Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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y se graduó por el Colegio Balliol, de la Universidad de Oxford. Creo que el ir a la Luna fue un gasto inútil. Tal vez haya sido una valiosa demostración del simple hecho de que, para fines prácticos, el hábitat del hombre y de todas las demás formas de vida, al que Teilhard de Chardin llamó biosfera, no es más que una delgada envoltura de aire, suelo y agua en torno a la superficie de este planeta singular en que nos acaece existir. Es estrictamente limitado. Su contenido, asimismo, es limitado. Por esta razón es imposible el crecimiento perpetuo, infinito, de la raza humana y de su salud. Este objetivo jamás será alcanzado por la humanidad. Todas las criaturas humanas son voraces, pero la minoría occidental ha santificado la voracidad y hecho de ella una finalidad deliberada. Esto comenzó con el descubrimiento de las Américas, que dio a los pueblos occidentales una falsa impresión, la impresión de un espacio y una riqueza infinitos a disposición del hombre de Occidente. Después, a fines del siglo xviii, la mecanización de la industria, gracias al aprovechamiento de la fuerza del vapor, de nuevo nos dio la impresión de que se había abierto ante nosotros una fuente infinita de producción. En nuestro tiempo, la mecanización de las actividades humanas ha llegado a extremos extraordinarios, pero ahora nos hemos dado cuenta súbitamente de | |
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que la biosfera es finita, y ello marca límites infranqueables a la expansión material. A estos límites llegaremos en un próximo futuro, llevados por el crecimiento técnico y el aumento de la población. En la medida en que los seres humanos admitan este simple hecho, Los límites del crecimiento ha de causar un efecto revolucionario sobre nuestra actitud frente a los objetivos e ideales de la vida. Esto habrá de significar un muy difícil y doloroso trastrocamiento de las actitudes y fines del hombre occidental, que han prevalecido durante los últimos quinientos años de la historia humana. Mientras tanto, la mayoría no occidental del género humano ha estado envidiando a Occidente y tratando de imitarlo. Va a ser muy difícil persuadir a este sector de la humanidad de cesar en su esfuerzo por el desarrollo -sobre todo, porque son precisamente estos pueblos tan pobres y técnicamente atrasados los que crecen con mayor rapidez y los que con mayor fuerza se sienten empujados a aumentar su producción. Tal como la veo, la cuestión es: ¿Será capaz toda la especie humana de trastrocar sus actitudes y fines antes de caer en la catástrofe? Los límites del crecimiento es un libro muy inteligente. Presenta muy hábilmente la información matemática necesaria para personas como yo, sin inclinación a las matemáticas. La gente ordinaria puede entender estos datos. La expresión matemática de los hechos es necesaria para hacerlos comprensibles. Espero que el libro sea ampliamente leído y aceptado cordialmente. Y se proceda en consecuencia.
Pero, ¿no pasa por alto el informe del mit el crecimiento exponencial de la tecnología?
La tecnología puede usarse para muy diferentes propósitos. Ahora se usa principalmente para dos propósitos opuestos: la destrucción en la guerra y maximización de la producción de riqueza material. Si aboliéramos la guerra y nos concentráramos plenamente en la producción de riqueza, creo que el crecimiento exponencial de la tecnología podría retardar la catástrofe por algún tiempo. No puedo imaginar cuánto, pero sí decir que sólo será un retraso. Inevitablemente, más pronto o más tarde, llegaremos a un límite.
La Dra. Margaret Mead me decía: ‘Necesitamos una nueva visión, pero no sé cuál.’Ga naar voetnoot1 | |
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Tenemos una vieja visión, aunque no muy vieja comparada con la edad de la raza humana. Me refiero a la visión de los fundadores de las grandes religiones. Pienso, y voy a dar los nombres en orden cronológico, en Buda, de la India; Lao Tse, de China; Jesús, de Palestina, y un occidental, San Francisco de Asís. ¡Un solo occidental! Pero San Francisco es muy importante para nosotros, precisamente por ser occidental. Nos ofrece un ejemplo al que debemos prestar atención y tratar de imitar. Estos fundadores religiosos discrepan entre sí por su idea acerca de la naturaleza del universo, la naturaleza de la vida espiritual, la naturaleza de la realidad espiritual última; pero coincidieron en sus preceptos éticos. Todos coinciden en que la persecución de la riqueza material es un designio erróneo. Sólo debemos buscar la mínima riqueza material necesaria para mantener la vida, y nuestro designio primordial debe ser espiritual. Todos ellos dicen que si hacemos de la riqueza material nuestra meta principal iremos al desastre. Todos hablaron en favor del altruismo y del amor al prójimo como la clave de la felicidad y el éxito de los asuntos humanos. Todos ellos renunciaron a la riqueza y el poder materiales. Buda fue el hijo del rey de un pequeño país, y renunció al reinado voluntariamente, sin que nada lo obligara a hacerlo. San Francisco fue el hijo de uno de los primeros hombres de negocios de Occidente que llegaron al éxito. Su padre era un mercader de telas al por mayor.
