Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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14. Lewis MumfordLewis Mumford nació en 1895, en Flushing, Nueva York. Estudió educación en el City College de Nueva York y en la Universidad Columbia. Cuando John Glenn regresó a la tierra, dijo: ‘El hombre ha de dominar.’ Los límites del crecimiento aboga precisamente en el mismo sentido.
Probablemente haya sido esto parte de mi pensamiento desde el comienzo mismo. En 1938, cuando publiqué The Culture of Cities, daba por cierto que las tendencias estadísticas de entonces seguirían sin cambio. Los principales países de la Europa occidental iban perdiendo su antigua tasa de crecimiento, excepto Holanda. Todos los demás países preveían llegar al equilibrio de la población en 1970 o, cuando más tarde, 1980; por tanto, la idea de Los límites del crecimiento no es nueva para mí. Me daba cuenta de que ésta era la sólida base donde sentar los cimientos de una nueva clase de civilización. Durante siglo y medio confiamos en el crecimiento de la población como medio de asegurar la expansión industrial y el desarrollo económico. Hemos puesto demasiada presión en hacerlo todo con demasiada rapidez y, en lo cuantitativo, demasiado grande.
Pero si tal fue la opinión de usted en 1938, ¿cuánto cree que el hombre haya avanzado durante el último siglo y medio con el propósito de lograr un crecimiento industrial y de la población mejor administrado?
Por lo que concierne a la difusión del conocimiento de los métodos anticonceptivos, el progreso ha sido grande. A este respecto Francia ha llevado la delantera, pues en este país, | |
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ya en el siglo xix, hasta los campesinos conocían el uso de los medios anticonceptivos y habían aprendido de las clases superiores cómo limitar la población. Ya antes de la segunda Guerra Mundial casi había alcanzado Francia la estabilidad demográfica. Pero por lo que toca al crecimiento industrial ha ocurrido precisamente todo lo contrario. La guerra y el derroche a escala sin paralelo estimularon excesivamente el crecimiento en este campo.
¿No cree usted que esa explosión demográfica, que pasa del tres por ciento anual en Venezuela y otros países, exige la creación de un consejo de la población, de alguna forma de administración que haga habitable el planeta hacia el año 2000?
Ésa sería únicamente una solución sobre el papel. El problema verdadero consiste en cuánto cabe lograr por medio de la educación en el tiempo que nos queda. No es posible controlar la vida sexual de la gente sencilla mediante el simple expediente de dictar leyes y establecer una inspección policiaca. Hay que proceder de otra manera. En otro tiempo, la religión representaba cierta fuerza reguladora; pero no ahora, pues su influencia a este respecto va siendo cada vez más débil. Nuestra tarea es atraer a la gran masa del pueblo por medio de algo que lo interese tanto como hacer el amor y tener hijos. Es difícil dar una respuesta sencilla a esta cuestión, a no ser, en términos generales, hacer factible el llevar una vida cualitativamente mejor.
¿Podría explicar la base conceptual de lo que usted llama ‘pentágono del poder’?
La base del ‘pentágono del poder’ es una incalificable entrega al poder, el dinero y el placer. Todas las apetencias naturales tienen límites a los que pronto se llega. Pero no hay límites naturales a la adquisición de fuerza o dinero, hágase o no de ellos un uso personal o social racional. El dinero representa un papel psicológico en la sociedad moderna extrañamente semejante al que ejerce el centro cerebral del placer, recientemente descubierto. Un mono al que se ha insertado un electrodo en el centro del placer de su encéfalo olvida toda otra necesidad vital, llegando hasta la inanición, a fin de prolongar e intensar el estímulo placentero. De manera análoga se explica nuestra actual tendencia a aumentar la energía física, el control político, la | |
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fuerza militar y personal, en forma de posición, privilegio, fama, publicidad, todo ello traducible al símbolo abstracto dinero. Por tal razón, en todo el mundo se mina, destroza y arrasa el ambiente por el placer, esto es, por el dinero. En ello van involucradas varias cosas. Primero que todo, la energía en sí, que es poder en su sentido fundamental. Se trata de algo básico para toda sociedad, de lo cual no vamos a prescindir, aun cuando sí es posible desechar la noción de que es el único factor importante en la sociedad humana. La expansión del poder no es el principal cometido del hombre. Éste necesita la cantidad de poder adecuada, en el lugar idóneo y en el tiempo oportuno y, por tanto, debe tener la capacidad de aumentarlo o disminuirlo de acuerdo con sus necesidades. El mito del poder ha dominado en todas las grandes sociedades durante cinco mil años. Cada nación piensa de su vida como en sólo aumentar su poder, es decir, de acrecentar su capacidad para luchar, vencer y explotar a otras naciones. Evidentemente se trata de un factor irracional. La otra parte del ‘pentágono del poder’ es la abrumadora necesidad de inflar los órganos de publicidad, cosa que ahora hacemos por medio de la radio, la televisión y el anuncio. Dedicamos una porción cada vez mayor de nuestra vida a ganar la atención de otras personas por medio de la publicidad. Ésta fue otrora la gran prerrogativa de los reyes; sus palacios y monumentos fueron artificios publicitarios que demostraban cuán grande era su poder. Si usted es presidente o dictador de una nación, director de una orquesta o estrella de la televisión, su imagen aparecerá cada día en todos los lugares, pues para ello disponemos de medios de comunicación que llegan a todo el mundo. El hombre común también ha caído en esta trampa. Hay crímenes indudablemente cometidos por personas que meramente buscan atraer la atención...
