Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd27. Edward GoldsmithEdward Goldsmith es el director de la revista inglesa The Ecologist desde la fundación de ésta en 1970. Blueprint for SurvivalGa naar voetnoot1 apareció casi al mismo tiempo que Los límites del crecimiento. ¿Compiten entre sí estos dos documentos?
No, los creo complementarios. El estudio del Club de Roma constituye un análisis muy refinado de la situación del mundo e insinúa la índole de los cambios necesarios para esta- | |
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bilizar nuestra sociedad. Nosotros ofrecemos un análisis similar, pero más rudimentario, si bien, por otra parte, acentúa más el indispensable programa para el cambio.
De lo que usted ha escrito deduzco que es necesario un cambio bien orquestado en numerosos frentes. ¿En qué forma cree usted que Blueprint for Survival y Los límites del crecimiento contribuyan a tal fin?
El cambio ha de producirse en todos los frentes y orquestarse nacional e internacionalmente. Sin embargo, es improbable que se emprendan acciones políticas a menos que los cambios propuestos sean ‘políticamente realizables’, lo cual simplemente significa que los políticos puedan ponerlos en vigor sin por ello perder votos. En otras palabras, lo primero que ha de cambiar cs la opinión pública. Las mudanzas necesarias son tan radicales que envuelven casi todos los valores básicos que nuestra sociedad industrial tiene en más alta estima. Huelga decir que esto no se hace de la noche a la mañana. Tanto Los límites del crecimiento como Blueprint for Survival han atraído mucha atención. Ambos han sido traducidos a unos quince idiomas, y en muchas escuelas y universidades se usan ya como libros de texto. También han ejercido influencia en el plano de lo político. Por ejemplo, según me ha informado Mr. Mansholt,Ga naar voetnoot2 ambos informes han influido mucho sobre el gobierno holandés. En Nueva Zelanda se ha constituido un nuevo partido, el partido de los valores, que ha adoptado como plataforma un documento, Blueprint for New Zealand, que es básicamente el Blueprint for Survival adaptado a los requisitos locales. Creo que ambos libros han ayudado, pero, como le decía antes, no se modifica de la noche a la mañana todo un sistema de valores.
¿Cree usted que la actual expansión de los países desarrollados se esté realizando a expensas del tercer mundo?
Indudablemente. En la Europa occidental, como en otras partes, el desarrollo económico sólo es posible si se engaña al tercer mundo, de manera que éste nos provea de alimentos y materias primas a cambio de bienes manufacturados | |
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totalmente inútiles. Nosotros, en este país, importamos cada año 1.7 millones de toneladas de concentrado rico en proteínas, para alimentar a nuestro ganado, de países que necesitan desesperadamente proteínas para sus pueblos, en gran parte subalimentados. Al mismo tiempo, se está engañando al tercer mundo haciéndole creer que podrá resolver sus problemas mediante el crecimiento económico.
Pero para construir hospitales, la India necesita un crecimiento económico que pueda proporcionarle los recursos necesarios.
Tener nuevos hospitales en nada contribuiría a resolver los problemas de la India. La India no sufre por falta de hospitales, sino por la brecha cada vez más amplia entre su población y los alimentos de que dispone para mantenerla, así como por otros incontables problemas sociales y materiales causados por la urbanización masiva que actualmente está ocurriendo como resultado directo del crecimiento económico que ya se ha producido, pese a lo limitado que éste ha sido.
¿La brecha sigue ensanchándose?
Así es, realmente. La población, que pasa ya de los 500 millones, se habrá duplicado a fines del siglo, a menos que lo impidan el hambre, las enfermedades o la guerra. Lo que cabe asegurar es que los actuales programas de control natal no lograrán contener su crecimiento. Sencillamente, no tenemos pruebas de que con artificios tecnológicos, como la píldora o los diu (dispositivos intra-uterinos), pueda reducirse considerablemente el crecimiento de la población. En los Estados Unidos ha ocurrido cierta reducción de la tasa de natalidad, que en gran parte cabe atribuir a cambios de actitud. Por lo que concierne a aumentar la producción de alimentos, no es concebible que la industrialización de la agricultura lo logre sino por muy breve periodo y a un considerable costo económico y ecológico. Incluso Norman Borlaug, a quien se otorgó el premio Nobel de la paz por sus trabajos clave sobre cereales híbridos y al que se considera el padre de la revolución verde, admite que todo lo que él ha conseguido es alejar la inanición por una o dos décadas. Temo que hayamos de enfrentarnos a la desagradable verdad de que el hombre no es tan ingenioso como piensa, y que los problemas fundamentales de la humanidad | |
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no pueden ser resueltos por la ciencia, la tecnología ni la industria.
