Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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15. Leonard M. Ross y Peter PassellLos Profesores Leonard M. Ross y Peter Passell fueron entrevistados simultáneamente, pues son coautores (junto con Marc Roberts, profesor de economía de la Universidad de Columbia) de una devastadora crítica de Los límites del crecimiento y de los dos libros de Jay W. Forrester, World Dynamics y Urban Dynamics, aparecida en el número del 2 de abril de 1972 de la New York Times Book Review. Profesor Ross: Usted ha sido uno de los críticos de Los límites del crecimiento, en el New York Times, por ejemplo.
Profesor Ross. Nuestra creencia básica es que se trata de un enérgico y ambicioso intento, pero que ha tenido consecuencias muy negativas. Creemos que, por no cumplir los requisitos fundamentales de toda investigación académica, merece ser reelaborado, en lugar de reeditado.
Sí, pero te achaca usted ser un ejercicio de relaciones públicas. Por mi conocimiento de las personas participantes, sé que ellas han tratado muy seriamente de crear un primer modelo planetario.
Lo que hemos criticado es la decisión de lanzar una bien orquestada campaña publicitaria acerca de los resultados, sin presentar siquiera a la crítica científica los datos en que éstos se basan. El procedimiento normal para todo estudio | |
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científico serio es dejar cierto plazo al análisis y crítica profesionales, pasado el cual estaría justificada esa publicidad a escala mundial. No criticamos tanto la publicidad como la decisión de considerar ésta más importante que el estudio que le sirve de base.
En Holanda no hubo necesidad alguna de gastar en relaciones públicas. El informe fue directamente entregado a los medios de comunicación y causó un inmediato y terrible efecto sobre la opinión pública.Ga naar voetnoot1 Pero ¿qué objetan ustedes al modelo de simulación utilizado por Forrester y Meadows?
Bueno, nosotros no tenemos objeción a la simulación como técnica, que ha demostrado ser valiosísima en las ciencias físicas y, con ciertas limitaciones, bastante graves, en las ciencias económicas. No objetamos a la técnica de la simulación, sino a dos juegos gemelos de supuestos que subyacen en cada corrida de computadora en el modelo de Los límites. En el modelo, los factores nocivos, los que afectan negativamente al medio, como contaminación, sobrepoblación, etcétera, se supone que crecen exponencialmente. Por otro lado, aquellos que podrían influir benéficamente, los factores positivos, tales como un progreso tecnológico correctamente conducido, se supone que no crecen exponencialmente. En Los límites se supone que la máxima mejora obtenible mediante las técnicas de anticontaminación reducen ésta en 75% por unidad de producto. Ésta es la reducción de una vez por todas. Una vez lograda esta reducción, las cosas jamás podrán marchar mejor. Aceptado el supuesto, sigue como hecho puramente matemático que, en último término, algo que ha crecido exponencialmente se sobrepondrá abrumadoramente a todo aquello que sólo crece por un múltiplo fijo y que, en consecuencia, ya no podrá crecer más. Por tanto, incorporada al supuesto va la conclusión: el derrumbamiento del mundo entero. Todo lo cual se justificaría si el supuesto fuera correcto; pero dar por sentado que la mejora máxima de las técnicas de anticontaminación es del 75% es pura insensatez. No tiene apoyo en los hechos conocidos ni se aducen nuevos hechos para sostenerla. La tecnología de la anticontaminación ya existente puede reducir la contaminación en mucho | |
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más del 75%. Lo que nos falta no es alguna misteriosa y especulativa nueva invención, sino, simplemente, decisión política. Esto, claro está, no significa que esté en modo alguno garantizada la correcta decisión política. Compartimos la preocupación expresada en Los límites y gran parte de su pesimismo respecto al paso a la acción política contra la contaminación. Pero una cosa es decir que la humanidad debe tomar una decisión política para contener la contaminación y otra afirmar que ha de tomar una decisión política para detener la producción. Esto último es non sequitur; lo primero, absolutamente correcto. Si éste fuera el único mensaje de Los límites, nosotros lo aplaudiríamos.
Entonces, ¿contra lo que usted está es este non sequitur?
Sí, contra el supuesto de que estos problemas necesariamente habrán de agravarse a causa del crecimiento de la producción que, por tanto, su única solución tendrá que ser detener la producción. A nosotros nos parece que el crecimiento mismo...
¿Lo que ustedes quieren es pasar de una economía de crecimiento a una economía de servicio?
Bueno, eso no pasa de ser un argumento accesorio, que los autores de Los límites sólo rozan tangencialmente. Se ha formulado la sugestión... más explícitamente por otras personas que por los autores de Los límites...
El profesor Samuelson también habla de una economía de servicios.
