Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd32. Iván D. IllichNacido en Viena en 1926, Iván Illich es director del Centro Intercultural de Documentación (cidoc) de Cuernavaca, México. Un estudio recientemente realizado en Harvard por Christopher Jencks y otros afirma que la desigualdad en las escuelas no es causa mayor de desigualdad económica entre los adultos. En otras palabras, para luchar contra la pobreza en las naciones ricas (el estudio trata de los Estados Unidos), han de realizarse cambios fundamentales en las instituciones económicas, y no exigir que las escuelas resuelvan estos problemas.
Nunca he afirmado que la desigualdad en las escuelas sea causa mayor de la desigualdad económica entre los adultos. Mi atención se dirige al ritual, más que a las actividades causales de las escuelas, como podrá usted ver en el capítulo ‘El ritual del progreso’, de mi libro Deschooling Society. Como cualquier otro ritual mitopoético obligatorio, el pro- | |
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ceso de escolarización oculta de aquellos que en él participan el mito en que ellos creen y la estructura social a que sirven. La escuela fomenta el mito de la igualdad e inevitablemente inyecta en los que a ella asisten un sentido de pertenencia a determinada edad y grado escolar. El fomento de la igualdad de oportunidades o de participación del producto social es uno de sus principales designios, adoptados por todas las sociedades en que rige la escolaridad. Todas estas sociedades prescriben a sus ciudadanos una obligatoria competición por el ascenso a lo largo de una escala sin fin de consumo educativo. Cuanto más alto trepe cualquiera por esta escalera -y más haya, supuestamente, ‘aprendido a aprender’- más costoso se hace para la sociedad la continuación de los estudios para esa persona durante un año más. Todas las sociedades que han adoptado la iniciación a través del escolarismo crean una pirámide de clases diplomadas o consumidores educativos. El que deserta precozmente de la escuela, identificado como no consumidor educativo, se convierte en un paria económico. Por consiguiente, la adopción del escolarismo equivale a la legitimación de una sociedad en que el pueblo está clasificado de acuerdo con su capitalización institucional de la ‘educación’. En tanto la sociedad crea en el valor de la ‘educación’, la ‘manipulación’, el ‘condicionamiento social’ o la ‘socialización’ estandarizados, permanecerá ciega a la contradicción entre el mito y la estructura socioeconómica. Como es lógico, la escuela 1) refleja, 2) refuerza y 3) reproduce la particular sociedad clasista en que ella existe, y lo hace con entera independencia de lo que suceda entre maestros y alumnos, por la sola virtud de lo que yo he llamado su ‘programa oculto’.Ga naar voetnoot1 Pero más importante: aquellos que creen en la necesidad universal de una educación especializada e institucionalizada son cegados por el proceso de la escolaridad ante las inevitables características clasistas de toda sociedad industrial en expansión.
William I. Thompson,Ga naar voetnoot2 de la Universidad de Nueva York, opina que su estudio, Deschooling Society, está dirigido a cambiar la autoridad de las escuelas o maestros como padres sustitutos, más que acometer frontalmente la tarea de cambiar o, más bien, enaltecer la conciencia de la realidad. | |
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No sabía de la crítica de Thompson. Lo que precisamente me preocupa es una visión no coartada de la realidad. Me he concentrado en la escuela porque, entre los varios sistemas de producción industrial, el sistema educativo ofrece el mejor paradigma para desenmascarar las ilusiones que tenemos respecto de otros organismos. Sucede así porque hasta hace poco sirvieron como vacas sagradas de la sociedad industrial. Yo arguyo que si fue posible enfocar las ilusiones sobre la educación, sería igualmente factible empujar las ilusiones sobre el transporte, el alojamiento o la medicina para hacerlas salir del punto ciego de la imaginación industrializada. En 1970, en el cidocGa naar voetnoot3 pudimos demostrar lo siguiente: 1)No es factible la educación universal por medio de la escolaridad obligatoria. 2)Son más factibles y menos tolerables otros artificios para la obtención de la educación universal. Nuevos sistemas educativos, ahora a punto de remplazar a la escuela tradicional en muchos campos, son más eficaces que los sistemas escolares tradicionales de los últimos cuarenta años para manipular, condicionar y capitalizar a la gente. Son asimismo más de fiar para condicionar al pueblo de por vida en una economía capitalista. Por consiguiente, resultan más atractivos para la conducción de nuestras sociedades, más seductores para el pueblo, y más insidiosamente destructores de los valores humanos fundamentales. 3) Una sociedad entregada a los altos niveles de aprendizaje compartido (en contraste con los altos niveles de condicionamiento planeado) ha de fijar límites pedagógicos a los parámetros fundamentales del crecimiento industrial. Este análisis del escolarismo nos condujo a aceptar la producción masiva de educación como paradigma para otras empresas industriales, cada una de ellas productora de un bien o servicio, cada una organizada como un bien público, y cada una definiendo su producto como una necesidad básica. Al principio atrajeron nuestra atención el seguro obligatorio para la atención profesional a la salud, y el sistema de transportes públicos, que también tiende a hacerse obligatorio una vez el tránsito rueda por encima de cierta velocidad. Nosotros descubrimos que la industrialización de cualquier agencia de servicio produce efectos colaterales destructivos análogos a los resultados secundarios indeseados bien conocidos que se derivan de la sobreproducción de bie- | |
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nes. Hubimos así de enfrentarnos a un conjunto de ineludibles límites al crecimiento del sector de servicios, correspondiente a los límites inherentes a la producción industrial de artefactos. Llegamos a la conclusión de que sólo es posible formular adecuadamente los límites del crecimiento si se aplican tanto a bienes como servicios producidos en forma industrial. Lejos de tratar básicamente de cambiar la autoridad de las escuelas o los maestros como padres sustitutos, he usado constantemente el paradigma de la escuela con el fin de levantar una nueva conciencia acerca de las contradicciones que lleva en sí toda forma de consumo obligatorio de productos industriales.
