Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd42. Noam ChomskyEl profesor Noam Chomsky se ha hecho famoso en años recientes por haber revolucionado el conocimiento y el significado del lenguaje, al mismo tiempo que sus críticas radicales a la política exterior norteamericana han hecho de él uno de los más influyentes portavoces de la izquierda. Las computadoras del MIT han producido Los límites del crecimiento como un primer paso para estudiar la forma de llegar at equilibrio del mundo. ¿Cree usted útil este enfoque a los problemas mundiales?
Sin comentar la adecuación empírica del estudio de Fo- | |
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rrester y otros análogos, no creo que haya duda alguna de que su punto general, es cualitativamente correcto; es decir: el crecimiento tiene límites, impuestos por las leyes naturales, la física y la química. Sería de un optimismo inane el suponer sencillamente que la tecnología va a desarrollarse y, de alguna manera, resolver el problema planteado por la finitud de los recursos y la finita capacidad del sistema ecológico para tolerar la contaminación y la destrucción. Por supuesto no es éste el caso. No hay duda de que el irracional crecimiento económico habrá de chocar algún día, quizá no muy lejano, con la ley natural. Es ésta una perspectiva que tiene enormes consecuencias sociales. El punto crucial -que, tal como yo lo entiendo, no toca el estudio de Forrester, pese a ser centralísimo- es que, a medida que se desvanecen las esperanzas en el crecimiento ilimitado, se va perdiendo una importante técnica para el control social. La idea de un crecimiento económico ininterrumpido e ilimitado ha constituido un medio muy eficaz para controlar y limitar las demandas de distribución de la riqueza, por ejemplo. Y esto se ha entendido muy explícitamente. Walter Heller, presidente de la junta de asesores económicos del presidente Kennedy, explicitó con gran claridad que la noción de crecimiento ilimitado podría utilizarse para llegar al consenso, en vez del conflicto, al neutralizar las demandas de redistribución de la riqueza, que ciertamente se alzarían de no contar los pueblos con este camino para obtener mayores beneficios de la vida. Por supuesto, los privilegiados están bien dispuestos a tolerar que se hable de la redistribución de la riqueza, siempre que no se pase de la mera retórica. Nunca permitirán que las palabras se traduzcan en actos, lo cual significa que, tan pronto como los límites del crecimiento se constituyan en inminente realidad, surgirá una tremenda guerra de clases, en la cual, los enormes recursos de destrucción de que disponen los privilegiados se usarán para destruir a quienquiera que amenace sus privilegios, sea un país del tercer mundo que quisiera evadirse de la economía global controlada por Occidente, sea algún grupo descontento dentro de la sociedad industrial misma.
Bertrand Russell dijo en cierta ocasión que nunca habría verdadera libertad en una democracia, sino cuando los trabajadores dominaran la administración. ¿Es esa la guerra de clases a que usted se refiere? | |
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Eso mismo. Es concebible que los poseedores del capital toleren que los obreros tomen el control de sus programas de seguridad social. Lo llamarían ‘codeterminación’, como hacen en Alemania. Pero cuando se pretenda pasar de esto a una participación real en la dirección y la administración de las empresas, en el reparto de las utilidades, y en la determinación de la clase de trabajo que se haya de hacer, la pretensión, por supuesto, no será aceptada. Llegada la situación a tal punto, surgiría la lucha, esa seria lucha que ha sido contenida por la esperanza de un crecimiento ilimitado.
¿Se explicaría por esa razón la barrera de protestas que han opuesto a Los límites del crecimiento algunos economistas, como Samuelsen y Kaysen?Ga naar voetnoot1
Es muy sorprendente el que los economistas liberales y progresistas se hayan manifestado, en general, muy contrarios a la tesis de que el crecimiento habrá de llegar a un límite. Creo que la razón es exactamente la misma expresada por Heller, que yo citaba hace un momento. Heller aducía muy correctamente que, según dijo literalmente, cuando tú no has de robar a Pedro para pagar a Pablo, cuando todos puedan ganar, el consenso sustituye al conflicto. Esto es perfectamente cierto. Es absolutamente cierto que si se asegura a todo el mundo que su porción será mejor mañana, hasta los subprivilegiados y los desposeídos verán en ello la razón para aceptar una sociedad fuertemente prejuiciada contra ellos. Pero esa razón desaparecería, como Heller y otros economistas liberales comprenden muy bien, en cuanto se desvaneciera la esperanza.