Sí. En el futuro, el crecimiento habrá de orientarse más hacia los servicios que hacia los bienes industriales. Esto, a mi parecer, como predicción y como descripción, tiene validez mucho mayor para el mundo desarrollado que para los países subdesarrollados. El que duerme en una acera de Calcuta no necesita tanto los servicios como los alimentos y un techo sobre su cabeza. Esto va a requerir alguna producción industrial, y la sola esperanza real de aliviar la desesperada pobreza de los miles de millones de desheredados del mundo hace necesaria una fase de sustancial expansión de la producción industrial. Coincidimos con los autores de Los límites en que la producción industrial puede | |
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causar terribles tensiones; pero esto es muy distinto de decir que se necesita acción política para paralizar totalmente la maquinaria.
Pero ellos hacen hincapié en el equilibrio.
Ellos dicen que su meta es el crecimiento nulo. Hablan de que las naciones ricas compartan su riqueza con las pobres. Nos parece muy bien eso, pero no tenemos razón alguna para pensar que va a suceder. Algunos estudios realizados en Inglaterra, bajo el gobierno laborista, y en los Estados Unidos, según el Nuevo Trato, han demostrado que estas pretendidas revoluciones sociales no alteraron sensiblemente la distribución del ingreso. Veinte años de gobierno laborista, según estudios recientes de Titmuss y sus colaboradores -esos veinte años que presenciaron el nacimiento y maduración del estado benefactor- produjeron un cambio neto de cero en la distribución relativa del ingreso entre las clases. Lo mismo ocurrió en los Estados Unidos durante el Nuevo Trato. Por consiguiente, considerando estos antecedentes de los dos movimientos sociales más progresistas del mundo occidental, creemos que son muy escasas las razones para pensar que los norteamericanos van a reducir repentinamente su ingreso de cinco mil dólares anuales per capita, para que el de los hindúes aumente a doscientas dólares por cabeza. Cualesquiera sean los méritos de la proposición, ésta no es precisamente la forma en que ha evolucionado el mundo.
¿Creen ustedes que Los límites del crecimiento exagera la finitud de las fuentes de energía y no toma suficientemente en cuenta posibles nuevos descubrimientos?
Ciertamente carecemos de bases para predecir el futuro. Hay una clara posibilidad de que el desarrollo de la fusión nuclear abra una fuente de energía inmensamente abundante y quizá baratísima. Pero no menos clara es la posibilidad contraria. No dejamos de lado los problemas de la contaminación causada por los combustibles ordinarios ni tampoco el del agotamiento final de éstos. Sin embargo, no vemos los motivos para dudar en proyectar al futuro la evolución hasta ahora seguida por nuestras fuentes de energía. A juzgar por lo que ha ocurrido en el pasado, cabe suponer que algo nuevo surgirá. | |
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¿Hay indicios para suponer que la tecnología también crece exponencialmente?
Eso es lo que hacen pensar los mejores estudios hasta ahora efectuados. Tobin y Nordhaus,Ga naar voetnoot2 de Yale, han estudiado la función de producción en los tiempos modernos y hallado un crecimiento exponencial de la tecnología y de la productividad de las fuentes de energía. Toda estimación econométrica, sin excluir la de Tobin y Nordhaus, tiene sus peligros, como base para predecir a veinte o cincuenta años de distancia en el futuro, pero nos parece mejor la econometría que esa disparatada proyección que establecen los autores de Los límites.
En la conferencia mundial sobre el medio humano, celebrada en 1972 en Estocolmo, Robert S. McNamara dijo que el mundo desarrollado podía pagar hasta el dos o tres por ciento (de su producto nacional bruto) para ayudar a los países pobres a combatir la contaminación.
Yo estoy totalmente en favor de la redistribución y de una actitud mucho más generosa de las naciones ricas hacia las subdesarrolladas; pero no debemos olvidar que jamás se alcanzó el uno por ciento del pnb con que los países ricos deberían ayudar a los subdesarrollados. Y por lo que toca a los Estados Unidos, éstos cada vez se alejan más de esa meta. No veo razón para pensar que un nuevo estudio o una nueva apelación de urgencia despierten de súbito una generosidad que jamás se ha visto en el pasado.
Pero ¿cómo inducir a los políticos a actuar, si no por los métodos de la publicidad?
Tampoco nuestra objeción se dirige realmente contra la publicidad, sino contra sus objetivos. Si la publicidad se dirigiera simplemente contra la contaminación o en favor de la redistribución de los ingresos o de la ayuda a los países menos desarrollados, nosotros, naturalmente, no nos opondríamos a ella. Pero la publicidad de Los límites del crecimiento se dirige a la peor de las no soluciones: meter una barra en los engranajes de la maquinaria, de la cual, como quiera que sea, depende la solución de la pobreza del mundo. | |
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Comparando los modelos de ForresterGa naar voetnoot3 y Meadows, ustedes han dicho que, al menos, el de Forrester deja alguna esperanza.
Forrester, aplicando la misma metodología, pero un conjunto de suposiciones arbitrarias ligeramente diferente, llega a conclusiones no tan desesperanzadas. Creo que los supuestos subyacentes en ambos conjuntos de conclusiones son tan vagos que los privan de todo valor.
