Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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Norteamericana de Derecho Internacional y de la Sociedad Norteamericana de Artes y Ciencias. Usted está principalmente interesada en la organización del mundo, las organizaciones internacionales. Los límites del crecimiento es un primer paso hacia el diseño de un modelo planetario, ¿cree usted que ésta sea una empresa importante?
Bueno, tal como usted plantea la cuestión, he de responderla negativamente. Dado lo que es el libro, no considero, digamos, que signifique el comienzo de un nuevo orden. Yo tomo partido por las sesenta personas de los países en desarrollo y socialistas a quienes usted va a entrevistar, pues, como quiera que sea, creo que entre ellas debo incluirme. Esto no mengua la importancia del libro, que considero muy importante, aun estando en desacuerdo con la mayor parte de sus premisas. Pienso que; el libro señala la necesidad de manejar globalmente los recursos. Convengo en ello totalmente. Creo que el libro demuestra enérgicamente esta necesidad, y ello es muy valioso.
¿Qué echa usted de menos en el libro?
A mi parecer, el informe es defectuoso en varios aspectos. Es defectuoso porque deja excluidas de sus cálculos algunas variables absolutamente esenciales. Quiero decir que una declaración económica de la que se excluye la dimensión social del problema se aleja mucho de la realidad. Creo que a este respecto mi pensamiento ha de coincidir con la crítica de mi amigo Gunnar Myrdal.Ga naar voetnoot1 Otra cosa, por supuesto, casi inevitablemente intrínseca del método seguido, es que las proyecciones se basan en las actuales tendencias, las tecnologías del presente. Si algo hay seguro es que habrán de ocurrir cambios muy importantes en estas cosas. Por ejemplo, si tomamos en consideración | |
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los límites, no los del crecimiento, por ahora, sino los de los recursos, nos hallaremos con que las proyecciones son probablemente erróneas, pues la tecnología que está desarrollándose, digamos, en el campo de la producción energética está en proceso de cambio. Yo diría que el aspecto del problema podría variar totalmente en los próximos cincuenta años.
Al hacerse posible aprovechar la energía solar y perfeccionarse la fusión nuclear...
Pienso en particular en la energía de la fusión. Vamos a tener una fuente de energía seguramente mucho más barata que cualquiera de las que el hombre haya hasta ahora explotado. Tendremos fuentes energéticas ilimitadas, pues el deuterio de los océanos es inagotable. Por lo que concierne a las fuentes de energía, nos habremos liberado de las restricciones geopolíticas, lo cual, a mi parecer, equivaldría a lo que usted podría llamar una revolución energética. Y si, como creo que sucederá, disponemos de energía prácticamente ilimitada, eso significaría... bueno, permítame decirlo con palabras de mi colega el profesor Roger Revelle:Ga naar voetnoot2 energía teóricamente ilimitada significa recursos ilimitados.
¿Y los alimentos?
Incluso los alimentos. La cantidad de proteínas que podrían producirse a partir del petróleo bastaría teóricamente para alimentar a una población mundial doble que la actual. No digo que las cosas vayan a ocurrir así. No niego que nos estemos encaminando hacia la inanición, la crisis y el desastre, pues creo que vamos por ese camino. Lo que digo es, simplemente, que una puede hacer una proyección tan apartada de la realidad como la del señor Meadows, o tan válida como ella.
Pero para organizar el planeta... ¿no es necesario comenzar haciendo el inventario de nuestros recursos, tal como propone y fomenta el Club de Roma?
Absolutamente. El inventario y su control son las premisas inevitables. Todo lo que hayamos de hacer habrá de basarse en ello. Creo que el modelo del mit, en lo que a | |
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la metodología concierne, es muy importante y seguirá ejerciendo bastante influencia. Claro que no es sino una proyección, interesante en sí, pero que yo no acepto como la única válida. Creo que la visión de Los límites del crecimiento es muy unilateral, y ciertamente no será bien recibida, como usted descubrirá al realizar su labor en los países subdesarrollados. No será bien recibida por los pueblos cuya economía debe expandirse y crecer. Habría que convencerlos de que no se trata de que ellos detengan su desarrollo, sino de redistribuir los recursos, la riqueza. Una vez convencidos de que es esto lo que pretendemos, podrían cambiar de parecer. En otras palabras, para mí Los límites del crecimiento es otra forma de decir socialismo. Si uno está dispuesto a aceptar el socialismo mundial, puede aceptar Los límites del crecimiento; de otra forma, no.