¿Cree usted posible que se convierta en realidad algún día aquel sueño de H.G. Wells de unos elegantes ingenieros gobernando con benevolencia (en lugar de nuestros nuevos mandarines)?
Me inclino más a creer, con algunas reservas, en una profecía muy anterior a la de Wells, la de Bakunin, y en las propuestas por otros críticos sociales de izquierda. Bakunin consideraba a la intelligentsia científica como una nueva clase. Sería la clase más despótica, autoritaria y despiadada que jamás hubiera gobernado en la sociedad humana, con- | |
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trolaría la riqueza y el conocimiento, y forzaría a las masas ignorantes a vivir, trabajar y marchar al compás del redoble del tambor o de palabras que ejercieran aproximadamente el mismo efecto. Sin embargo, creo necesario tomar con alguna reserva la predicción original de Bakunin sobre el surgimiento de una nueva clase, la cual, que yo sepa, ha sido la primera entre otras profecías semejantes. Con la misma reserva hay que considerar las muchas variantes posteriores. Me refiero a personas como John Kenneth Galbraith o Daniel Bell,Ga naar voetnoot2 quienes afirman estar ocurriendo ya el traslado del poder a manos de la intelligentsia técnica. A mi parecer, yerran, al creer en un verdadero traspaso del poder a la intelligentsia científica. En lugar de ello, lo que realmente estamos viendo, en este periodo de la sociedad industrial, es que la intelligentsia tecnológica y científica -a la que por su posición educativa y científica pertenece Galbraith- es capaz de prestar muy importantes servicios a aquellos que realmente poseen y manejan las instituciones centrales de la sociedad. En realidad, pueden proporcionar a éstos los resultados de la ciencia y la tecnología, la administración científica, etcétera. Importancia mucho mayor tiene el que estos representantes de la inteligencia estén legitimando, con el aura de la ciencia, el control autoritario de la riqueza y las instituciones. Todos sabemos que la ciencia es buena y noble y merecedora de confianza, y todos anhelamos hondamente la ayuda de la pericia técnica, Si la intelligentsia puede hacer creer que el control autoritario por parte de los privilegiados y de los pretendidos sabios es una condición necesaria para la vida moderna, habrá logrado precisamente legitimar el privilegio. Creo que es ésta la mayor contribución de la inteligencia al servicio del poder y el privilegio.
¿Cómo influir globalmente sobre el complejo sistema mental humano, biológicamente determinado? ¿Dónde comenzar a influir sobre la mente humana?
Creo que la mejor manera para modificar la mente humana es presentarle pruebas y argumentos, por persuasión y explicación. Con gran diferencia, son éstas las más eficaces técnicas para influir sobre la inteligencia humana. Es perfectamente cierto que podría inventarse una tecnología de la conducta eficaz para que una persona dejara de fumar, | |
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si esto hiciera. Pero es igualmente cierto que una explicación razonada de por qué se debe dejar de fumar podría muy bien conducir al mismo resultado. Lo más adecuado para influir sobre la inteligencia humana es el arte de la explicación. Nada mucho más profundo que eso puede decirse. Cualesquiera otras técnicas para influir la inteligencia humana son simplemente otra forma de servir a aquellos que desean ejercer el poder coactivo. Pienso que, en último término, debemos procurar una sociedad en la que la opción y la decisión residieran en manos de individuos libremente asociados. Uno no quiere precisamente emplear los controles de los tecnólogos de la conducta ni, de seguro, las técnicas del interrogador militar o el carcelero. Importa no dejarse prender por el fraude y las pretensiones de los científicos que afirman otra cosa.
¿No conviene usted con SkinnerGa naar voetnoot3 en que la supervivencia es ahora mismo el valor supremo?Ga naar voetnoot4
Lo que él dice realmente es que la supervivencia de una cultura es el más alto valor de esa cultura, opinión que, por supuesto, no comparto. Lo que yo pienso es que debe haber cambios y alteraciones importantes de las instituciones culturales y sociales. Cambios a los que mejor cabría llamar sustituciones que supervivencia. Claro está que la supervivencia de la especie sigue siendo un valor.