¿Un precursor de Aurelio Peccei?Ga naar voetnoot2
Sin duda, en cuanto al éxito profesional, pero no en cuanto a perspicacia. El padre de San Francisco quería que su hijo tomara a su cargo y heredara el negocio de la familia, que se interesara en el negocio familiar. San Francisco se negó. En lugar de ello, casó con Nuestra Señora la Pobreza. Desgraciadamente, nosotros, occidentales como San Francisco, le rendimos acatamiento de palabra, lo llamamos santo, lo que indudablemente fue; pero la persona a quien en realidad seguimos no es San Francisco, sino su padre, Pietro Bernardone, no Francisco Bernardone. Pietro es el prototipo del moderno hombre de negocios venturoso, del Dr. Peccei, por ejemplo. Salvo que Aurelio Peccei profesa diferentes ideales, muy diferentes ideales. Ahora bien, lo que nosotros hemos de hacer, intentar hacer, | |
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es una revolución espiritual. Esto no es algo enteramente nuevo. Es la visión de San Francisco, la visión de Jesús, la visión de Buda, la visión de Lao Tse. Como usted sabe, la filosofía taoísta china cree en el mínimo desarrollo de la riqueza material y el máximo desarrollo de la riqueza espiritual. El taoísmo es la antítesis del confucianismo, bastante favorable al materialismo. Creo que los predicadores de la abnegación y de la renuncia a los bienes materiales resultarán a la postre los más prácticos de nuestros consejeros, pues si aceptáramos su estilo de vida, usted y yo podríamos vivir en la biosfera tanto tiempo como ésta fuera habitable. No estaríamos ahora agotando o contaminando los recursos de la biosfera. Si seguimos el consejo del padre de San Francisco, destruiremos la biosfera, nos destruiremos nosotros, y acabaremos con todas las formas de vida que de nosotros dependen.
¿Cómo ve usted las oportunidades de los niños de hoy, en 1972, con el año 2000 aproximándose rápidamente?
Tengo dos bisnietas, quienes, si llegan a mi edad actual -noventa y tres años- alcanzarán vivas el año 2050. Esto supuesto, ni usted ni yo podemos concebir cómo será el mundo del año 2050, y me angustia la suerte de estas pobres criaturas, traídas al mundo sin haberles solicitado permiso. Sus padres no saben más que usted y yo respecto al mundo en que les tocará vivir. Creo que no hay tiempo que perder. Pienso que la generación de mis hijos, la de mis nietos, la de mis bisnietos, sin esperar más, inmediatamente, deben cambiar el designio de sus vidas, mirar largo trecho hacia el futuro, pensar en la forma desinteresada de vivir predicada por Buda, Jesús, San Francisco y Lao Tse. Pensar en los próximos dos mil millones de años, en mantener la existencia de la especie humana. Nos es muy difícil no pensar en nuestro provecho inmediato y subordinarlo a un futuro más remoto. Pero al menos podemos pensar en beneficio de los hijos que ya hemos traído al mundo, sentir la responsabilidad con ellos contraída. Y si pensamos en los niños que van a llegar al año 2050, como mis dos bisnietas, al punto debemos proponernos un designio muy diferente y tomar de una vez por un camino muy distinto del que ahora seguimos. Esto nos va a ser muy difícil y doloroso, pero con seguridad no es imposible. En realidad, implica cierta suerte de conversión, como dice Margaret Mead. | |
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Dr. Toynbee: ¿Conoce usted la teoría expuesta por Skinner en Beyond Freedom and Dignity, según la cual el hombre es programado por su ambiente?Ga naar voetnoot3
Sí. He leído el libro, con respeto; Skinner es un hombre muy capaz, pero disiento de él. Creo, desde luego, que es muy cierta la enorme influencia que el medio ejerce sobre nosotros, y recuerdo que uno de los primeros jesuitas decía: dadme un niño en sus siete primeros años y lo moldearé para toda su vida. Sin embargo, el niño así condicionado puede escapar del condicionamiento. En mi opinión, el individuo humano, por ser consciente, por tener conciencia de sí mismo, posee cierto poder de elección, cierto grado de libertad. Esta cuestión de la realidad del libre albedrío viene discutiéndose desde los tiempos de Pelagio y de San Agustín. Mi parecer es que, si bien estamos parcialmente condicionados, también gozamos de parcial libertad. Por consiguiente, no estoy de acuerdo con Skinner... Skinner es un extremista, ¿verdad? Usted conoce la doctrina hinduista del karma. Karma, según creo, es un término sánscrito cuyo significado literal es ‘acción’. Técnicamente, el karma consiste en los efectos acumulativos de nuestros actos del pasado, buenos o malos, para bien o para mal; realizados durante una sola vida o, si usted cree en la reencarnación, durante una serie de vidas. Según la teoría del karma, el ser humano lleva algo a modo de una cuenta con su debe y su haber, y durante toda su vida va engrosando ambas columnas, la del haber y la del debe. A veces se encuentra en ‘números rojos’; otras, su balance es positivo; pero la cuenta permanece siempre abierta. Creo esta doctrina mucho más cercana a la verdad que la teoría de Skinner. Nosotros estamos condicionados por el karma que hemos heredado, enormemente condicionados. No llegamos a este mundo como agentes totalmente libres, sino parcialmente libres. Podemos mudar nuestro karma, empeorarlo o mejorarlo, en cierto grado. Y lo importante es esto: la libertad de cambiar nuestro karma dentro de ciertos límites.
