psicológica Nacional, en Washington, en la cual proponía que el hombre suministrara una ‘píldora de paz’ a los Brejnev, Nixon y Mao.
La expresión ‘píldora de paz’ fue invención de la prensa, una interpretación errónea de lo que dije. Comprendo que la prensa necesita comprimir las ideas complejas en forma que las haga inmediatamente comprensibles al público general, y éste es un riesgo que debe afrontar todo aquél que trate ideas complicadas. Lo que yo expuse fue la necesidad en que se hallan las ciencias psicológicas, en esta coyuntura de la historia humana, de avanzar hacia lo que yo llamo psicotecnología, es decir, desarrollar una investigación dirigida a controlar las características primitivas, bárbaras y destructivas del hombre y fomentar sus cualidades positivas. Creo esto necesario porque el comienzo de la era nuclear ha proyectado al hombre a un periodo de la historia sin precedentes, para el cual estaba impreparado. El anterior desenvolvimiento del hombre, las antiguas ideas y conceptos, no nos han preparado adecuadamente para enfrentarnos a la amenaza de la destrucción nuclear. | |
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Después de todo, los Nixon y los Brejnev fueron programados en los treintas.
Sí. Lo que los físicos hicieron en 1945 fue relegar el pasado a algo que ya no es aplicable a las exigencias del futuro. Mi idea se basa en el supuesto de que la hazaña ingenieril de las ciencias físicas, por la que el hombre fue disparado a la era nuclear, ha casi invalidado los supuestos del pasado sobre la naturaleza del hombre y sobre lo que cabe esperar de él en cuanto a su perfeccionamiento social y moral. El hombre ha sido proyectado a una época en que ya no puede arriesgarse a emplear la técnica del ensayo y el error en su función de establecer relación con los demás. Lo que ahora es imperativo para las ciencias psicológicas es acelerar la investigación de la naturaleza del hombre, con la finalidad inmediata de controlar sus rasgos bárbaros, negativos, que, aun siendo inconvenientes, fueron tolerables en la era prenuclear. Ahora, en la era nuclear, la tendencia destructiva del hombre es probablemente el más grave de los peligros a que debe hacer frente. La única posible salvaguardia posible contra esto, según yo lo veo, es aceptar el reto difícil y controvertible, pero inmediato, sin embargo, lanzado contra la casi totalidad del anterior condicionamiento del hombre, y proponerse el control de lo primitivo y negativo de los seres humanos. El profesor SkinnerGa naar voetnoot3 enfoca el mismo problema, pero con un método diferente del mío, pues sugiere la manipulación del medio, la sociedad, el condicionamiento. Yo, en cambio, sugiero manipular los sistemas bioquímicos del hombre, porque creo que, en última instancia, ellos gobiernan la psique. Otra proposición controvertible mía es que lo más inmediato debe ser el tratamiento de los hombres que ejercen poder, y no los criminales o las personas de baja condición, pues no son éstas las que ponen en inmediato peligro a la humanidad. Los que significan un inmediato peligro son aquellos seres humanos, relativamente poco numerosos, que poseen tremendo poder, mayor que el que jamás haya poseído nadie en la historia de la humanidad. Digo que éstos son los hombres que deben preocuparnos. Son las personas que debemos someter a control y tratamiento, para asegurarnos que poseen una salud personal y mental óptima, que yo defino como el predominio de las cualidades positivas de amor, compasión, empatía, sensibilidad. Sostengo la tesis de que | |
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es posible controlarlas fisiológicamente. No se trata, pues, de una ‘píldora de paz’, sino de una seria investigación con un muy serio designio.
¿Ha realizado usted experimentos con resultado positivo sobre la corrección bioquímica de las inclinaciones negativas?
No, personalmente no he hecho experimentos.
Se ha de comenzar a hacerlos.
Ya han principiado. No pueden desdeñarse las enormes investigaciones de Delgado,Ga naar voetnoot4 quien ha demostrado, creo que irrefutablemente, la existencia de ciertas porciones del cerebro que gobiernan emociones específicas: algunas controlan las emociones negativas; otras, las positivas. Los sentimientos, emociones y motivaciones del hombre tienen una base bioquímica.