En otras palabras, usted conviene en gran parte con lo que Robert S. McNamara dijo en Estocolmo.
Sí, claro. Creo que ha hecho algunas declaraciones muy importantes, tanto en Estocolmo como antes, en Canadá.
¿Conoce usted la alocución que dirigió a la asamblea del Banco Mundial en septiembre de 1972? Dijo, por ejemplo, que el Banco Mundial está financiando medidas de control de la natalidad en Indonesia, gracias a las cuales se espera reducir en cincuenta millones la población de ese país, entre 1972 y el año 2000.Ga naar voetnoot3
Bueno, sospecho que no hablaba muy en serio.
¿Por qué?
Lo mismo que el problema de la contaminación o del medio, el de la población interactúa tan inmensamente con tantas otras cosas, que si uno cree poder singularizarlo y tratarlo aisladamente, mediante el simple expediente de fomentar la aplicación de las técnicas para el control de la natalidad, cabe sospechar que ese uno no habla de veras.
¿Qué hacer con esas increíbles barreras que separan a los | |
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científicos de las diferentes disciplinas, los cuales compiten entre sí, en lugar de trabajar conjuntamente en la búsqueda de soluciones para salvar al mundo?
Encontramos la misma situación en la investigación de la paz. Tenemos millares de organizaciones que no se hablan entre ellas y, en consecuencia, hacen vanos todos los esfuerzos. Por supuesto, los analistas de sistemas y los economistas deberían trabajar conjuntamente. Creo que una de las lecciones fundamentales que nos han dado estos últimos veinte o veinticinco años es la imperiosa necesidad de que todos los ataques a los problemas del mundo deben acometerse internacional e interdisciplinariamente, pues de otra manera no llegaremos a parte alguna. Pero ocurre que si esos problemas se atacan como acabo de decir, surgen inmediatamente inmensas dificultades: nacionalismo, parroquialismo, departamentismo, y no sólo entre las personas, sino entre los organismos. Así pues, los proyectos suelen marchar a tropezones, y si, por ejemplo, se trata de algo referente al ambiente, resulta que cada organismo dice que sus fondos se destinan únicamente a financiar proyectos nacionales; y si se intenta acometer los aspectos internacionales del proyecto, uno se encuentra que ha de someterse a las relaciones internacionales. Ambos aspectos deben tratarse conjuntamente, y ya no es posible mantenerlos separados, con la esperanza de que la nueva agencia de Maurice StrongGa naar voetnoot4 abra una nueva vía en ese sentido. Las organizaciones filantrópicas, los organismos subsidiados, no se han puesto al paso de los cambios de estos últimos veinticinco años. La infraestructura financiera queda muy a la zaga, y ello hace dificilísimo el trabajo.
Mis doce años de trabajo en la sede de las Naciones Unidas me han enseñado que siempre se dice: ‘Esperemos que se nos una China, y entonces tendremos verdaderamente una organización internacional.’ Lo primero que hizo Pekín fue vetar el ingreso de Bangladesh. ¿Qué piensa usted del futuro de las organizaciones internacionales en general?
Pienso que la organización internacional evoluciona muy rápidamente. La pura diplomacia al viejo estilo no tiene porvenir, salvo que también se aboque a la esencia interdisciplinaria de los problemas. | |
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¿Qué significa exactamente para usted el orden interdisciplinario?
Significa que la vida internacional de hoy ya no consiste en la mera relación entre los gobiernos. Ya no es simplemente política. Inciden en ella muchos intereses y fuerzas que no son gubernamentales ni políticos y desbordan por arriba y por abajo los estados nacionales. Tales fuerzas e intereses deben interactuar adecuadamente con la política, si es que se quiere llegar a algún resultado práctico. Las Naciones Unidas reflejan el mundo de hace 35 años, y no están preparadas para enfrentarse a los problemas de nuestros días. Los organismos funcionales son más afortunados en algunos aspectos -me refiero a la oms y demás. Pero aun ellos son limitados, limitadísimos. Creo definitivamente llegado el tiempo para crear nuevas formas. Abrigo fervientes esperanzas. He dedicado mis últimos cuatro años a trabajar sobre el problema del espacio oceánico, en íntima colaboración con el Comité del Lecho Marino de los Estados Unidos. Creo que la nueva organización internacional que habrá de surgir para gobernar y administrar los recursos oceánicos significará un atajo hacia nuevas formas de organización internacional. Ese organismo oceánico debe agrupar, pienso, la economía y la industria por un lado, la ciencia, por otro; y la política. Tendríamos así una nueva forma de organización internacional posteriormente aplicable a otros organismos administradores de recursos o a las actividades internacionales en general.
