Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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de Kansas. En 1966 fue nombrado profesor de ciencias biológicas de la Universidad Stanford, en California. ¿Los datos relativos a la población que figuran en Los límites del crecimiento bastan para ilustrar la posición de usted sobre el crecimiento demográfico?
Bueno, están muy condensados, pero en la forma presentada son perfectamente suficientes al objeto del libro. En otras palabras, opino que muchas de las personas que han criticado el libro no se han tomado la molestia de examinar minuciosamente otras de las cosas que los autores dicen.
Skinner lamenta...Ga naar voetnoot1
Nadie tampoco ha leído realmente su libro. Tomando en cuenta las condiciones establecidas por los autores de Los límites del crecimiento, el trabajo resulta manifiestamente adecuado. Las conclusiones a que llega el estudio son iguales a las que pudiera llegar cualquier científico competente después de examinar por entero la situación del mundo.
Barry CommonerGa naar voetnoot2 ha dicho que Los límites del crecimiento significan un paso atrás.
No parece que Commoner haya examinado la situación entera, y creo que no lo ha hecho porque sus creencias políticas le impiden aceptar el importante papel que representa el crecimiento de la población en la crisis ambiental. Es de | |
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lamentar que no tenga en su grupo un ecólogo que lo ayude a evitar tales errores. Quizá quiso decir que Los límites del crecimiento constituían ‘un paso atrás’ para la cruzada que conduce Commoner a fin de persuadir a la gente de que la población y la riqueza no tienen importancia. En este sentido creo que está en lo cierto.
¿Es la única manera para alertar a la masa de la opinión pública a la proximidad del juicio final?
Bueno, a mi parecer nadie desea ese enfoque del juicio final, ni para afirmarlo ni para negarlo. Lo deseable es diagnosticar lo mejor posible lo que está ocurriendo, y fundamentalmente, eso es lo que ha hecho el equipo de MeadowsGa naar voetnoot3 y lo que yo estoy haciendo. Se trata de fundamentar un pronóstico, y no es asunto de pesimismo u optimismo, de profetizar o dejar de profetizar el juicio final. Usted examina las tendencias, su dirección, y después dice: a nuestro mejor parecer, si no cambiamos nuestro curso, nos encaminamos en tal sentido y es verosímil que los resultados sean malos. La mayoría de las personas que consideren demasiado pesimistas a quienes hablan de un juicio final son patentemente ignorantes de los fundamentos de la ecología. Hay muchas personas que han aprendido algunas nociones acerca de la situación demográfica, lo cual es fácil. Nosotros enseñamos en sólo dos lecciones, a nuestros alumnos no graduados toda la demografía necesaria para comprender la situación demográfica del mundo. El problema que se plantea después es el de conocer los recursos, la ecología y, lo que es mucho más difícil, por supuesto, comprender los sistemas sociales y políticos. Hasta donde llegan, la física y la ecología, sabemos en general dónde hallar las soluciones; lo que realmente ignoramos es cómo modificar las instituciones humanas de modo que sea posible emprender a tiempo las acciones correctoras.
¿Cuánto tiempo cree usted que nos quede?
Bueno, eso depende. Si lo que usted pregunta es cuánto | |
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tiempo nos resta hasta que una catástrofe manifiesta asole al mundo occidental, creo que el informe del mit peca por exceso de optimismo. Pienso que ocurrirá en algún momento en el transcurso de los próximos veinte años, probablemente menos que más; como quiera que sea, sin embargo, es difícil juzgar. Depende de cómo vayan las cosas. Si usted me pregunta cuándo debiéramos haber comenzado, le diré, por supuesto, que el camino adecuado debiéramos haberlo emprendido en los treintas o, a más tardar, en los cuarentas. Por ejemplo, si los países pobres hubieran establecido programas compulsivos para el control de la población en el transcurso de los años cuarenta, no se verían ahora enfrentados al espantoso problema del desempleo, al que politólogos y sociólogos no ven solución. Para impedir el aumento del desempleo, la India, por ejemplo, ha de crear más de cien mil empleos por semana durante toda esta década. Inmensas masas de gente ingresan continuamente en economías incapaces de crear suficientes empleos para todos y crean problemas de alimentación imposibles de resolver. Hemos dejado bien atrás el tiempo en que podríamos haber establecido programas de emergencia para cambiar nuestro rumbo. Otro problema que tenemos planteado ahora es el de si, aunque iniciemos el cambio, el tiempo perdido ya incorporado al sistema no habrá de conducirnos de todos modos a la destrucción. Usted se dará cuenta de que ya hemos ido demasiado lejos. Creo que es ésta la cuestión principal que preocupa a muchos ecólogos.
¿Qué piensa acerca de la brecha entre las culturas ricas y las pobres?
Ha ido ensanchándose continuamente, sigue ampliándose, y la trillada solución que los economistas proponen a este problema -tanto entre naciones, como dentro de una misma nación- es simplemente girar el mismo viejo manubrio con mayor rapidez; es decir: todo lo que tenemos que hacer es sostener el crecimiento incesante de la economía.
Éste es el punto de vista que McNamara expuso en la conferencia sobre el medio humano celebrada en Estocolmo.
La idea es que el crecimiento económico dejará suficientes migajas para mejorar la condición de los pobres. Pero, naturalmente, este juego ya lo hemos ensayado y no funciona. Lo hemos venido jugando durante los últimos veinte años | |
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o así, y vemos claramente que la brecha sigue ampliándose. Por consiguiente, aunque no tenemos la prueba absoluta de que nunca funcionará, creo que debemos hacernos a la idea de la ineficacia del enfoque del ‘crecimiento eterno’, especialmente porque conduce a la catástrofe ecológica. Lo que necesitamos es ponernos a trabajar muy rápidamente a fin de lograr economías equilibradas -la economía del hombre espacial, como se la ha llamado- en las naciones ultradesarrolladas. Luego habremos de enfrentarnos al problema de la distribución de la riqueza, que es, claro está, uno de los más difíciles problemas políticos y sociales.