¿Como OswaldGa naar voetnoot1 y Bremer?Ga naar voetnoot2
...hasta el último fanático que asesina a alguien con el único objeto de aparecer en los diarios, aun cuando haya de ser preso y ejecutado. | |
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Usted ha hablado mucho de la fantasmagoría electrónica de McLuhan,Ga naar voetnoot3 quien cree que ‘estamos electrónicamente induciendo psicosis masivas’. ¿No está usted de acuerdo con McLuhan?
Disiento de su noción de que acabaremos sometidos a esas cosas. McLuhan es un pensador muy errático y se contradice a menudo. No he intentado permanecer al corriente con el último McLuhan. Pero el que conozco bien -y he estado muy familiarizado con él durante largo tiempo- es el McLuhan que afirma que la verdadera vida del hombre reside ahora fuera de él, en las máquinas en que se ha proyectado, y que debe someterse a ello y considerarlo como su destino. Mi opinión es exactamente opuesta.
Entonces, usted atribuye una importancia enteramente distinta a la individualidad del hombre.
Pienso que la parte más importante de la naturaleza del hombre, el hecho fundamental común a todos los organismos vivientes, es el ser autónomo, el gobernarse por sí mismo, el tener su propio modo de crecimiento y su propia manera de relacionarse con el medio, el que la, vida brote de su interior y no que le venga de afuera. Naturalmente, todo organismo es influido por lo exterior a él. Pero en cada organismo existe algo que le confiere una autenticidad propia. De mis lecturas sobre lo que está sucediendo deduzco que estamos cada vez más transfiriendo nuestras actividades vitales a diversas máquinas seudorgánicas, capaces de funcionar más eficientemente, pero siempre bajo el control de algún otro, y no bajo el nuestro.
Incluso ¿la televisión?
Incluso la televisión, claro está.
Pero no negará usted la desastrosa influencia sobre esa masa de gente -niños también- que pasa el día pegada a la televisión, demasiado a menudo para no recibir sino basura.
Sí, es una forma de suicidio, la entrega a la seudovida de las organizaciones de masa... un suicidio diario. Bajo el | |
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dominio de la televisión se entrega la vida a esta o aquella organización. Entonces se encuentra la vida cada día más vacía, sin el estímulo de una u otra droga. Y la televisión es la más barata y común de las drogas; sin este asesino de la inteligencia hay quien ya no puede soportar la vida. Tras esto se oculta una profunda tendencia al suicidio, a abandonar todo esfuerzo de perfeccionamiento, a decir que la vida carece de valor. Esto es lo que toda la vanguardia está diciendo ahora, en la literatura como en la pintura.
Una sociedad desorientada. ¿Cómo sacarla de este torbellino?
