Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd30. Maurice F. StrongMaurice F. Strong fue designado secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en noviembre de 1970. Antes fue presidente de la Agencia Canadiense de Desarrollo y ha tenido extensa experiencia en el campo de los negocios y de los asuntos públicos. | |
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cuando fue nombrado director general de la Oficina de Ayuda Exterior del gobierno del Canadá, con categoría de ministro delegado. ¿Coincide, usted con Los límites del crecimiento en que el más urgente de los problemas actuales es administrar el crecimiento globalmente?
Éste es realmente el meollo del problema al que el hombre se encara en este momento. Y en mi opinión no sólo por las razones elegidas en Los límites del crecimiento, sino también por otras causas más profundas aún, ligadas con el hecho de haber llegado el hombre en su evolución a una coyuntura de importancia mayor que cualquier otra que se hubiera presentado en el curso de la historia de la especie humana. El futuro de la humanidad depende ahora de las acciones que el hombre mismo acometa.
¿No cree usted absolutamente esencial lograr que los gobiernos asuman las responsabilidades que les competen en relación con el medio?
Creo que la importancia real de Los límites del crecimiento estriba en la forma en que nos induce a pensar en estos problemas, más que en cualquiera de las soluciones concretas hacia las que apunta. Creo que la mayor contribución de Los límites del crecimiento es la que hace al hecho mismo de inducir a los hombres y, particularmente, a sus dirigentes a tomar en sus manos el problema de cómo el hombre va a dirigir la primera civilización mundial de alta tecnología y la proliferación de complejas interdependencias que la tecnología misma ha producido. Nos ha hecho darnos cuenta, en forma muy simple, de que este sistema físico de interdependencias de que el hombre depende es en realidad mundial, que ha de considerarse globalmente, y que debemos enfrentarnos a él y tratarlo como una unidad global. Y contrastan con esto las actuales instituciones por intermedio de las cuales el hombre pretende gobernar los proce- | |
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sos de su propio desarrollo, instituciones netamente sectoriales, definidamente nacionales y patentemente inadecuadas para ejecutar la tarea de la administración global. En términos generales, el que Los límites del crecimiento haya inducido a la gente a considerar estos problemas es una de las mayores contribuciones que ha hecho. La idea de Los límites del crecimiento viene en apoyo del entero concepto de Estocolmo,Ga naar voetnoot1 es decir, la creciente necesidad que se le ha impuesto al hombre de adquirir los instrumentos económicos, sociales y políticos para enfrentarse a las nuevas interdependencias. El segundo campo en que, según creo, Los límites del crecimiento ha significado una importante contribución es el de la metodología, por el simple hecho de que este estudio está basado en la simplicísima premisa de que las interdependencias recién descubiertas son complicadas. Es muy difícil, sin usar los más recientes instrumentos tecnológicos -por ejemplo la computadora y las técnicas de elaboración de modelos por medio de computadora-, comprender realmente cómo operan esas interdependencias, en qué forma se relacionan las causas y sus efectos, a menudo separados espacial y temporalmente en forma tal que sobrepasan nuestra capacidad para juzgar cómo reaccionan entre sí, y de todo esto deducir en qué forma determinar el curso de nuestra futura evolución. Los arquitectos de Los límites del crecimiento son los primeros en reconocer cuán primitivo ha sido el comienzo que ellos han realizado.
¿Sabe usted que TinbergenGa naar voetnoot2 y el profesor Hans Linneman están ahora trabajando con un grupo sueco-holandés, en Holanda, sobre un segundo proyecto del mundo, para el Club de Roma?
Sin duda. Se trata nuevamente de ampliar el modelo original de Forrester y Dennis Meadows, modelo que yo he tenido el placer de seguir desde su comienzo mismo. Lo encuentro en extremo incitante, interesante y útil. Aun las personas que han ideado este modelo han reconocido que se trata apenas del comienzo.
Dada la experiencia de usted con la conferencia de Estocol- | |
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mo en 1972, ¿cree que las naciones en desarrollo necesitan la advertencia de Japón: No hagan lo que nosotros hicimos, no crezcan sin planeación; no se dejen llevar sin planeación a esa loca y desproporcionada explosión tecnológica y al crecimiento económico?