Doctor Clark: Me hablaba usted de los hombres en el poder. Cualquiera que pretenda llegar a ser profesor de universidad o gerente de una empresa, cualquiera que aspire a ocupar una posición de importancia en nuestra sociedad moderna, tiene que poseer una educación básica, aprobar exámenes, ser seleccionado. Pero en el sistema político ahora prevaleciente, quien ocupa los puestos es el que más vocifera, el que con mayor maña engaña al pueblo. Para ‘seleccionar’ a los políticos usamos métodos del siglo xvi.Ga naar voetnoot5
Sí. Hace veinticinco años escribí un artículo para la Asociación de Psiquiatras de Norteamérica en el que decía que nosotros, los psiquiatras, debiéramos estudiar los métodos que llevan a la elección o no elección de los dirigentes políticos. Por aquel tiempo me preocupaba el hecho de que, en la democracia, el éxito en la competición por los puestos de dirección política parece depender del grado en que el individuo posea ciertas cualidades competitivas, las cuales, a mi parecer, no son particularmente adecuadas a la fase de desarrollo alcanzada por el hombre. No obstante siguen usándose. Desde que la era atómica estalló en nosotros, se ha ido | |
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afirmando mi convicción de que las cualidades generalmente consideradas necesarias para ejercer la dirección política -acometividad, dureza de carácter, esa forma de insensibilidad a que llamamos realismo, etcétera- han de ser reexaminadas. Supongo que en esta época pasaré por falto de realismo, por afirmar enérgicamente que debemos sustituir por otras las mencionadas cualidades. Creo concretamente que hemos de sustituirlas por las cualidades de empatía, benevolencia, y por la aptitud para traducir a la acción estas características. Éstas son las cualidades que ahora exige el ejercicio del mando político, pero seguimos utilizando las viejas cualidades para elegir a nuestros dirigentes o permitirles triunfar en la competición. Comprendo por qué mis críticos tachan de irrealista mi opinión, pues, en realidad, parece...
Utopía.
Se me ha acusado de ser un sentimental, un idealista utópico; pero, para mí, lo que propongo constituye el único realismo adecuado a la situación actual y al futuro. Parece ingenuo, porque significa pedir al hombre que defina de nuevo las cualidades esenciales para la supervivencia. En la era nuclear, el concepto darwiniano de supervivencia es, en realidad, contrario a ella, y hay que esperar su revocación.
¿Diría usted que aun conceptos como los de capitalismo y marxismo se fundan en realidades de otra época? ¿Hay nuevos marcos de referencia para planear el futuro?
Indiscutiblemente. Supongo que la única contribución que Skinner y yo estamos haciendo, frente a los ataques de que somos objeto, es haber comenzado el diálogo necesario para construir el nuevo marco de referencia. Espero que nos quede tiempo.
Ésa ha sido la finalidad que se propuso el equipo del MIT para Los límites del crecimiento: el estudio del planeta como un todo. Sin embargo, únicamente hablamos de nuestra parte del mundo. ¿Y China, la India, África, Asia y América Latina?
Voy a contestar sus preguntas en dos partes. Primera, no me impresiona particularmente la computación de ideas, planes o diseños. Sé que es la moda en algunos campos de | |
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la ciencia. Creo que la computadora sólo produce lo que se introdujo en ella, y que el hombre es en definitiva el culpable de introducir en la computadora aquello mismo que desea obtener de ella. Rehúyo toda ulterior discusión sobre la computación de modelos del mundo, pues lo que a mí me interesa son los seres humanos individuales y su relación con otros seres humanos o grupos de seres humanos. Hay un complicado conjunto de problemas y variables que hemos de ordenar y ensamblar, a fin de entender plenamente cómo controlar la conducta negativa del hombre. Veo con agrado la participación de los filósofos en la tarea. Bienvenidos sean los científicos empíricos y cualquier otro grupo de personas que admitan que esto es el problema crítico para la solución del cual la inteligencia humana debe encontrar el camino. En segundo término, convengo con usted en que la tarea no puede ser un esfuerzo aislado. La labor teórica y de investigación que ha de realizarse, los errores que inevitablemente han de cometerse, no cabe restringirlos a las fronteras artificiales de las naciones. Coincido con algunos de mis críticos cuando dicen que sería terrible el que alguna de las grandes potencias obrase en la línea de esta nueva perspectiva, mientras las demás grandes potencias siguieran operando según las viejas perspectivas. Creo que la investigación de este problema, al que considero el problema fundamental de la sociedad contemporánea, ha de ser internacional, no nacionalista ni secreto, como fue la investigación de la bomba atómica. Este problema implica la supervivencia de la humanidad, y a su solución deben contribuir las mejores mentes de todas las naciones. Tendríamos así una salvaguardia intrínseca. Espero que esto llegue a ser un auténtico proyecto de investigación científica de las Naciones Unidas. Probablemente, la más importante contribución que al futuro de la humanidad pudieran hacer las Naciones Unidas sería tomar por su cuenta la investigación y no dejar que ninguna potencia particular la dominara.