Quizá pretendamos demasiado.
No, no es cuestión de que exijamos demasiado, sino de que vamos en una mala dirección. Nuestra sociedad industrial está dedicada a lograr un paraíso materialista, del que habrían desaparecido todos, los males que supuestamente hemos sufrido desde que comenzamos a tomar posesión del planeta, como faenas pesadas, desempleo, pobreza, enfermedad, hambre, etcétera. Al logro de tal paraíso llamamos progreso, el cual consiste fundamentalmente en sustituir los productos y procesos naturales por artefactos construidos por el hombre, o sea, como dice Max Nicholson,Ga naar voetnoot3 sustituir la ‘biosfera’ por la ‘tecnósfera’. Desgraciadamente, la tecnósfera es muy burda, juzgada por las normas de la naturaleza. Exige muchísimos más recursos que la biosfera y, por tanto, genera productos de desecho en cantidad mucho mayor. Además, ha de ser controlada por manipulación humana, en vez de gozar de la autorregulación, lo cual significa que es muchísimo más vulnerable e inestable. Los artefactos que nosotros introducimos, como los pesticidas y fertilizantes, son mucho más simples que los controles usados con el mismo fin por la naturaleza. Ésto los hace más inestables, pues la complejidad asegura la estabilidad. Mientras las varias partes de la biosfera tienden hacia la estabilidad conjunta, la tecnósfera está diseñada para satisfacer pequeños requerimientos humanos a corto plazo, desdeñando las consecuencias remotas. Por todas estas razones, esa sustitución a que llamamos progreso, sólo puede traernos el deterioro sistemático del mundo en que vivimos, como inevitablemente nos traerá.
Jan TinbergenGa naar voetnoot4 piensa que Blueprint for Survival es demasiado utópico.
Lo que él quiere decir, supongo, es que no parece probable que los cambios propuestos sean aplicados por los políticos de hoy, es decir, que no son políticamente factibles. Y eso es absolutamente cierto; pero yo no considero que ello sea | |
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un defecto, salvo, quizá, desde el punto de vista puramente táctico. La ecósfera es una vasta organización. Como todas las organizaciones, está jerárquicamente ordenada y, en cada escalón, la conducta está sujeta a un nuevo juego de restricciones. Estas restricciones son acumulativas. En consecuencia, un organismo biológico ha de obedecer a toda suerte de restricciones biológicas, pero antes que nada se encuentra sometido a las de orden químico y físico. Ninguna sociedad que desafía a las restricciones biológicas puede sobrevivir. Por ejemplo, una sociedad que penase con la muerte el beber o el comer no podría sobrevivir. De este género fue el error que cometió la famosa secta americana de los ‘tembladores’ (shakers), desde el comienzo destinada a la extinción, por cuanto prohibía las relaciones sexuales. Similarmente, si nuestros gobernantes o políticos nos imponen una sociedad que abiertamente desafía a las leyes biológicas, químicas y físicas, no cabe concebir que sobreviva mucho tiempo, como tampoco sobrevivieron los ‘tembladores’. Y sin embargo, ésta es la situación en que hoy nos encontramos. Si lo que es ecológicamente necesario no es aceptable políticamente, lo que debe hacerse es cambiar las normas políticas de aceptabilidad y no al contrario.
John R. PlattGa naar voetnoot5 dice que ahora nos encontramos realmente en guerra y necesitamos reclutar científicos, como se hizo en la segunda Guerra Mundial.