¿Qué habría opinado Thomas MannGa naar voetnoot5 de Los límites del crecimiento? Era bastante pesimista en cuanto al futuro de la humanidad, ¿no es cierto?
A mi padre, definitivamente, no le interesaba mucho la economía, ni fue materialista. No lo fue. Era un humanista cabal. Creo que el problema del crecimiento económico no habría ocupado lugar de gran importancia en su pensamiento. Pero en nuestros días es mucha la gente que arroja lo bueno con lo malo. Claro está que me adhiero a la idea propuesta por varias naciones en desarrollo, como China, y también por los humanistas (creo que los chinos son humanistas, muy profundamente, en muy hondo sentido), de acuerdo con la cual el crecimiento económico no lo es todo; que | |
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existen en la vida otros valores, aparte del crecimiento económico. Pero eso no significa lanzarlo por la borda, sino colocarlo en la adecuada perspectiva. Coincido, pues, con este aspecto de la tesis del mit; pero me aparto de ella en cuanto hace hincapié en detener el crecimiento y lentificar el progreso de esos pueblos que, por el contrario, necesitan acelerarlo cada vez más.
Pero Aurelio PecceiGa naar voetnoot6 trabaja en favor del equilibrio humano, ¿no es así?
Creo que todo lo que hoy he dicho conviene con lo que piensa Aurelio Peccei. A lo largo de los años he tenido largas conversaciones con él. No hay punto alguno de desacuerdo entre nosotros. Él es un humanista, en el mejor sentido de la palabra. No creo que en nuestros días, y especialmente cuando se trata de las relaciones internacionales, que implica tratar con los pueblos del tercer mundo, sea justo decir que el crecimiento económico sea algo secundario. Lo cual, por supuesto, no significa que haya de ser nuestra única preocupación. Ciertamente, la consideración de la distribución, el equilibrio, los valores sociales, la justicia social, es inseparable de las consideraciones puramente económicas. En realidad, limitarse a lo económico en sí, cuando se pretende organizar el mundo, es algo pasado de moda, como pasado de moda sería desdeñar, olvidar, el factor económico.
Usted sabe que intento un segundo volumen de entrevistas que habrán de efectuarse en su mayor parte en el tercer mundo. ¿Cree usted que con él haría una contribución positiva para convocar en 1974 una conferencia al estilo de la de Bandung,Ga naar voetnoot7 entre las setenta personas que figuran en el primer volumen y las setenta que figurarán en el segundo?
Me parece una espléndida idea. Por lo que toca al tiempo, creo que tenemos bastante para organizarla. Es una idea espléndida, que voy a estudiar. Quiero estar allí.
Una última pregunta: ¿prepara usted algún libro? | |
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Desgraciadamente estoy trabajando en tres. Uno va a salir ahora, se llama Pacem in maribus, y se refiere a las actividades dirigidas a dar forma a un régimen oceánico internacional.
Tomó usted ese nombre de la encíclica del papa Juan XXIII.
Sí.
¿Qué importancia podemos otorgar a la convención de noventa y una naciones, firmada en Landres el 13 de noviembre de 1972, que estableció la prohibición de arrojar desechos venenosos al océano?Ga naar voetnoot8
Fue un paso en la correcta dirección. Se han dado varios pasos en esta dirección. Pero no es suficiente. En primer lugar, los desperdicios arrojados sólo constituyen una fracción menor de la contaminación. Las más importantes fuentes de contaminación están situadas en tierra. La contaminación de los océanos es justo uno de los síntomas de la desintegración de todo nuestro sistema urbano industrial. Y esto me lleva al segundo punto: No es posible atacar la polución en sí. Para vencerla hay que dirigirse a la base misma del sistema que administra los recursos y el desarrollo. Al poner el acento sobre la contaminación se delata un sesgo occidental. Lo cual no significa necesariamente que sea algo equivocado. Lo que realmente significa es excesiva estrechez. |
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