Por consiguiente, es esencial que ‘reconformemos la vida’, como dijo Boris Pasternak. ¿Cómo podríamos entonces dirigir la correlación entre la conciencia y la realidad concreta? ¿Por medio de la química biológica?
Hace poco, uno de mis alumnos graduados hizo una observación que vino a ser la primera vez que oí la expresión de este pensamiento. Usted se ha acercado a él. Dijo mi | |
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alumno: ‘¿Sabe usted?, al leer a Skinner y a usted me he dado cuenta de que lo subyacente en su idea de la necesidad de una psicotecnología es un concepto de la realidad diferente y algo perturbador.’ Le pregunté qué quería decir y me respondió: ‘La mayoría de los críticos de usted definen la realidad del ser humano en los términos de todo lo que le ha sucedido en el pasado.’ El bombardear Vietnam hasta arrasarlo se acepta como una definición de la realidad. Y en la edad media, la realidad podría de igual modo haberse definido como el padecer plagas.
Los bombarderos norteamericanos son una plaga...
Después de oír al muchacho, le dije: ‘Sí, tiene usted razón.’ La primera parte de mi artículo sobre la psicotecnología trataba la cuestión de la fragilidad de la realidad. Se refería a la inherente fragilidad de la conciencia humana, en realidad, de la humana existencia. El ser humano, en su ser consciente e intelectual -en su pensamiento y su conducta- está plenamente determinado por el grado en que las membranas de las células de su sistema circulatorio o su cerebro mantienen su integridad. En consecuencia, la realidad total de nuestra existencia está determinada por frágiles formas de materia vital, las células fundamentales. La naturaleza de esta realidad es modificable mediante el cambio de la bioquímica interna en que las células funcionan. Sabemos eso por lo que hacen las drogas. Por lo que hace el alcohol. Imagino que, a este respecto, rompo con los positivistas lógicos y los absolutistas. En mi artículo hablaba del pathos humano, que para mí es la desesperada lucha del hombre por ser un ente absoluto. El hombre puede causarse gran daño por su incapacidad para aceptar su fragilidad, su incapacidad para aceptar la finitud de su masa. Su lucha para ser algo absoluto puede llevarlo a imponerse sobre otros seres humanos, lo que es una crueldad absurda, fantásticamente rídicula. Es absurda y rídicula porque el individuo que tiene poder, jamás podrá usarlo con éxito en forma destructiva, pues él mismo se destruiría. Éste es mi concepto de la realidad. La realidad no es nada más que lo que uno es y lo que el cerebro puede ejecutar. Estas cosas están limitadas en el tiempo, son relativas y, en cierta curiosa manera, impredecibles.
El profesor Delgado está preocupado con la cuestión de cómo | |
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salvaguardar al hombre original. Cree que la constitución ideológica y emocional del hombre es original y que, a fin de salvaguardar la dignidad y la libertad, para usar las palabras de Skinner, es necesario conservar y fomentar al hombre original.