Creo que eii Estocolmo comenzamos a plantearnos algunas de las cuestiones profundísimas y de largo alcance que ahora señalan libros como Los límites del crecimiento. Cuestiones como éstas: ¿Cómo crear cierto equilibrio en nuestro acceso al crecimiento global? ¿Cómo vamos a crear una situación en que los dos tercios de la población del mundo, que tienen bajo su dominio gran parte de la superficie del planeta y de sus recursos naturales, se incorporen a la corriente principal de la civilización tecnológica? Y al hacerlo, ¿cómo podrían esos pueblos adquirir la parte justa que les correspondería de esa forma de vida superior que el desarrollo hace posible? Es evidente que ahora no sucede esto. Claramente lo que sucede es que la misma tecnología que está dando al hombre nueva potencia creadora y, al mismo tiempo, nueva capacidad de autodestrucción, permanece casi por entero en manos de las naciones muy industrializadas. Puesto que el dominio de la tecnología, del conocimiento científico, constituye la principal fuente de poder en el mundo de hoy, hemos de hallar una forma mucho mejor para usar y compartir ese poder. Hemos de hallar una base mucho más racional para el uso de los recursos del mundo.
¿Cree usted verdaderamente en la distribución de las riquezas y recursos mundiales con las naciones en desarrollo de una manera más honrada?
Lo que pienso es que debemos admitir que tal cosa no se producirá en virtud de un plan maestro mundial o de la creación de algún instrumento supranacional. Si Los límites del crecimiento está en lo cierto al afirmar la creciente escasez de recursos, esta escasez pondrá en manos de los países en desarrollo, que tienen el dominio de muchos de estos recursos naturales, nuevas palancas que podrían usar en sus negociaciones con las naciones ricas. El petróleo nos ofrece un buen ejemplo. Los países productores de petróleo se han congregado en la opep (Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo) y han demostrado la muy considerable coacción que pueden ejercer sobre las naciones | |
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consumidoras manipulando el abastecimiento de este recurso, cada vez más escaso. Me complazco en considerarme un idealista; por consiguiente, creo que el mundo no va a rehacerse mediante simples procesos de supranacionalismo y el supuesto de que repentinamente todos los hombres se adhieran a conceptos idealistas sobre las relaciones de los unos con los otros. Creo que la reconstrucción del mundo requiere, antes que nada y fundamentalmente, que nos demos cuenta de que las nuevas interdependencias, creadas por nuestra civilización altamente tecnológica, exigen simplemente de nosotros que cooperemos unos con otros, que compartamos más, que cuidemos más unos de otros, que trabajemos más en común que antes. Y habremos de hacer esto porque es la condición de la común supervivencia. Esto es el común denominador. En segundo término, la creciente escasez de los recursos naturales y la agravación de los problemas de los países ricos creen una nueva posibilidad para los países en desarrollo de ejercer presión sobre aquéllos. Esta fuerza puede usarse en forma creadora y constructiva que dé a los países pobres el poder de negociación que los ayude a corregir el tremendo desequilibrio que ahora existe.
Ninguna de las naciones ricas ha llegado jamás a aportar el uno por ciento de su PNB para ayudar a las naciones en desarrollo.
Hemos de admitir que algunos de los accesos tradicionales a la ayuda exterior han de ser sustancialmente modificados. En nuestras sociedades nacionales, la caridad nunca ha sido un fundamento duradero de las relaciones entre los ricos y los pobres. En nuestras sociedades nacionales, los programas originales basados en la pura donación o, incluso, la donación condicionada, fueron rápidamente sustituidos por un sistema mucho más objetivo e impersonal para la redistribución de la riqueza. La igualación de las oportunidades y los programas de ayuda exterior representan únicamente el mero comienzo de la extensión de este proceso a la vida internacional. En consecuencia, habremos de pasar a un sistema de vida internacional que corresponda a la clase de sistemas que muchas naciones han Creado internamente, de acuerdo con los cuales rigen mecanismos más impersonales y objetivos para la redistribución de la riqueza y la igualación de las oportunidades. Hemos de considerar los programas de ayu- | |
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da como el comienzo de esa evolución. En ello se basa mi arraigada creencia en que la presión política y económica que el mundo en desarrollo puede aplicar es una de las claves para que éste consiga una justa participación en las oportunidades y riquezas del mundo. No quiero decir que esto lleve necesariamente a un conflicto abierto. Pero examinemos retrospectivamente lo ocurrido en nuestras sociedades nacionales y veremos que únicamente cuando los pobres adquirieron, por medio del voto y otros recursos, por medio de la acción política y social -es decir, cuando tomaron conocimiento de su propia fuerza y aprendieron a usarla- sólo entonces obtuvieron alguna mejora de su suerte en la sociedad. Esto vale para todas las sociedades. Únicamente cuando las naciones pobres lleguen a comprender bien sus potencialidades intrínsecas; a comprender no sólo su fuerza, sino también sus responsabilidades, serán capaces de sentarse a la mesa de negociaciones con los países industrializados y obtener el máximo provecho de sus ventajas. Sólo a través de estos procesos llegaremos a obtener una mejor distribución de los recursos y oportunidades del mundo.