Pero, profesor, ¿cómo poner en armonía, en equilibrio, la visión de un Alejandro al timón del mundo y la libertad individual para siete mil millones de personas? ¿Podremos conservar esta libertad y nuesto crecimiento individual? | |
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¿Habremos de convertirnos en seres computados, títeres de un gran Alejandro amo del mundo?
Creo que todo lo creador, todo lo bueno de la vida humana, proviene de la libertad individual, de la acción individual, de la acción libre. Y el mismo origen tiene también todo lo malo. Pues la libertad es la fuente de la energía, para el bien como para el mal. Como ya he dicho, creo que la cooperación entre seres humanos es lo más difícil. La tecnología es fácil, el logro artístico es fácil; la cooperación social para buenos fines es dificilísima. Por consiguiente, pienso que, como tan frecuentemente acaeció en lo pasado, cuando es necesario realizar en corto tiempo un cambio social radical, frente a la alternativa de un supremo desastre, hay que elegir entre dos males: o nos resignamos al desastre o nos sometemos durante algún tiempo a alguna forma de dictadura. Los romanos tenían un sistema muy interesante. Se regían por una constitución con magistrados elegidos por el pueblo. Cuando era necesario, estos magistrados abdicaban de sus funciones temporalmente y se designaba un dictador con plenos poderes. Cuando el dictador había dominado la crisis -si lo lograba- renunciaba al cargo y los magistrados regresaban. Ahora bien, este sistema no me gusta nada. Preferiría mucho más conseguir lo que fuera necesario por métodos perfectamente democráticos. Sin embargo, es probable que no tengamos tiempo para proceder de esta manera y, en consecuencia, podríamos necesitar una dictadura transitoria. La cosa es peligrosísima, pues ¿quién garantiza que será realmente transitoria? Julio César y Augusto declararon que asumían temporalmente el poder dictatorial para sortear la crisis, pero sus sucesores jamás renunciaron a él. Éste es el peligro. Pero toda vida humana es elegir entre males. Éste es el peligro menor. En mi opinión, para abolir la guerra, para suprimir la contaminación, es absolutamente necesario algún mínimo de gobierno mundial. He aquí un punto muy sencillo. Teóricamente, el mundo está dividido en unas ciento cuarenta soberanías territoriales separadas, pero no es posible dividir realmente el océano o el aire en piezas de soberanía local. Para evitar su contaminación ha de emprenderse una acción a escala global, lo que, en efecto, significa la existencia de un gobierno mundial. En sus comienzos tendrá que ser dictatorial, lo que a mi parecer es un mal menor que la destrucción, que significaría el fin de todo. Habremos de conformarnos a una dictadura transitoria, y esto es un mal, pero | |
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al menos sobrevivirá la especie humana, y mientras haya vida habrá esperanza. En el transcurso de los próximos dos mil años podremos desembarazarnos de la dictadura, mientras que nuestra destrucción significaría el fin de todo.
Y pensando en sus bisnietas, ¿cree usted que la educación actual responde adecuadamente a los enormes cambios del medio humano?
