portugueses’ oiremos: ‘si bo buta atenshon bon, lo bo ripará ku e dos hoben-nan-ei ta namorá di otro’.
Son también muchos los conceptos para los que el papiamentu dispone de dos vocablos, uno iberorrománico y otro holandés: ‘cuerda’ o ‘ver’, ‘ekonomisá’ o ‘spaar’, ‘imprimé’ o ‘druk’, ‘pusha’ (del port. ‘puxar’ = (empujar) o ‘stot’, ‘troka’ o ‘muda kas’ o ‘ferheis’ (del hol. ‘verhuizen’ = (mudar de casa)), ‘bos’ o ‘stem’, ‘sedusí’ o ‘ferlei’ y otros muchos.
Sabido es que el papiamentu se habla igualmente en las otras dos islas de Sotavento, ya sea ello con acento diferente.
Algunos antillanos me aseguran que el arubiano emplea en muchos casos un término castellano y el curazoleño expresa la misma idea con un término holandés: arub. ‘koneo’ = (cast. ‘conejo’), curaz. ‘konenchi’ (hol. = ‘konijn(tje)), arub. ‘tiera’ (= cast. ‘tijeras’), curaz. ‘skeer’ (= hol. dialectal ‘scheer’ por ‘schaar’). El hecho de que en Aruba, donde como dije antes, la población indígena no fue molestada y donde apenas si había esclavos se habla papiamentu tiene su explicación en que esta lengua fue introducida por las familias curazoleñas (ya que no estaba permitida la inmigración directa desde la metrópoli) que fueron a establecerse en Aruba, llevando consigo, claro está, sus esclavos. Poca dificultad habrá tenido la población india de habla española de Aruba en comprender el papiamentu ya hispanizado que los blancos traían de Curazao.
Por lo que se refiere a Bonaire, la explicación es que esta isla no era sino una plantación explotada por el gobierno holandés. Casi todos los esclavos de Bonaire procedían de las plantaciones que el gobierno tenía en Curazao. Las autoridades holandesas habían prohibido el establecimiento de europeos en Bonaire. Esto, unido a la circunstancia de que el número de holandeses en Bonaire era muy reducido, basta para mostrar que la influencia del holandés en la lengua de los esclavos negros de Bonaire hubo de ser muy escasa.
Según una estadística del ya citado Rodolfo Lenz, de la lista establecida por W. Hoyer, de 2500 vocablos curazoleños unos 1625 proceden del hispanoportugués, 750 del holandés, unos 40 del inglés y francés y el resto es de origen africano o indeterminable.
Vemos, pues, la parte leonina, la constituye la aportación iberorrománica. En efecto, desglosar esta aportación en vocablos de origen portugués o castellano nos parece empresa imposible, pues en la mayor parte de los casos tantos argumentos hablarían en favor de la una como de la otra procedencia. Tampoco el porcentaje de términos holandeses nos parece despreciable, ya que constituye más del 30 por ciento del vocabulario compuesto por Hoyer. Esto no obstante, leeremos páginas seguidas de un cuento en papiamentu sin encontrar más de 10 a 12 palabras holandesas. Concedo que ello depende en gran parte de la materia que se estudie y que además habrá que tener en cuenta gran diversidad de preferencias personales.