Bueno, la respuesta es que todavía hay en esta sociedad gran número de personas sensatas orientadas hacia la vida. Cada vez que nace un niño tenemos alguien potencialmente orientado hacia la vida. Veo ya producirse el cambio. Dos cosas están sucediendo al mismo tiempo: una negativa, la sumisión de todos los hábitos e instituciones que conforman la vida a las grandes organizaciones burocráticas y militares que pretenden controlarla, al ‘pentágono del poder’. Por otro lado, muchos de nuestros jóvenes intentan recobrar la autonomía, pensar y actuar por sí mismos. Lo hacen muy burda e infantilmente, pues su pensamiento se circunscribe a una muy estrecha identidad, vista a la luz de esa patética cultura de los últimos cinco años que los ha configurado. No se dan cuenta de que no les es posible en absoluto pensar sino por medio de esa invención paleolítica llamada lenguaje, que tiene probablemente cincuenta mil años de antigüedad y quizá muchos más. En otras palabras, tratan de dejar atrás el pasado y, en esos términos, no pueden tener futuro. La verdadera vida implica siempre mantener el pasado y el futuro trabajando conjuntamente. No es posible negar ni borrar totalmente el pasado. El pasado existe en nuestros genes, y a éstos no podemos borrarlos. Para bien o para mal, están en nosotros. Y lo mismo ocurre con la historia.
Señor Mumford, ¿no cree usted en esa noción de la ‘aldea global’?
Sí y no. Mucho antes que McLuhan dije yo que, para ciertos fines, ‘el planeta entero es una ciudad’.Ga naar voetnoot4 No una aldea, sino una ciudad, un vehículo para las más elevadas | |
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y amplias formas de la comunicación; pero abierto únicamente a una minoría sumamente cultivada y disciplinada, hoy representada principalmente por los científicos. Exactamente lo contrario de la aldea aislada. Allí no se puede comunicar con nadie cuyo lenguaje no se pueda hablar. Ni siquiera mediante gestos o ademanes, pues, por ejemplo, mover horizontalmente la cabeza a uno y otro lado significa sí en turco, significado que en la mayor parte de las culturas occidentales se trasmite moviéndola de arriba abajo. Sólo para ciertos aspectos muy limitados tenemos una aldea global. La riqueza de la vida jamás ha cabido en una aldea. En realidad, una aldea global constituiría una cultura muy primitiva y elemental, carente de las cualidades humanas que tienen aun las más primitivas aldeas.
Usted ha solido discutir a ToynbeeGa naar voetnoot5 y hablado del proceso de desmaterialización, paralelo a Los límites del crecimiento, necesario para mejorar la calidad de la vida, al costo de esta loca carrera en busca de la ganancia y el poder materiales.Ga naar voetnoot6 ¿Qué significa para usted desmaterialización y cómo lograrla?
Bueno, es cuestión de limitar la demanda de bienes a la cantidad necesaria, no a la cantidad que le da a usted posición social, ganancia o poder, sino a la necesaria para la vida. Tiene usted una ilustración muy simple en lo que está ocurriendo en cualquier barrio residencial suburbano de los Estados Unidos. La mayoría de los habitantes de estos barrios miden su prosperidad por el tamaño de sus prados. Si pueden adquirir hasta media hectárea, dedican ocho horas a la semana a ir y venir con sus cortadoras automóviles para cortar el césped. Sencillamente, tierra malgastada en césped. Aquí yo tengo la misma extensión de tierra; pero en lugar de desperdiciarla en un gran prado, he reducido éste al mínimo, y puedo cortarlo en hora y cuarto con una cortadora de mano. Yo solo soy capaz de cuidar toda esta tierra, sin ayuda de nadie. Tengo frambuesos y groselleros de varias clases, una cama de espárragos y un huerto de verduras. En otras palabras, puedo gozar de toda la riqueza de este ambiente dedicando al trabajo el mismo número de horas que otros dedican a cortar el césped. En este sentido, el residente suburbano pertenece a la cultura | |
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del poder. Su prado le da posición social. No cultiva nada útil en él. Yo, por el contrario, pertenezco a la cultura humana, y por ello, sin trabajar más, gozo de toda su enorme diversidad. El suburbano gasta gasolina y aceite para mantener su pradera. Yo sólo uso la energía del sol, que me proporciona alimentos. Ésta es una de las soluciones al problema de la demanda de energía y lo que cabe hacer para resolverlo. La respuesta consiste en reducir la demanda de energía mediante un adecuado planeamiento. No necesito gastar gasolina para el trabajo que aquí realizo.
Usted ha hablado de una vasta cantidad de valiosos conocimientos que van quedando abandonados en una enorme montaña de escombros y mencionado la sobreproducción de libros.Ga naar voetnoot7
Esto es contaminación mental, por supuesto, y deberíamos habernos dado cuenta de ello hace mucho tiempo. Hemos inventado un sistema que exige un desmedido y continuado crecimiento de todo aquello que prometa ganancia. Hablamos del producto nacional bruto, de la necesidad de que siga creciendo año tras otro. Sucede lo mismo en todos los campos, e indiscutiblemente en el de la producción de libros. Si usted no produce artículos y libros no consigue ascender en una universidad.
