Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd33. Erza J. MishanEl profesor Erza Mishan enseña economía en la Escuela de Economía de Londres. ¿Cuál es la reacción de usted a la publicación de Los límites del crecimiento?
Cabía anticipar que el informe del mit no iba a ser bien recibido por la mayoría de los economistas. La razón es | |
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que muy pocos de ellos han cuestionado seriamente la noción del crecimiento económico como finalidad legítima de la política social. Desde la guerra, el acento ha venido cargándose siempre sobre una creciente tasa de crecimiento económico. En realidad, generalizando a partir de la reacción que suscitó en los Estados Unidos Blueprint for Survival, podía preverse la suerte de denuncia que provocaría. Antes que nada había que cubrir de escarnio a los anunciadores del fin del mundo. Los profetas de la catástrofe del mundo, que se remontan hasta el antiguo Egipto, tienen que ser desterrados. Y sin embargo, ¿cabría desdeñar a Malthus como un falso profeta? Los economistas van a apresurarse a recordarnos que, a medida que vayan agotándose los recursos tradicionales, seguramente surgirán nuevos materiales, y una nueva tecnología nos capacitará para seguir elevando continuamente los niveles reales, al menos en Occidente. En cuanto a las fronteras de la ciencia, dirán, se están ampliando ahora más rápidamente que en ningún otro periodo de la historia. Los economistas insistirán en que el modelo del mit es en exceso simple para poder expresar la realidad y que en él no se deja lugar para la inventiva y el ingenio del hombre. No obstante, el libro seguramente va a causar efecto, como ocurrió con el Blueprint,Ga naar voetnoot1 que lo antecedió en un par de meses. El modelo utilizado por ForresterGa naar voetnoot2 y Meadows es de estructura relativamente compleja. Las ecuaciones matemáticas que describen los enlaces entre las variables no pueden, claro está, exponerse al desnudo en una obra de divulgación. El lector ordinario ha de contentarse, por tanto, con algunas ilustraciones sencillas, verbales y diagramáticas, que le den una idea de las interconexiones y, más avanzado el libro, con descripciones y gráficas (no tan claramente trazadas como debieran estar) y explicativas de las vías temporales que surgen de la computadora en respuesta a alteraciones de las hipótesis y parámetros iniciales. Sin embargo, lo que más desearían examinar los críticos serios, no es la información suministrada al modelo, sino la estructura del sistema de ecuaciones. ¿De cambios en la estructura del sistema de ecuaciones se derivarían diferencias importantes en los resultados? Pese a todo, ya tenemos un comienzo, se ha hecho explícito un modelo global que queda abierto a modificaciones | |
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y a ulteriores experimentos y refinamientos. Ciertamente sería saludable para el hombre pro-crecimiento y para el hombre anti-crecimiento contar con algunas ideas claras sobre la magnitud de los logros técnicos que con el tiempo se necesitarán, si hubieran de mantenerse tasas positivas de crecimiento.
Ha escrito usted que las condiciones tecnológicas de la producción no se eligen con vistas a enaltecer la experiencia humana de la vida, que en la elección no intervienen las ciencias sociales. ‘Ellas parecen evolucionar solamente en respuesta a los requerimientos de la eficiencia industrial y la obtención de ganancia.’Ga naar voetnoot3 ¿Cómo invertir esa tendencia? ¿Cómo introducir en el proceso los factores sociales, los intereses del pueblo?
Con toda franqueza, ignoro cómo invertir la tendencia. Creo que lo que digo está suficientemente claro. Considere, por ejemplo, la contaminación del aire. Lave y Seskin han realizado un estudio del que se desprende que, para ciertos grupos de edades, el número de algunas enfermedades, como asma, bronquitis y enfisema, aumenta al doble en las regiones muy contaminadas, en relación con aquellas en que la contaminación es baja. Esta situación crea empleos para el personal médico y sanitario y, por supuesto, ofrece oportunidades para ampliar la investigación. El caso me parece típico de la forma en que la ciencia enfoca un problema. Primeramente emprende alguna innovación, la cual resulta de consecuencias imprevistas, buenas y malas. Las malas consecuencias hallan un lugar bienvenido en el sistema, pues se da empleo a personas para que las investiguen. Así, cuando yo digo que no existe un Ser soberano y benévolo continuamente preocupado por los pros y contras de cada innovación, eso es lo que quiero significar. El sistema procede, más o menos ciegamente, de esta manera, guiado únicamente por sus perspectivas comerciales inmediatas.