Por desgracia, la respuesta moderna al enorme aumento de la cantidad de información, de conocimiento potencial, ha sido la especialización, que ha dividido en compartimientos el conocimiento del universo, de la misma manera que nosotros hemos dividido la biosfera entre estados soberanos. La educación actual es demasiado especializada, y en esta dirección temo que Inglaterra haya ido más lejos que país alguno, más que los Estados Unidos, donde la mayor parte de las universidades tienen un primer año en que se compele a los alumnos a estudiar ampliamente. Ahora bien, la división del conocimiento en compartimientos es muy desfavorable para la educación, para adaptar el hombre a la vida o para ahorrar vida humana en este mundo en que nos movemos, pues para ambos fines necesitamos inculcar un concepto integral de la realidad. Como usted sabe, mis compañeros historiadores me han criticado mucho por haberme negado a ser un simple especialista y tratar de ser un generalista. Dicen que soy un aficionado, no un verdadero historiador.
Esto es exactamente lo que Aurelio Peccei dice, ‘necesitamos generalistas’, y martillea sobre ello.
Sí. El obstáculo es que la forma de educación admitida y más extendida es ahora la especialización. La generalización se deja a los aficionados, aun a los charlatanes. Lo que necesitamos es que lo mejor de nuestra gente se haga generalista. Pienso en Francia, donde existe la tradición de lo que los franceses, con cierta ironía, llaman oeuvres de vulgarisation. Ya habrá usted advertido que los mejores de los sabios franceses vierten sus mejores trabajos en tales oeuvres de vulgarisation, empezando por gente como Renan. Algunas de sus mejores obras no se ajustan a lo que los especialistas actuales consideran investigación realmente seria. Sin embargo, son investigación realmente muy seria. Son la esencia de la educación para el hombre común. El público a quien van destinadas es el constituido por personas inteligentes no | |
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especializadas en la materia. Y son estas personas quienes mueven el mundo, quienes pueden cambiarlo. No se las debe obligar a encontrar su educación en la especialización, humanista o científica. Lo que debe hacerse es capacitarlas para que adquieran una educación integral, una educación que lleve a entender el mundo como lo que realmente es: el universo en que hemos de vivir.
Los límites del crecimiento y su efecto de choque, ¿cree usted que sea algo bueno en esta coyuntura, cuando algo debe hacerse urgentemente? Permítame citar la última frase del libro de Margaret Mead, Culture and Commitment: ‘El futuro es ahora’.Ga naar voetnoot4
Sí, eso está muy bien, el futuro es ahora. El principal efecto de choque lo producirá sobre la generación de mediana edad de los Estados Unidos, integrada por individuos sobrevivientes a la depresión económica de 1929 y los primeros treintas, que pusieron su esperanza en el crecimiento económico y el éxito material y cuyos hijos se han vuelto contra ellos. Algo muy turbador para estos padres. Los padres criaron a sus hijos en la abundancia, y los hijos la repudian ahora, casi de la misma manera que San Francisco renunció a la riqueza paterna. Sobre ellos será mayor el efecto de choque. Por otro lado, el choque no será tan intenso en los hippies. Me gustaría precisar que San Francisco mismo fue hippy. Cuando su padre objetó a su matrimonio con Nuestra Señora la Pobreza, San Francisco se quitó sus ropas y quedó desnudo. Un gesto de hippy. Arrojó a la cara de su padre sus finos vestidos; y el obispo, que presenciaba la escena, tomó a San Francisco y lo arropó bajo su capa episcopal. Fue éste un acto maravilloso del obispo, pues el padre de San Francisco era realmente uno de sus principales electores, y pese a ello, el obispo lo desafió. Actitud muy valiente, que habla mucho en favor del obispo. Pero mi punto es que, si bien San Francisco comenzó como un hippy, no acabó como tal. Terminó sometiéndose a la disciplina y realizando algo muy constructivo. Ahora bien, Francisco no era un administrador ni un organizador, de lo que pronto se dio cuenta, en cuanto su orden comenzó a desarrollarse. Renunció a gobernarla y quedó como un fraile ordi- | |
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nario, bajo la disciplina de otro fraile, un personaje muy controvertido, el hermano Elías, el verdadero fundador de la orden franciscana. Éste era un administrador, poseía el don. San Francisco no lo tenía, y era consciente de ello. Se dedicó a su salvación individual mediante la imitación de Cristo, como ese otro personaje del siglo xv, el autor de la Imitatio Christi...
Su nombre fue Tomás de Kempis. Quizá todo el movimiento hippy y el uso de drogas sea como un anuncio de la vuelta a la mentalidad de San Francisco. La loca carrera hacia una mayor productividad por la ganancia ha de cesar.
Si sólo persigue la ganancia, sí. A eso hemos de renunciar.
Pero parece que en la Unión Soviética se ha iniciado la misma carrera. El camarero de un hotel de Moscú quería comprarme mis pantalones de mezclilla.
Desgraciadamente. Puede usted decir que hemos de cambiar nuestro designio, nuestro ideal, mudar del padre de San Francisco a San Francisco. |
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