Mi objeción es que, en realidad, no sé qué es el hombre original. Cabría definirlo como el hombre primitivo. Convengo con el profesor Delgado en que no hay forma de intervención psicotecnológica que pueda crear características en el organismo humano. Las posibilidades del organismo humano están limitadas por una hueste entera de determinantes provenientes de la evolución de la especie. Pero fundamentalmente, lo que hemos de tomar en consideración -y mis ideas, ciertamente, se basan en ello- son las posibilidades inherentes en este organismo y, particularmente, en el sistema nervioso. Pero los rasgos destructivos, no adaptativos, del hombre parecen más poderosos que sus rasgos potencialmente positivos. Creo que tenía razón Freud al hablar del ello, de las cualidades inconscientes del hombre que en el pasado parecen haber ejercido funciones positivas de adaptación que hicieron posible su supervivencia en un ambiente de competición. La primacía de esas funciones, que ya no son adaptativas, las hace evidentemente más poderosas. Creo que es un principio biológico general el que, cuanto más primitiva sea una estructura o una función en un organismo, mayor es su fuerza y más larga su persistencia. Sin embargo, los potenciales positivos, los potenciales de amor y benevolencia, son más recientes en el proceso evolutivo del organismo y están en clara dependencia de las más avanzadas y perfectas estructuras del sistema nervioso. Pero existen como potencialidades. Lo que pretendo sugerir es que debemos acelerar su desarrollo, no esperar, pues no cabe aguardar a que el proceso evolutivo normal las haga adquirir el dominio sobre las funciones subcorticales. Sugiero que debemos averiguar cómo hacerlas más poderosas y dominantes, y una vez averiguado esto, aplicar el conocimiento adquirido. Así se procede en la medicina. Ahora, el gran peligro para el hombre no es la ignorancia médica; es la ignorancia del organismo y de la psicología lo que debemos superar, a fin de prevenir las plagas psíquicas, que podrían causar la destrucción de la humanidad. | |
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C.G. Jung dijo en cierta ocasión que la destrucción de Hiroshima no fue un desastre tecnológico, sino psicológico.Ga naar voetnoot6
Sí; estoy en completo acuerdo con eso. Lo que me fascina es que tantos colegas míos, psicólogos, se nieguen a encarar esta realidad comprensiblemente difícil. El desastre de Vietnam, en el último tercio del siglo xx, significa psicológicamente un retraso tan grande como el de la medicina en el siglo xvi. No podemos permitirnos por más tiempo esa guerra.
¿Abriga usted la esperanza de que el hombre fáustico no sea arrastrado a la perdición por sus máquinas y su tecnología?
No sé si el hombre será capaz de desprenderse de esos grilletes del pasado, como su obsesión por el poder, por el progreso tecnológico. Sé que esos grilletes son muy fuertes. Son los grilletes de la mente. ¡Si viera usted algunas de las cartas que recibo! Algunas de las más venenosas provienen de miembros del clero, y casi sugieren la flagelación. Leo esas cartas, pero no las tomo personalmente; las tomo como nuevas pruebas sobre la índole del problema a que hemos de enfrentarnos, el hecho de la realidad del presente está determinada por la realidad del pasado. La forma de percibirse el hombre a sí mismo y de percibir la sociedad, la crueldad y la barbarie sigue siendo determinada por los intereses particulares, los alegatos y las racionalizaciones del pasado. Y si uno tuviera que concentrarse en eso, habría que concluir que no hay esperanza.
¿Conviene usted en que durante los últimos cuatro o cinco años, paralelamente a la intensificación de la guerra dé Vietnam, el curso de los acontecimientos en los Estados Unidos ha tomado un sesgo aterrador?
Sí, y éste es un ejemplo más del desastre psicológico. Al mismo tiempo que los Estados Unidos bombardean a Vietnam y causan la mayor destrucción que se haya jamás infligido a pueblo alguno, a un pueblo no industrializado incapaz de desquitarse contra nuestras ciudades, nosotros bombardeamos nuestras mentes. Hemos devastado nuestra capacidad | |
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para comprender la moral fundamental y los problemas humanos. Y ésta es la única explicación para esa extendida y, para mí, peligrosa apatía que afecta a la vasta mayoría del pueblo norteamericano, ante la continuación de los crímenes y la devastación que cometemos contra los norvietnamitas.
Probablemente, también sea ésa la razón para que la campaña presidencial de 1972 haya sido la más depresiva en los veinticinco años de mi labor como reportero en los Estados Unidos. El pueblo parece sentir que vote por un candidato o por el otro, nada cabe hacer, pues, en definitiva, todo el mundo miente. ¿Dónde está esa fe en los Estados Unidos que conocí en los años cuarenta?
La fe en los Estados Unidos se ha transformado en una curiosa forma de apático pragmatismo, que se quiere hacer pasar como realismo político, lo cual, supongo es otro síntoma de lo que yo llamo el bombardeo de nuestras mentes. Lo mismo ocurrió en Alemania cuando surgió el nazismo. Yo creo que ello revela el pathos, el absurdo, la tragedia del hombre, pues ésta es la forma de poder que, a mi pensar, sólo cabe definir como una tragedia que se autoperpetúa. Es el uso del poder para justificar la tragedia de anteriores usos del poder. Uno penetra en este ciclo, al que yo no considero una mera extensión del poder, sino una forma de devastación psicológica, de destemplanza psicológica, la aceptación de la inmoralidad como si no hubiera diferencia entre moralidad e inmoralidad. Usted lo sabe. El poder no sólo corrompe, sino que va a causar la desaparición de una especie entera. A mi juicio, esa forma de poder suprime toda posibilidad de un futuro válido. |
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