Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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8. Paul A. SamuelsonEl profesor Paul A. Samuelson nació en Gary, Indiana, en 1915. Desde 1940 permanece vinculado con el Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde al presente es profesor de economía. Un estudio como Los límites del crecimiento puede valorarse desde dos diferentes puntos de vista. Primero, el punto de vista del hombre sencillo, el hombre de la calle. Y cabe preguntar: ¿Libros como World DynamicsGa naar voetnoot1 o Los límites del crecimiento ayudan a la buena causa de la humanidad? Y como el hombre de la calle no es especialista en demografía, tecnología de la ingeniería ni economía, la autoridad de un Forrester y de las computadoras del mit puede servir al útil propósito de alertarlo a problemas muy reales: el problema de la enorme rapidez con que nuestra sociedad opulenta consume recursos irrenovables y el planteado por el hecho de que, en este momento, el mundo marcha más aceleradamente que nunca en su historia. Sea en el año 2000 o en el 2073, poco importa, en algún tiempo por venir van a caer sobre la humanidad catastróficos problemas, a menos que apliquemos nuestra inteligencia consciente a hacer algo para evitarlo. Entonces, desde el punto de vista del hombre de la calle, he de juzgar que el trabajo de Forrester-Meadows es una buena cosa. Pero hay otro punto de vista desde el cual apreciar los trabajos como éste: el punto de vista de los expertos en este campo. Estos expertos han dedicado décadas enteras a medir y analizar los datos y a informar de sus resultados. Tengo presentes a personas como Simon Kuznets, premio Nobel de economía en 1971. Y uno puede preguntar: ¿qué nuevos datos ha reunido el Club de Roma, qué nuevos datos analiza, qué nuevos métodos de análisis de datos aporta que puedan ampliar el conocimiento de los expertos en el campo? Ahora bien, suele decirse que nadie es profeta en su tierra; y podría ser que yo mudara de opinión. Pero, hasta ahora, los | |
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estudios de Forrester-Meadows han sido muy parcos en nuevos datos. En realidad, han sido sorprendentemente superficiales en el aspecto fáctico. ¿Y qué decir de sus métodos de análisis? En el pasado, el profesor Forrester fue un pionero en el análisis de sistemas complejos. Lo felicitamos por ello. Pero ahora tenemos en todo el mundo -desde Pontriagin en Rusia, Bellman en California, Wold en Suecia, Phillips en Nueva Zelanda- métodos perfeccionados para enfrentarnos eficazmente a los problemas de predicción y control. Un jurado de expertos enterados no encuentra nuevos y fecundos métodos de análisis en los estudios de World Dynamics y el Club de Roma. Algunos hombres de ciencia han iniciado el análisis de sus ecuaciones para verificarlas frente a los patrones de la experiencia empírica. Es éste el método normal de la ciencia. Nadie puede dormirse en sus laureles. No es sacrosanta la reputación de hombre alguno. Cada nueva hipótesis enunciada ha de someterse al escrutinio de los colegas del enunciante. Este trabajo apenas ha empezado. Creo prematuro pronunciar una decisión definitiva. Pero permítaseme resumir, con tanta objetividad como pueda, las que parecen ser las primeras indicaciones de los cuidadosos escrutinios mencionados. Primero, ¿seguirían siendo válidos los resultados de la metodología de Forrester si se cambiaran los supuestos, O cambiarían sensiblemente estos resultados si se alteraran algunas de las relaciones supuestas? Tengo ante mí un estudio de la Universidad de California, en el cual el autor resume como sigue sus resultados, provisionales: ‘Los resultados del modelo del mundo de Forrester han demostrado ser muy sensibles a la alteración de los supuestos.’ Incidentalmente, el autor es Robert Boyd. No es un economista, sino un miembro del departamento de zoología de la Universidad de California, en Davis. He tenido también el privilegio de ver el manuscrito provisional del profesor William Nordhaus,Ga naar voetnoot2 de la Universidad de Yale, joven y distinguido economista, doctorado en filosofía por el departamento de economía del mit, lo que da por descontada mi parcialidad hacia él. El doctor Nordhaus encuentra que nuestra ley de la disminución de las ganancias, conocimiento fáctico, no ha sido tomada en cuenta en el material que aparece explícitamente en los libros de Forrester y Meadows. La omisión fundamental en los modelos de Meadows y Forrester es la escasa | |
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atención que en ellos se presta al efecto de la escasez sobre el precio y el uso. En el mundo real, cuando los recursos comienzan a escasear y los cuellos de botella del aprovisionamiento comienzan a lentificar la tasa de crecimiento, como ocurre en la simulación de Forrester, los precios concretos suben. En la vieja Inglaterra, podíase quemar madera para fundir el hierro, pero los bosques se agotaban y no era posible continuar indefinidamente tal práctica. En consecuencia, se sustituyó la madera por la hulla. Fue por aquel entonces cuando T. Robert Malthus cometió su gran error, al profetizar, en 1798, el desastre que se cernía sobre la población. Malthus no había previsto las maravillas de la Revolución Industrial. Y tales maravillas no han llegado a su fin. He estado leyendo las conferencias de J.D. Bernal, dictadas en Londres por uno de los más distinguidos físicos y astrofísicos del mundo, el profesor Dyson,Ga naar voetnoot3 del Instituto de Estudios Avanzados. Dyson mira a un distante futuro, al tiempo cuando el hombre se habrá hecho capaz, gracias a la ingeniería biológica, de crear nuevos organismos que procesarán y reciclarán las materias primas, que harán para la especie humana la labor de minar y de desembarazarnos de los desechos. Tal como ha señalado el Dr. Kneese, de la institución Recursos para el Futuro, de Washington, D.C., las tenebrosas simulaciones elaboradas por las computadoras del Club de Roma sugieren que, en el futuro, gran número de personas habrán de morir a causa del cáncer inducido por el amianto. Sin duda, el amianto puede inducir el cáncer; pero, pregunta Kneese, ¿quién cree que los frenos de los automóviles seguirán haciéndose con amianto en el siglo próximo, cuando los hospitales están llenos de sus víctimas? Hay innumerables sustancias nuevas que resultarían más baratas e inocuas en las nuevas condiciones de escasez. Los procesos de sustitución y de gravar con impuestos la contaminación -poniendo la carga donde es debido- son procesos que, naturalmente, vienen a la mente del economista y, quizá no tan naturalmente, a la del ingeniero. Todo esto aparece disfrazado o se omite en gran parte en estos estudios particulares. El resultado es que un jurado de expertos en este campo estaría justificado para decir que es tan probable que la catástrofe nos llegue en el año 2373, como en 2273, en 2173 o en 2073. Ahora permítaseme poner fin a estos casuales pensamientos. En nuestros días, el cínico dice: si quieres vender has | |
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de sobrevender. Quizás, el jurado de expertos en el futuro llegue al siguiente veredicto final: ‘Los estudios del Club de Roma tratan de sobrevender. Entre cosas tan distintas como la complacencia y la histeria, el Club yerra del lado de la histeria.’ Sin embargo, podemos dejar el austero tribunal de la ciencia y trasladarnos al foro del hombre de negocios, del estadista, del hombre de la calle, del público vulgar. Podría ser que, a fin de convencer a la opinión pública de que se debe hacer algo respecto a la ecología, y no limitarse a hablar, la exagerada propaganda de un Forrester, un Meadows, del Club de Roma, de biólogos distinguidos, como Paul Ehrlich,Ga naar voetnoot4 de la Universidad Stanford, tuviera alguna utilidad, y que todos ellos todavía pudieran ganar una estrella de oro por buena conducta en la corte del juicio final. |