Poema de amor en las Antillas
(Aruba)
El mar es eterno amante del cielo. Dia a dia, en comunión de siglos, viven esponsales de azur en el círculo cósmico de sus aguas. De la mar al cielo y del cielo al mar. Ardidos en la incitación de sus mútuos reflejos, colman la sed de su pasión en la unión perfecta del horizonte.
Cuando en los atardeceres bermejos recoje el cielo en las arenas blancas la sangre derramada por los rayos del sol que la noche asesina, y con ella enciende el fanal anémico de la luna; calma el mar sus ansias en la caricia inquieta del viento que lo riza y ondula en juguetón cosquilleo.
‘Amado, en esta noche de luna creciente, te invito a bailar la danza del viento.’ En esta isla de miles de leyendas, en esta playa de los mil secretos, en esta concha de origen incógnito: coralina, volcánica, andina....
De los nombres raros como ululantes clarinadas de lenguaj es muertos: Yamanota, Andicuri, Bushiribana...
De piedras extrañas como monolitos de razas gigantes que carcome misteriosamente el sol, el salitre, el viento....
‘Cabe esta noche de luna creciente, amado, te invito a bailar la danza del viento!’
Brunilda Vicioso