Eficacia mortal redundante, como las armas nucleares.
Por supuesto, eso es, matar también la mente, pues dentro de cincuenta años nadie podrá abrirse camino entre esta montaña de libros.
Para Los límites del crecimiento se usaron computadoras. ¿Diría usted que las computadoras son socialmente desintegrantes?
Ninguna de nuestras invenciones es por sí misma socialmente desintegradora. Lo que las hace desintegradoras es el uso absurdo que de ellas hacemos. La idea supersticiosa que prevalece hoy día es que si se entregan a la computadora ciertos datos y ésta da una respuesta, esta respuesta reviste autoridad divina, autoridad que el mismo pensamiento no posee cuando proviene directamente de un ser humano. Ésta | |
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es la clase de culto a la máquina que yo considero como una nueva forma de idolatría, el apareamiento del becerro mecánico con el becerro de oro.
Usted ha dicho de la automatización que es impotencia autoinfligida.
Sí, porque significa la renuncia a la más preciosa de nuestras facultades, la de usar todos los atributos de la mente, memoria, sentimiento, intuición, órganos, anticipaciones, así como el pensamiento abstracto. Nosotros cedemos todo esto a un elegante pero limitado aparato, que funciona con rapidez y exactitud, pero que carece de muchas de las dimensiones humanas vitales. Cierto, las computadoras evitan trabajo rutinario y tedioso. Para esto fue inventada la computadora, para efectuar cálculos astronómicos que con los medios humanos ordinarios requerirían años. Hay usos legítimos para la computadora. Pero ninguna computadora es sustituto del organismo entero. Todas nuestras máquinas son sólo facetas o fragmentos del organismo humano. El organismo humano tiene una riqueza de facultades que jamás podrá imitar máquina alguna. Toda máquina no es sino una parte del hombre total.
Como ha dicho Bárbara Ward, ‘ni se ruborizan ni sienten’.Ga naar voetnoot8
Sí, y eso lo había dicho antes Schrödinger, el físico, en su libro ¿Qué es la vida? Dijo que el mundo de la ciencia es un mundo sin color, sin sentimiento, sin emoción, sin esas cosas que son características de los organismos.
Pero la cibernética... la dirección por computadoras del planeta y sus masas de población... ¿Cree usted que las computadoras podrían ayudar, como ayudaron al Club de Roma, a formar un catálogo del planeta, o podría éste hacerse sin ellas? | |
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Sí, definitivamente creo que su utilidad es limitada, pues nuestros problemas no son realmente tecnológicos. Nuestros problemas son psíquicos y morales. Su solución implica la restauración de controles interiores que hemos abandonado. Implica un cambio mental, un cambio en nuestro modo de vida que estimule la fantasía. A cualquier persona suficientemente culta le ha de parecer fantástico que alguien dedique ocho, tres o aun una hora al día, cada día del año, a ver la televisión. El televisor debe usarse cuando se necesite, cuando algo lo exija. Lo mismo que cuando uno pone un disco en el fonógrafo para escuchar una particular pieza de música. Pero tener que hacerlo todos los días para poder sobrevivir sería insensato.
Algunas personas dedican ochenta por ciento de su tiempo libre a la televisión.
Lo cual significa que dedican ochenta por ciento de su tiempo a no vivir activamente.
En The Pentagon of Power cita usted la lacónica metáfora de Emerson sobre el gusano convertido en hombre.Ga naar voetnoot9 El hombre no va a progresar mediante el aumento de la tasa de crecimiento o, simplemente, convirtiéndose en un gusano más grande. Pero siguen naciendo gusanos en inmenso número. ¿Cree usted que necesitemos un nuevo Jesús, un nuevo Marx? ¿Necesitamos una nueva religión? ¿Qué necesita el hombre para salvarse?