ToynbeeGa naar voetnoot5 ha anunciado la posible germanización de los Estados Unidos. Ya ahora, este país constituye la segunda administración estatal del mundo. ¿Cómo cree usted que evolucione su futuro?
No va a ser ninguna simple reforma, ni tampoco ninguna reforma complicada, lo que pueda modificar la actual situación. Ahí está el asunto de la agresión injusta, como en el caso de Vietnam, que de hecho es una guerra colonial tradicional, en que los Estados Unidos tratan de destruir un movimiento nacionalista radical que lucha por la independencia y por librar su sociedad de la economía global domi- | |
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nada por los Estados Unidos. Siguiendo el estilo tradicional, los Estados Unidos no están dispuestos a tolerar tal cosa, y usan sus inmensos recursos para aniquilar el movimiento nacionalista indígena. Nada hay de particularmente nuevo en ello; sólo es nueva la escala. El fenómeno en sí es habitual en la historia.
¿Se observa alguna tendencia hacia la germanización de Norteamérica?
No porque haya nazis, sino porque no hay otra salida. No hay otra técnica para la intervención del gobierno en la economía que la producción de desechos, y ello está en relación con el hecho de que el gobierno no puede actuar en otra forma sin entrar en conflicto con quienes verdaderamente mandan en la sociedad. Por ejemplo, el gobierno no va a invertir fondos en un sistema de transporte colectivo, siendo así que la mayor parte de las más grandes empresas obtienen sus ganancias gracias al uso irracional del automóvil. Tampoco va el gobierno a producir algo útil, pues de hacerlo, competiría con las empresas privadas que dominan la economía. Por lo demás, la intervención gubernamental en la economía ha de ser permitida por el contribuyente, que es quien paga la factura. Incidentalmente, los mismos economistas liberales fueron quienes propusieron uno de los proyectos impositivos más reaccionarios de los tiempos modernos en los Estados Unidos. Al contribuyente puede sometérsele cuando cree que su vida está amenazada. Paga entonces sin replicar los gastos militares. La religión del Estado es poderosa, de manera que, cuando está en juego el prestigio nacional, como en el caso de la carrera espacial, el ciudadano se somete y tolera los gastos, al menos durante cierto tiempo. Pero si usted examina estas varias condiciones que hacen posible la intervención del gobierno en la economía, a saber: que no se oponga a los intereses de los grupos de poder, sino, al contrario, los fomente; que sea tolerable para el ciudadano que ha de pagar el gasto, se dará usted cuenta que tales condiciones prácticamente determinan que la intervención del gobierno en la economía consista en la producción de dispendio militar, de artículos de uso militar que, en ocasiones, se usan, como en Indochina.
Philip Handler, presidente de la Academia Nacional de la Ciencia, me ha explicado que los científicos que participan | |
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en la Academia ni siquiera tienen conciencia de la barrera que los separa en el uso del lenguaje. ‘No son capaces, me dijo, de expresar por escrito lo que los separa.’ En el campo de usted, de la psicología cognoscitiva y la lingüística, ¿sería posible salvar esta incomunicación entre políticos, diplomáticos y científicos?
No me gustaría que usted creyera, pues no es cierto, que la lingüística y la psicología cognoscitiva tienen algo que aportar en este dominio. Es un campo interesante e importante, al que dedico mis energías intelectuales. Pero no va a resolver los problemas que usted plantea. Es aberrante -y de hecho, parte de esa subversión de la ciencia a que me refería antes- el creer que es asunto de la pericia científica y técnica la solución de tales problemas. La solución del problema está al alcance de todo ser humano. No se requiere un profundo conocimiento de los misterios de la ciencia para verlo. La gente se encuentra bajo controles ideológicos determinados muy concretamente por la estructura del privilegio y el poder en la sociedad a que pertenece. En los Estados Unidos existe una ideología oficial del Estado que es diariamente propagada, e inculcada en todas las personas desde la infancia. Es muy natural que las personas, incapaces de liberarse por sí solas de esa ideología, tengan una imagen deformada y pervertida de las cosas que ocurren, de los asuntos de la vida cotidiana, de los acontecimientos del mundo e incluso de lo que tienen ante los ojos. Creo que lo mismo podría decirse de cualquier otra sociedad. La solución consiste en tratar de adquirir el conocimiento de los procesos sociales y políticos, a fin de saber cómo se ejerce el poder. Nada importante puede hacer la ciencia a este respecto. La gente tiene los datos a su disposición. El pueblo ha de decidir cómo usar su inteligencia para liberarse de la coerción ideológica, para percatarse de la duplicidad y la deformación que son componentes intrínsecos de todo sistema de poder, el nuestro como los demás. El pueblo debe investigar lo que ningún científico puede aclararle: cuáles son las condiciones para una existencia humana decente y cómo lograrlas.