¿Cómo, entonces, mejorar este modelo planetario, objeto que se ha propuesto en Holanda el grupo de Tinbergen,Ga naar voetnoot4 dirigido por el profesor Hans Linnemann, como meta de un trabajo que será el segundo proyecto del Club de Roma?
Por supuesto, Tinbergen es uno de los más distinguidos economistas del mundo. No conozco su modelo, pero tengo la certeza de que será por entero diferente del de Forrester-Meadows.
Profesor Passell. Mi objeción mayor es que el proyecto es un ejercicio de lógica deductiva. Todas las conclusiones van incorporadas en los supuestos, y la consecuencia será una enorme masa de seudociencia para llegar a las mismas conclusiones que ya transparecían claramente desde el principio.
Usted diría que eso es fijar el timón.
Sí, exactamente. Si se comienza con el supuesto del crecimiento exponencial de las cosas malas y, por el contrario, como los autores dicen constantemente, el crecimiento lineal de las cosas buenas, es indudable que las cosas malas acabarán por dominar a las buenas, y el final inevitable será el derrumbamiento.
Así pues, el desenlace desfavorable es una conclusión injustificada.
Exactamente. Yo, personalmente, no sé con certeza qué tenían en la cabeza las personas participantes en el proyecto: si sabían lo que hacían y, fuera de todo compromiso ideológico, querían dar publicidad al peligro en que ellos creían; | |
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o si, ingenuamente, creían de veras que estaban procediendo científicamente. En todo caso, queda demostrada la incompetencia de los economistas para formular claramente conceptos fuera de su campo. Forrester, el padre del proyecto, es evidentemente un hombre brillantísimo, como lo ha demostrado en otros terrenos. Los errores cometidos en World Dynamics y en otros trabajos de Forrester, resultan triviales juzgados por la norma de los economistas; son equivocaciones semejantes a las que originan la calificación C en los exámenes finales de los alumnos. El proyecto tiene realmente sus aspectos trágicos. Buen número de talentosas y laboriosas personas perdieron su tiempo.
¿Careció el equipo del MIT de colaboradores enterados de los principios científicos básicos de la economía?
Seguramente, sí. Faltaron en él algunas personas que conocieran la economía elemental, la clase de economía que se enseña al nivel de la licenciatura en los Estados Unidos.
¿Hubiera bastado eso?
Seguramente sí, para percibir los errores fundamentales. Hay unos cuantos lugares en Los límites en los que, a mi parecer, cualquier persona enterada de la teoría de los precios a su nivel intermedio tiene que percibir el error, particularmente cuando se habla del movimiento de recursos insuficientes sin hacer referencia a los precios. En forma parecida hubiera enfocado el problema la economía del siglo xviii.
Como quiera que fuere, necesitamos un modelo planetario. ¿Qué hacer para mejorar y ampliar el modelo inicial?
Bueno, de hacer algo, nosotros no desearíamos ampliar el modelo, sino simplificar su estructura. Tal vez ni siquiera serían necesarias las computadoras. Lo que nosotros haríamos sería acentuar el enfoque económico y reducir el enfoque del análisis de sistemas. La clase de trabajo a que me refiero sería la del artículo de Nordhaus y Tobin, que constituye una tentativa mucho más conservadora de examinar lo que actualmente está ocurriendo en el mundo con los recursos básicos y lo que sucederá en los próximos cincuenta o sesenta años; es decir, dar una mayor participación a la | |
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teoría económica y otro menor a la de la econometría y la construcción de modelos. La mayor parte del trabajo debería ser una estructuración más cuidadosa del problema. No queremos una larga serie de estimaciones numéricas, que son muy difíciles de calcular, ni tampoco la arbitraria construcción de modelos en que las erróneas especificaciones destruyan por completo la significación del proyecto. Esto, a mi parecer, sería el enfoque más eficiente del problema. Y no es que no exista el problema. Seguramente existe. Tal como Meadows y Forrester sugieren, dentro de cien años vamos a encontrarnos con una base de recursos enormemente reducida. No hay duda en cuanto a la gran utilidad de saber si hay ‘límites al crecimiento’.
A un extranjero como yo, que vuela de uno a otro lado del océano, te parecería interesantísimo que se reunieran los equipos Nordhaus-Tobin y Forrester-Meadows y construyeran juntos un nuevo modelo.
Bueno, quizá sea presunción de mi parte, pero no sé si la gente de Forrester tiene mucho que ofrecer. No creo que sus especiales habilidades tengan mucho lugar en el análisis de un problema que es esencialmente económico. El servicio que han hecho, y no es pequeño, es presentar el problema a la atención del público. Pero Forrester es diestro en ingeniería de sistemas, no en economía. Y por lo que hace al futuro próximo, soy pesimista en cuanto a la validez de aplicar el análisis de sistemas a la mayor parte de los campos de las ciencias sociales. |