Cierto es que nos hallamos ante una situación de grave aprieto, de mucho mayor apuro que aquella a que hubimos de hacer frente en 1940. Si queremos evitar las peores calamidades hemos de tratarla como una situación de urgencia. Sin embargo, no se trata simplemente de reclutar científicos. No creo que la investigación científica vaya a contribuir grandemente a resolver el problema. No buscamos nuevos inventos; después de todo, si a usted le diesen una varita mágica y le dijeran que podría conjurar la aparición de todo artefacto que usted deseara, siempre que no desafiase las reglas básicas, como las de la termodinámica, ¿qué artefacto pediría usted? No hay artefacto humano que nos haga capaces de resolver los problemas. Cabría argüir que podría exigirse a los científicos que vigilaran los grados de contaminación, pero esto es pura fan- | |
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tasía. La tarea de vigilar y controlar los quinientos mil contaminantes de nuestro medio y los otros tres mil que aparecen cada año, y averiguar los efectos que sus diferentes combinaciones ejercen sobre las incontables formas de vida que habitan el planeta, está muy lejos de nuestro alcance. Es improbable que el planeta pudiera soportar el peso de los ratones blancos necesarios para efectuar los experimentos. En todo caso, ya no necesitamos documentar mejor la degradación de la vida en el planeta, sino emprender la acción para contener el proceso. Tal como dice Robert Allen,Ga naar voetnoot6 ‘Si saltas de un aeroplano mejor te será un paracaídas que un altímetro’.
Barry CommonerGa naar voetnoot7 ha dicho de Blueprint for Survival que es un paso atrás hacia el fascismo, porque, ¿quién habría de dirigir políticamente los cambios necesarios?
Creo que, en cualquier sociedad, el autoritarismo ha de intensificarse a medida que aumenten la inestabilidad y la tensión. Blueprint for Survival está proyectado para asegurar la transición a una forma de vida de la cual se hará inevitable alguna variante, si el hombre, como especie, sobrevive el próximo siglo. Su objeto es reducir la inestabilidad y la tensión al más extremo mínimo durante este dificilísimo periodo que estamos atravesando. Barry Commoner es irresponsable, lo que no ha de extrañar a nadie, pues demuestra su irresponsabilidad en muchas de las cosas que está diciendo en este momento. Su tema favorito es que el mundo no está superpoblado y, por tanto, no hay justificación para las medidas dirigidas al control de la población. Esto es particularmente grotesco en un momento en que gran parte de la población de Asia se ve amenazada por la inanición, y no para dentro de diez años, sino ahora mismo. Por ejemplo, se ha informado que 250 mil hindúes murieron de inanición hace dos semanas como consecuencia de la reciente sequía. Barry Commoner sostiene asimismo que la única manera de contener el ulterior crecimiento de la población es permitir a los países no industrializados desarrollarse hasta alcanzar el nivel de vida de las naciones occidentales. En favor de este parecer aduce el hecho de que el crecimiento de la población ha disminuido en los países industrializados. Barry | |
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Commoner sabe perfectamente que los limitados recursos de nuestro planeta, lo mismo que la capacidad aún más restringida para tolerar la ulterior producción de desechos, hace absolutamente inconcebible que el mundo entero pueda jamás alcanzar ‘los niveles de vida occidentales’. Pero aunque tal cosa fuera posible, nada garantiza que con ello disminuyera la tasa de natalidad, determinada en gran parte por factores culturales, y nadie sabe en qué forma serían afectados por la industrialización los países asiáticos y africanos. Barry Commoner posee un notable genio para llegar a conclusiones radicalmente erróneas a partir de la mejor información disponible.
Jay W. ForresterGa naar voetnoot8 está ahora terminando un modelo de los Estados Unidos. Usted está diseñando un modelo de computadora para Inglaterra. ¿Colabora usted con el MIT?
No. Nuestro plan es introducir factores sociales en el modelo, y en cuanto se hace esto, surge toda suerte de objeciones. Nosotros contamos ahora con un grupo de personas que han trabajado juntas durante tres años, que ven las cosas casi de la misma manera y pueden lograr un alto grado de colaboración para realizar un proyecto de esta clase.
El noventa por ciento de los científicos con que ha contado el mundo en toda su historia viven en nuestros días. ¿Qué piensa usted de la comunicación entre los científicos?
Es muy escasa. Me he dado cuenta de ello en todas las conferencias científicas a que he asistido. La razón fundamental es la divergencia que entre ellos prevalece acerca de los principios generales. Muchos ni siquiera han considerado jamás los principios generales. Gran parte Je los términos que usan nunca han sido definidos. Algunos científicos llegan al grado de afirmar que no son necesarias las definiciones. La gente habla alegremente de economía, vida, conducta, conciencia, inteligencia, etcétera, sin saber realmente el significado de estas palabras. Hasta que no queden claramente establecidos los principios generales no es posible una terminología única, y evidentemente, la ciencia exige esta terminología unificada. Es bastante ridículo que | |
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la ciencia esté dividida en compartimientos estancos. El mundo a la comprensión del cual queremos llegar no está en modo alguno dividido de tal manera. Ha evolucionado como un proceso singular y está constituido de partes íntimamente entrelazadas. Por tanto, sólo puede describirse mediante una terminología única.