¿Y qué decir acerca de la reconstrucción del medio? ¿Dónde encajan los arquitectos de la conducta?
Claro, la cuestión entera estriba en cómo modificar el comportamiento humano, en el sentido de lo que yo llamaría mayor orientación hacia la supervivencia.
Que es lo que Skinner llama objeto de la vida: supervivencia.
En muchos sentidos soy skinneriano, aunque muchas de sus soluciones concretas sean impracticables. Lo que me hace concebir esperanzas es que, por lo que cabe deducir del examen de otras culturas, el hombre no es necesariamente un derrochador agresivo. Para mí, tal como ahora se me presenta, la cuestión no es tanto cómo hacer para modificar la naturaleza humana -aunque ésta sea una muy interesante cuestión- como hallar los medios para cambiar las instituciones humanas.
Se ha sugerido la fundación de un instituto mundial de la población.
Bueno, nada objeto a institutos y comités; pero, francamente, ninguna de estas cosas me incita. Institutos, comisiones, academias, etcétera, son la respuesta de cajón que ofrecen los científicos y políticos del establecimiento que han dirigido al mundo durante los últimos veinticinco años y lo han llevado sin desviaciones al albañal. Son ellos precisamente los que no encuentran el camino hacia el desarme ni han descubierto la forma de evitar la destrucción de los Estados Unidos por el automóvil. Son quienes se han mostrado incapaces de imaginar algún medio para contener el crecimiento exponencial del consumo de energía, a razón de | |
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cinco al ocho por ciento anualmente, en los Estados Unidos. En otras palabras, los miembros de la Academia Norteamericana de la Ciencia, del gobierno de los Estados Unidos o de Inglaterra, de los gobiernos estatales, etcétera, son precisamente las personas que no han sido capaces de alejar de nosotros la maldición de la extinción. Esperar que el sistema cambie mediante la fundación de nuevas instituciones de la misma índole es pura y simple aberración. Nosotros tenemos acerca de ellas una teoría llamada ‘yo soy la prueba’. En otros términos, al parecer de tales personas, el hecho de estar ellas en la cima del sistema es la prueba indiscutible de la perfección de éste, pues de otra manera ellas no hubieran alcanzado la posición cimera. Son éstas las últimas personas de todo el mundo de quienes quepa realmente esperar que lo cambien.
John R. PlattGa naar voetnoot4 habla de movilizar a los científicos para que acometan la empresa.
Coincido con John en que hemos de movilizar a los científicos a fin de enfrentarnos a la crisis, como se hizo durante la segunda Guerra Mundial. Pero comencemos por movilizar al pueblo y en seguida a los políticos.
Pero nos encontrarnos en estado de guerra.
El punto es que, mientras los políticos y el pueblo no se den cuenta de que nos hallamos en estado de guerra, no será posible movilizar a los científicos. Antes que nada debemos considerar que los científicos se cuentan entre la gente más conservadora del mundo. Han aprendido a estar en su laboratorio, a hacer lo que les dicen los políticos y a mantener cerrada la boca. Hay raras excepciones, pero de los trescientos mil científicos con que aproximadamente cuentan los Estados Unidos, no menos de doscientos noventa y cinco mil se han vendido absolutamente a la industria o al gobierno.
Al sistema.
Sí, claro. Los científicos no van a movilizar nada; ellos tienen sus empleos. Lo que desean es movilizar los programas espaciales y mantenerlos en marcha. Usted ya sabe que en la NASAGa naar voetnoot5 se trabaja muy arduamente para proseguir | |
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toda suerte de insensateces. No puede usted esperar que los científicos asuman el mando.
¿Cuál es el papel de los medios de información en este campo?
Bueno, en los Estados Unidos, los medios de comunicación son pertenencia exclusiva y absoluta de la misma gente interesada en el mantenimiento del statu quo. Uno de los problemas que tenemos es el de liberar esos medios del control de la General Motors y demás. Y es un problema muy serio. Quizá sea posible, pero volvemos a lo mismo: si queremos cambiar los medios hemos de comenzar por cambiar los políticos. El organismo oficial que controla los medios es la Comisión Federal de Comunicaciones, la cual, por supuesto, está en gran parte controlada por aquellos a quienes presuntamente debería controlar. Las zorras cuidan los gallineros. Y retornamos siempre a la política. La ecología es relativamente simple; la demografía lo es increíblemente. La política, la sociología y demás son muy complicadas y difíciles.
Supongo que usted tampoco espera gran cosa de la conferencia de Estocolmo de 1974 sobre la población mundial.
Algo bueno podría surgir de ella. En cierto modo es como un milagro esa conferencia de Estocolmo sobre el medio, apenas cuatro años después de que los políticos tuvieran el primer atisbo de la palabra ecología. Estocolmo ha tenido cierto valor como propaganda, pero básicamente, su efecto inmediato será débil. En los Estados Unidos, la información sobre las partidas de ajedrez de Bobby Fischer ha sido más amplia e insistente que la relativa a la conferencia de Estocolmo, de manera que...
Pero la conferencia sobre la población podría ser un paso en la buena dirección.
Es un paso en la buena dirección; pero viene a ser algo así como si alguno tratara de achicar con un dedal el agua que hunde al barco. Puede usted decir, claro, que cada dedalada vertida por la borda es una ayuda; pero si el agua entra a toneladas por minuto y usted achica litro a litro, indudablemente trabaja en la debida dirección, pero ni el más optimista pensaría que pueda usted salvarse. |
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