¿Cómo está funcionando el Guardián de la Tierra (Earth Watch) después de Estocolmo? Es la criatura de usted.
Sí. El Guardián de la Tierra se encuentra apenas en sus fases iniciales. Este organismo va a enlazar gran número de instituciones que ahora existen en todo el mundo. Son instituciones y centros de pericia que darán a conocer los datos, la información y las valoraciones que han de permitir no sólo a las autoridades ejecutivas del mundo, sino a las personas afectadas por las decisiones que aquéllas toman, entender las importantes consecuencias que para la humanidad tendrán las decisiones que vayan a tomarse. Estocolmo nos dio el mandato para fundar el Guardián de la Tierra. La Asamblea General de las Naciones Unidas de 1972-1973 nos ha dado los recursos que harán posible su funcionamiento.
Hace unos minutos dijo usted: ‘Soy un idealista’. Dejó su hogar a los trece años, trabajó algún tiempo como trampero y ascendió rapidísimamente hasta la presidencia de una de las mayores empresas de Canadá, y ahora se dedica usted a este trabajo, puramente humanitario, en interés de toda la humanidad. ¿Qué lo movió a usted a renunciar a su pode- | |
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rosa posición en el mundo financiero y ponerse al servicio de la humanidad?
Antes que nada quiero señalar que hago lo que estoy haciendo por la más egoísta de las razones: que disfruto con ello. Me satisface tratar asuntos que yo creo importantes. Cuando todavía pertenecía al mundo de los negocios hice un análisis. Miré en torno y llegué a la conclusión de que el éxito puramente material, meramente económico, no es satisfactorio para el conjunto de la sociedad, no es satisfactorio sino para ciertos individuos. La labor de ayudar a tantas sociedades subtotales resulta más incitante, más emocionante. En último análisis, es un trabajo aún más útil que el de dirigir un pequeño sector de la sociedad exclusivamente dedicado a la consecución de la ganancia material. Debo decir que si hago lo que estoy haciendo es porque me gusta, y probablemente sea esto la cosa más egoísta que se pudiera pensar.
Esperemos que haya usted sentado el ejemplo para algunos otros mandamases del mundo, que a imitación de usted extiendan la ganancia material a ganancia social, a ganancia para beneficio de toda la humanidad. Me agradaría que muchos más industriales siguieran su ejemplo.
Gracias. En realidad yo he sido fuertemente influido por el ejemplo de otros. Puedo decir que, en el mundo de los negocios, conozco a muchas personas que sienten como yo, y me envidian por haber tenido la oportunidad de expresar estos intereses, oportunidad que verdaderamente les es negada a otros individuos. En este sentido he tenido mucha suerte. Pero dése cuenta, considere el asunto muy simplistamente: tengo cinco hijos. En cierto momento de su vida, uno mira al futuro y dice: ¿qué puedo dejar a mis hijos que sea útil y duradero? Pensar exclusivamente en grandes cuentas bancarias o inversiones financieras significa verdaderamente edificar sobre arena. Si esto es lo que uno va a dejar a sus hijos, lo que hace es entregarlos a una sociedad en que las cosas materiales, inevitablemente, van a ir siendo gradual, o tal vez rápidamente, envueltas por un cenagal de decadencia y degeneración sociales. Ya no podemos suponer que nos ocupamos del porvenir de nuestras familias por el simple hecho de legarles gruesas cuentas bancarias. Nuestro legado a la futura generación debe ser una sociedad más vital, más dinámica. |