En otras palabras, los científicos no se entienden entre sí porque los que cultivan ciertas disciplinas no entienden lo que dicen los que cultivan otras.
No pueden comprender lo que ocurre en otros compartimientos -el tema de otras disciplinas- pues nada saben respecto a éstas. Pero, al mismo tiempo, ignoran lo que ocurre en su propio pequeño departamento, porque éste es constantemente influido por lo que sucede en los demás compartimientos.
En pequeñas comunidades autorreguladas estudiadas por los antropólogos no hay aserción del individualismo. Ciertas aspiraciones individuales han de ser coartadas o modificadas en beneficio de la colectividad. ¿Cómo retornar de nuestra sociedad de superconsumo a otra en que sólo pudiéramos tener uno, dos hijos o ninguno, tener un solo automóvil o ninguno; regresar a la bicicleta o a quién sabe qué cosa? ¿Necesitaremos primero llegar al desastre?
En realidad me plantea usted dos preguntas. La primera es la del individualismo. Usted mismo puede ver, si habita en una pequeña aldea europea, que la opinión pública es mucho más poderosa que en una gran ciudad. Por consiguiente, la opinión pública le impondrá a usted restricciones en su comportamiento y, en la misma medida, quedará limitado el individualismo. ¿Por qué conceder tanta importancia al individualismo? Yo no veo por qué. ¿Creativo? ¿Qué clase de cosas creamos? Usted puede ver que las formas de arte o música de las sociedades primitivas son muy elegantes. Admitamos que las sociedades primitivas no tienen Mozartes ni Beethovenes, pero tampoco tienen Hitleres ni Mussolinis. Lo que usted pierde en melodía lo gana en ritmo. Uno de los principios fundamentales de la sociedad industrial es la soberanía del consumidor. La gente desea algo, luego debe poder obtenerlo. Este principio ha de rechazarse en absoluto. La gente, simplemente, nunca tendrá todas las | |
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cosas que desee, y esto por el mero hecho de que no las habrá. ¿Necesitamos un desastre para que se comprenda esto? Para que el cambio sea verdaderamente rápido, es probable que necesitemos un desastre, pues nuestra sociedad, en todos sus niveles, gobierno, industriales, sindicatos o el individuo mismo, va lastrada por una tremenda inercia. Por otra parte, las actitudes van cambiando rápidamente, especialmente entre los jóvenes de los países industrializados.
Al parecer de usted, ¿qué pueden hacer los medios de difusión, el periodismo, la televisión, para acelerar el proceso?
Es cuestión de prioridades. La mayor parte de los diarios son simplemente negocios. Sólo publican aquello que probablemente aumentará el número de lectores o los ingresos por publicidad. Algunos periódicos atribuyen importancia máxima y primordial a los asuntos políticos. En otras palabras, creen que tienen una misión que cumplir. Mediante estos periódicos con un sentimiento de misión podemos lograr mucho. Habría que hacerles entender que los asuntos que separan a los diferentes partidos políticos carecen en absoluto de importancia para el futuro de nuestro mundo. Nuestros políticos son como niños que pelean por unos dulces mientras en el sótano hay una bomba a punto de estallar. Antes que nada debemos retirar la bomba. Los políticos han de ocuparse del problema ecológico, el único de real importancia hoy día.
¿Qué tácticas emplear para persuadir al pueblo?
Como el pueblo se interesa por la política y la política ha sido siempre tema de noticias, el movimiento ecológico ha de volverse movimiento político. De esta manera atraerá mucho más la atención. Como antes decía, así ha sucedido ya en Nueva Zelanda. En las actuales elecciones francesas se presenta un candidato ‘del ambiente’ por Alsacia. Casi seguramente ocurrirá lo mismo en Inglaterra dentro de muy poco. Ésta es la dirección que, a mi juicio, deben tomar nuestros esfuerzos. |
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