El crecimiento económico hace anticuadas muchas cosas, entre ellas la teoría económica. ¿Cómo ajustar el pensamiento económico al rápido cambio de la situación en el mundo, en relación con la población, la contaminación, la ecología...? ¿Marcha la teoría económica a la zaga de los hechos y realidades de nuestra situación? | |
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Sí, la teoría económica siempre se rezaga, y seguramente lo mismo ocurre con las demás ciencias. Pero ahora los jóvenes comienzan a interesarse por la ecología, jóvenes originalmente formados en la economía, que comienzan a atacar otros problemas, por lo regular problemas relacionados directamente con el ambiente, con la ecología. En los Estados Unidos existe una organización bien conocida, Recursos para el Futuro, para la cual trabajan algunos economistas muy competentes, interesados no sólo en la elaboración de modelos, sino en hacer estimaciones cuantitativas. El centro de su interés es la conservación de los recursos naturales y el ambiente. Sin embargo, su estudio no abarca las vastas consecuencias sociales, por la razón, supongo, de que éstas resultan intangibles por muy diversos motivos. Las cuestiones sociales requieren buena dosis de especulación. E incluso las cuestiones que a sí mismos se proponen los sociólogos suelen ser muy estrechas. Tal como son las cosas, no creo que ellos puedan considerar muchas de las consecuencias sociales a largo plazo. Por ejemplo, actualmente se discute la cuestión de la pornografía y los posibles efectos de la violencia exhibida en la televisión, a menudo violencia sádica, sobre los jóvenes y aun la gente crecida. Los estudios de los sociólogos tienen miras muy estrechas, pues suelen limitarse a tratar de descubrir si la contemplación de tales cosas ejerce algún efecto inmediato sobre las personas; por ejemplo: si la contemplación de la violencia conduce en plazo inmediato a aumentar la criminalidad, o si la visión de la promiscuidad sexual induce mayor promiscuidad sexual. No creo que los resultados estadísticos tengan mucho valor. Comoquiera que sea, sin embargo, los sociólogos no se plantean las verdaderas preguntas, tales como cuáles son los efectos últimos sobre el carácter de las personas. Pues la clase de vida que hayamos de llevar dependerá en último término de cuáles sean los valores aceptados por los individuos y de cuáles sean los sentimientos de unos respecto de otros. La cuestión que me propongo a mí mismo es: si se ven programas de televisión en que unas personas ofenden, degradan y someten a otras a la violencia, sin que de ello derive moraleja alguna -sencillamente un muchacho malo sale triunfante con su violencia o con su promiscuidad sexual-, ¿no tomarán los jóvenes tales cosas como norma social, como parte aceptable de la vida, y tratarán de moldearse a sí mismos consecuentemente? ¿A qué clase de futuro va | |
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a conducirnos esto? Cuestiones de esta suerte son las que yo me planteo, pero no veo que los sociólogos midan algo que nos haga posible responderlas.
En su libro habla usted de muchachos entre los trece y los diecisiete años que gastan unos setecientos dólares en objetos de lujo, en su camino hacia la dolce vita.Ga naar voetnoot4 ¿Qué podrían hacer los economistas -o los sociólogos y psicólogos, si usted quiere- para modificar esas tendencias perniciosas, de manera que la gente reordenara sus prioridades y se comportara en forma más realista?
Eso es realmente como aquello del huevo y la gallina, pues para modificar el medio y después ser modificada por él, la gente misma ha de tomar la iniciativa. El medio no cambia espontáneamente. Y en este país, en que se supone rige cierta índole de instituciones democráticas, el medio sólo podría cambiar si, en primer lugar, la mayoría del pueblo se manifestara en favor del cambio. De esto se desprende que, para lograr el cambio, es preciso comenzar por un cambio general del sentimiento de las personas, nacido de una nueva comprensión o una nueva conciencia. Evidentemente, una vez cambie el medio cambiará el pueblo. Como dijo Winston Churchill en cierta ocasión, nosotros damos forma a las casas y después las casas nos dan forma a nosotros. Tal es el proceso.
Pero ¿no vivimos controlados en la sedicente sociedad libre y democrática? Dominados por maestros, profesores, funcionarios públicos y gobiernos, estamos controlados de la cabeza a los pies. Ha de cambiar el control a fin de...
En cierto sentido, convengo con usted. Estamos ya sometidos a restricciones políticas e institucionales. Madison AvenueGa naar voetnoot5 es realmente muy poderosa. Los intereses creados son poderosos. Los intereses creados, materiales e intelectuales, son poderosos. Lo sabemos, y no obstante, la única esperanza de que ocurra un cambio radical está en la admisión de que las masas del pueblo lleguen a convencerse de que la actual clase de vida, subproducto del crecimiento eco- | |
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nómico, no es la vida que desean. Lo que desean es un nuevo juego de opciones entre las cuales elegir, y una vez crean que esto es realmente factible, podremos comenzar a cambiar el medio a toda prisa.