No creo que las religiones puedan fabricarse. Pienso que vamos estando cada vez más dominados por una religión que no reconocemos como tal. Estamos bajo el mito y la religión de la máquina. Ésta es una religión antiquísima. Los ensueños y deseos que la tecnología encarna actualmente pueden encontrarse todos ellos en la épica de Egipto, Sumeria y Babilonia. En la Biblia encontrarnos la guerra de gérmenes que Dios practicó contra los egipcios. Todo lo que hicieron los dioses de las antiguas religiones lo está haciendo ahora el hombre, quien, en consecuencia, piensa tontamente que es Dios. Lo que el hombre olvida es que Dios tiene dos caras. Una de ellas es lo que llamamos el Mal, las fuerzas de la destrucción. Las fuerzas creadoras y constructivas están en la otra cara. Por lo regular ignoramos | |
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este poder desconocido que se alberga en nosotros, pues trabaja en ambos sentidos. No creo en los salvadores. No creo que nadie pueda crear una religión. De nacer alguna religión en nuestros días sería algo así como la Ciencia Cristiana o el macluhanismo. No sería religión, en absoluto. Si el mundo ha de salvarse, todos, hombres, mujeres y niños, deben contribuir.
¿Conviene usted con Skinner en que el propósito principal de la vida es la supervivencia?
No. El propósito principal de la vida ha sido siempre la creatividad. Sobreviviremos si volvemos a los actos creadores, si vivimos nuestra vida de manera que nos convenza de la obligación de hacer los sacrificios necesarios. A un artista verdadero no hay que persuadirlo de no vivir como un agente de bolsa. Está tan intensamente interesado en su trabajo que a menudo vive de pan y agua, muy modestamente, como vivió Cézanne, despreciando los bienes materiales que los grandes jefes o los generales del Pentágono consideran indispensables. Las personas que tienen una vida creadora pueden pasarse con muy magras raciones, y es común que lo hagan. No que la pobreza sea en sí deseable, pero si alguien está suficientemente absorbido por su trabajo, le importará un bledo cuánto gana o cuánta publicidad recibe su obra.
Eso es Paolo SoleriGa naar voetnoot10 de pies a cabeza. ¿Cómo incitar a los jóvenes a tomar este camino hacia la creatividad como necesidad absoluta para la vida?
Primero que nada, prestándole atención. Reiterando nuestra atención de todas las formas de vida no creadora a que nos hemos sometido. Gran parte de nuestra vida es rutina mortal, y esto es aplicable no sólo al obrero industrial. Nada tiene de sagrado la producción en masa. Sería mucho mejor para nosotros bajar el nivel de productividad y hacer que el trabajo resultara interesante para el que lo ejecuta. Considero la línea de montaje una forma anticuada de tecnología; no, desde luego, la tecnología del futuro.
Los obreros de las fábricas de Detroit están totalmente aburridos e irritados. | |
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Sabemos que en Detroit hay resentimiento y sabotaje, pues si no se vive creadoramente se vive destructoramente. Quien así vive destruye todo aquello que lo hiere o lo invalida. Éste es el punto que hemos de recordar. Como el capitán Ahab tomando venganza de la ballena blanca.
Señor Mumford, ¿cómo podrían los periodistas ayudar a dar un giro más positivo a la manera de vivir?
Bueno, dedicando a ello más atención. Hay dos clases de cosas que interesan a los directores de diarios y revistas. Una son las cosas espectaculares que ganan la atención del público por su carácter insólito. La otra son las cosas de verdadera importancia, que muy frecuentemente tardan mucho tiempo en llegar a conocimiento del público. El pueblo no se enteró de que los grandes descubrimientos que hizo la física a fines del siglo xix iban a cambiar el mundo. Si entonces hubiera habido periodistas realmente buenos, habrían hecho lo que hizo el director ejecutivo del New York Times a comienzos de los veintes, cuando Einstein anunció su segunda teoría de la relatividad. Van Anda, entonces director ejecutivo del Times colocó la historia entera en la página frontal del Times y dedicó otras dos o tres páginas al descubrimiento de Einstein. Esto es verdadera información, y no la información al viejo estilo. Al viejo estilo, si alguno hubiera asesinado o violado a una mujer, la correspondiente noticia habría sido la que hubiera aparecido en la primera página.
Tales jefes de redacción son cada día más escasos, como algunas especies animales.
¿Usted sabe que Harold Ross, jefe de redacción del New Yorker, cuando llegó a sus manos el relato de John Hersey sobre Hiroshima, hizo algo que ningún jefe de redacción ordinario hubiera osado? Sin enterar al departamento de publicidad, suprimió hasta el último fragmento de anuncio, a fin de publicar completa la narración sobre Hiroshima en un número mensual del New Yorker. Eso es gran periodismo. No se puede hacer cada día, pero hay que estar dispuesto a hacerlo cuando la ocasión se presenta. |
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