Pero, siendo analfabeto un tercio de la población del mundo, careciendo de escuelas otro tercio, y dado que el año 2000 tendrá la Tierra siete mil millones de habitantes, ¿qué podemos hacer para lograr eso? | |
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El problema mayor que plantea Los límites del crecimiento no es el del mundo subdesarrollado, sino el que ofrecen las sociedades industriales avanzadas, donde la gente sabe leer, donde la gente está entregando a la destrucción sus vastos recursos materiales e intelectuales. En ellas es donde el pueblo debe liberarse del control ideológico que deforma su pensamiento en cuanto a estos asuntos. No es justo echar la culpa a los científicos, ni a los campesinos analfabetos del tercer mundo. La responsabilidad es de todos y cada uno de los ciudadanos de las sociedades industriales avanzadas.
Así, ¿cómo ve usted el futuro inmediato?
Si, en realidad, los límites del crecimiento, cuya existencia no cabe negar, se nos han hecho patentes en esta época, creo que ocurrirá un muy importante levantamiento social en las sociedades industriales, cuando la gran masa del pueblo desfavorecido, desposeído y oprimido de muchas maneras tome conciencia de que ya no existe razón alguna para aceptar un sistema de desigualdad e injusticia que obra en perjuicio suyo. No habiendo tal razón, el pueblo comenzará a explorar los supuestos ideológicos, a desafiarlos y a desafiar las estructuras institucionales, que son opresoras e inequitativas. Tan pronto como comiencen a hacerlo, se verán enfrentados a la fuerza, pues aquellos que detentan el poder y el privilegio nunca tolerarán que se atente seriamente contra su hegemonía. No puedo predecir el resultado de esta lucha. Evidentemente, dependerá del estado de conciencia y organización a que se haya llegado en el momento en que se aplique la fuerza masiva para aplastar los esfuerzos por lograr la igualdad y la justicia. Incidentalmente, creo que cabría quizás esperar algo por el estilo en escala internacional. De la misma manera que el privilegiado y el rico de una sociedad determinada usarán el terror y la violencia para proteger sus privilegios, cuando ya el control ideológico resulte ineficaz, lo mismo va a ocurrir con las relaciones entre las sociedades industriales avanzadas y los llamados países en desarrollo, que muy a menudo ni siquiera han entrado en el desarrollo. Si alguna, digamos, alguna sociedad del tercer mundo decidiese liberarse del sistema global que la oprime, y utilizar en beneficio propio sus escasos recursos humanos y materiales, podemos predecir con un alto grado de probabilidad que el mun- | |
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do privilegiado no toleraría tal conducta e intentaría someterla por la fuerza, y para probarlo, ahí tenemos el caso de Vietnam durante los últimos 25 años. Recuerdo cierto estudio, por cierto uno de los pocos estudios de economía política efectuados por la política exterior norteamericana -incidentalmente, por un grupo conservador. El estudio señalaba, con absoluta exactitud, que la amenaza principal del comunismo consiste en la oposición o incapacidad de las potencias comunistas en cuanto a complementar a las sociedades industriales occidentales, es decir, su resistencia a representar en el juego su papel de retraso y subordinación. Ésa es la amenaza fundamental del comunismo, e innegablemente, verdadera. Ésas que nosotros llamamos sociedades comunistas tratan de llevar a cabo por sí mismas un programa de desarrollo, por medio de la movilización del pueblo y, generalmente, con alguna forma de control autoritario sobre él. Lo que nosotros realmente objetamos es que esas sociedades ya no estén dispuestas a complementar las sociedades industriales occidentales. Si la misma tendencia se manifestare en cualquier otro lugar del mundo, no cabe duda de que, si fuere necesario, se trataría de venderla por la fuerza, aplicando todos los recursos de la ciencia y la tecnología disponibles. Creo que éstas son previsiones verosímiles para el próxima medio siglo. |