Profesor Mishan: ¿Cree usted factible gobernar el planeta Tierra como una gran empresa?
Sí, pues algunos pueblos ya están en camino de ser gobernados como empresas gigantescas.
Pero si así fuere, ninguna administración competente se permitiría destinar anualmente doscientos mil millones de dólares para gastos militares del mundo entero...
No, claro que no. Si hubiera un gobierno universal no existiría tal gasto. Pero no se necesita mucha imaginación para entender el temor con que las naciones, hoy armadas hasta los dientes, se vigilan mutuamente. Cualquier pequeño progreso en el armamento ha de ser igualado por el otro. Cada país procura prever qué armas inventarán otros países, a fin de tener otras para contrarrestarlas. En realidad, es la carrera armamentista entre las naciones la que aporta buena parte de la fundamentación lógica para el crecimiento económico. Si no fuera por la carrera armamentista y las discusiones sobre la intertransferencia de los crecimientos industrial y tecnológico, sería mucho más fácil instaurar una política de contención deliberada del crecimiento para llegar a una situación de estabilidad.
Sí, pero ¿entrevé usted alguna posibilidad de administrar el planeta a escala global?
No, no para un futuro próximo. No la veo. Mi posición es pesimista. Si usted me preguntara cuánto va a durar el mundo civilizado, me atrevería a suponer que quizá unos diez o quince años. Si durara más, sería algo milagroso. No obstante, al mismo tiempo creo que el hombre está dotado de libre albedrío y, en ocasiones, acaecen milagros. Por tanto, sigo mi camino, deseando lo mejor y aguardando lo peor.
¿Salvaremos alguna vez la brecha entre los países ricos y los pobres? Si aspiramos a un gobierno a escala mundial, que a la larga parece inevitable, ¿cómo podría funcionar, exis- | |
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tiendo tan enorme hueco entre las naciones ricas y las naciones pobres?
Me plantea usted una cuestión bastante fuera de mi alcance. En parte muy grande, mi interés ha estado dedicado a las sociedades opulentas, respecto de las cuales arguyo que un ulterior crecimiento económico no serviría a propósito sano alguno. El crecimiento se ha convertido en un mal hábito o, podríamos decir, resulta sencillamente que la máquina ya no puede detenerse. Ahora usted me pregunta qué hacer con todos esos países pobres, y a ello debo responderle confesando que verdaderamente aborrezco el seguir atenido a mis opiniones, pues ocurre que, a mi parecer, esos países deberían haber seguido el camino que sugirió Gandhi; es decir: utilizar la pequeña o mediana tecnología y aspirar a un nivel de vida material modesto pero bastante satisfactorio. Pero no han seguido este camino. En cada uno de esos países existe un reducido grupo que tiene su mirada constantemente puesta en Occidente, y esperan poder elevar a sus pueblos al nivel de éste. Bueno, tal como son las cosas, esto me parece imposible. Desde luego, imposible de lograr en pocos años, pues es evidente que si todos esos países pudieran alcanzar en pocos años un nivel material comparable al de los Estados Unidos, el mundo no podría durar más de otros diez o veinte años. La magnitud del consumo de recursos y el grado de contaminación serian enormes.
Cada chino con dos automóviles en su garaje...
Sí, algo semejante a eso. Si usted me preguntara qué sería lo ideal, en cierto sentido, y no me exigiera que le dijera cómo realizarlo, suponiendo sencillamente que un omnipotente dictador gobernara el mundo...
ToynbeeGa naar voetnoot6 se ha expresado en términos parecidos...
Bueno, en ocasiones, ésta es la única forma de hablar razonablemente, porque uno se ve continuamente confundido por lo que es factible o inmediatamente realizable y lo que pudiera ocurrir en el futuro más remoto, cuando, imaginamos, las restricciones serán menos. Si un dictador benévolo llegara a gobernar el mundo en- | |
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tero, evidentemente habría de comenzar por esforzarse a toda costa por reducir la tasa de crecimiento de la población, estabilizar la población total y, posiblemente, reducirla. Y lo que en seguida debería hacer sería, por supuesto, distribuir la riqueza del mundo algo más equitativamente, y entonces, ciertamente, los Estados Unidos no podrían sostener su actual nivel de vida. |
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