Jean PiagetGa naar voetnoot4 y B.F. SkinnerGa naar voetnoot5 parecen disentir profundamente en cuanto a la programación de los niños: Piaget rechaza los controles de Skinner como medio de condicionar al niño para el futuro, y sostiene que el fondo y el ambiente determinarán en gran medida el ritmo a que el niño aprenderá. El progreso no debe ser demasiado rápido; todo niño recorre fases de comprensión; las capacidades en desarrollo deben utilizarse y probarse constantemente, so pena de detener el crecimiento intelectual.
Los psicólogos de la educación suelen concentrar su atención en el proceso de iniciar al joven humano en la sociedad en que vivimos. Mi interés es subrayar lo evidente: es imposible condicionar a las personas para una vida humana en una sociedad inhumana. No me preocupa principalmente la nueva ‘educación’, sino la necesidad de normas negativas, abundantes en un mundo en que la gente efectivamente puede aprender. Cada vez me interesa más proponer el concepto de un equilibrio multidimensional de la vida humana que pudiera servir de marco para evaluar la relación del hombre con sus instrumentos. Creo que es posible descubrir una escala natural en muchas de las dimensiones de este e quilibrio. Cuando una empresa crece allende cierto punto de esta escala, empieza por frustrar el logro de la finalidad para la cual fue originalmente proyectada, y después, rápidamente, se constituye en lina amenaza contra la sociedad misma. | |
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Estas escalas deben ser identificadas, y han de explorarse los parámetros de los esfuerzos humanos dentro de los cuales permanece viable la vida humana. Creo que la psicología de la educación nos puede dar las líneas de orientación para identificar algunas de estas escalas, y con ello, conceptos que puedan ser de utilidad para proscribir formas de organización, producción o instrumentos que hacen el ambiente psicológico impenetrable, secreto y temible.
Mientras Aurelio PecceiGa naar voetnoot6 y el Club de Roma se esfuerzan por transformar la cima de la sociedad y por hacer ver a los dirigentes y científicos que el planeta está en peligro a causa de los límites del crecimiento, ¿podría decirse que el trabajo de usted se dirige a obtener cambios revolucionarios en los cimientos mismos de la sociedad burguesa?
Peccei, Forrester y Meadows han rendido un importantísimo servicio con sus esfuerzos por ilustrar a gran número de personas acerca de los inevitables límites del crecimiento de la producción de bienes. Han hecho evidente lo obvio. Yo espero complementar su penetrante comprensión al subrayar que el crecimiento del sector de servicios tiene análogos límites. En mi opinión, los límites concretamente ecológicos al crecimiento en el sector de los bienes es únicamente un subconjunto, de un conjunto más vasto de límites multidimensionales a la general institucionalización de los valores. La sociedad puede ser destruida cuando el ulterior crecimiento hace hostil el medio, cuando suprime el libre uso de la capacidad natural de sus miembros, cuando aísla unas de otras a las personas y las considera encerradas en una concha artificial, cuando corroe la textura de la comunidad al fomentar al extremo la polarización social y la fragmentadora especialización, o cuando la cancerosa aceleración fuerza el cambio social con rapidez tal que excluye los precedentes culturales y políticos como guía hacia procedimientos permisivos en el presente. No son tolerables los instrumentos que producen tales efectos. A este punto de su crecimiento, pierde importancia el que una empresa sea propiedad nominal de individuos, compañías o estados, pues ninguna forma de administración puede hacer que tal empresa sirva a propósito social alguno. | |
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¿Cómo ve usted el futuro para las próximas dos décadas, especialmente teniendo en cuenta la brecha cada vez mayor entre ricos y pobres y entre naciones ricas y pobres?
Creo que únicamente la desmitificación de la ciencia, la restauración del lenguaje ordinario y la recuperación de los procedimientos básicos harán posible poner límites al crecimiento institucional. Y esto sólo puede lograrse mediante la inversión de las actuales finalidades políticas, por lo regular orientadas a aumentar el rendimiento de un sistema social, y una más equitativa distribución del producto. Este interés por la justicia distributiva ha de complementarse con la comprensión de la necesidad de una justicia participatoria. La pretensión a la igualdad en el reparto de los productos de la sociedad ha de completarse con la preocupación por una igual distribución sobre el control de las nuevas energías que hoy podemos reunir, aun cuando esto hubiere de conducir a la comprobación de que la justicia participatoria exige una sociedad en que el consumo de energía sea radicalmente reducido. En mi próximo libro, Tools for Conviviality, pretendo tratar este problema. |
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