De Gulden Passer. Jaargang 71-72
(1993-1994)– [tijdschrift] Gulden Passer, De– Auteursrechtelijk beschermd
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Juan Pulman, librero y agente de la Oficina Plantiniana en Salamanca (1579-c. 1609)El 7 de noviembre de 1588 se celebró en la catedral de Salamanca el bautizo de un hijo de Diego de Junta, de oficio impresor de libros, y de María Gast. El padrino y la madrina eran Cornelio Bonardo y su mujer Hierónima Gast, hermana de la madre.Ga naar voetnoot1 Cinco meses después, el 16 de marzo de 1589, se bautizaba en la misma iglesia el hijo del impresor Juan del Campo y de Ana de Amberes. El sacerdoce que lo oficia da fe de que un tal Artus, fundidor de letras, hace las veces de padrino.Ga naar voetnoot2 Los padres y testigos que se congregaron para estos bautizos eran en su mayoría miembros de famillas de origen extranjero que desde hacia bastante tiempo habían conquistado un lugar importante en el mundo del libro de Salamanca. Diego de Junta descendía de la estirpe florentina de los Giunta o Giunti, que a principios de siglo se había ramificado hacia Roma, Venecia y Lyon. Esta ‘multinational’ de impresores y libreros también extendió su terreno profesional hacia España alrededor de 1520. En aquel año Giovanni Giunta (Juan de Junta) trabajaba en Salamanca en calidad de encargado de negocios de la familla. Cinco años más tarde contrajo matrimonio con Isabel de Basilea, hija del impresor de Burgos Fadrique de Basilea, también procedente del extranjero, y se estableció en esta ciudad como impresor y librero. Hasta mediados de los años cincuenta, la empresa de Juan de Junta se contaría entre las más importantes de España, con una filial en Salamanca en donde también se establecieron sus sobrinos Lucas y Julio. Diego de Junta es probablemente hijo de uno de los dos citados en último término. Las famillas Junta y Gast llevaban mucho tiempo emparenta- | |
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das. María Gast, esposa de Diego de Junta, y su hermana Hierónima eran hijas de Matías Gast y Lucrecia de Junta, hija del arriba citado Juan de Junta e Isabel de Basilea. Matías Gast fue uno de los muchos amberenses que en el curso del siglo se establecerían como librero e impresor en España. Tras haber trabajado algunos años de librero en Medina del Campo y Salamanca, pasó a dirigir la imprenta de su suegro en Burgos, hacia 1552. Tras la muerte de éste en 1558, Matías Gast se estableció en Salamanca. Era uno de los libreros-impresores más renombrados de España y tenía muchos contactos dentro y fuera del país. De esta forma, siguió manteniendo relaciones con colegas de su ciudad natal, Amberes, en concreto con Martín Nucio, el importante impresor de literatura en castellano, y con Cristóbal Plantino. Salamanca continuó atrayendo a los amberenses. De la ciudad del Escalda llegó también Cornelio Bonardo (Cornelis Boonaerts), cuñado de María Gast y padrino en el bautizo de noviembre de 1588. Este antiguo empleado de Martín Nucio había llegado a Salamanca a principios de los años setenta. En 1574 pasó a dirigir la librería de su suegro, Gast. Más tarde se estableció como impresor y librero independiente. Tras la muerte de Matías Gast, alrededor de 1580, Cornelio Bonardo y su mujer Hierónima, junto a otros herederos, prosiguieron aun algunos años con el negocio del suegro. En el bautizo de marzo de 1589 se alcanza a ver a otros miembros del clan antuerpiense de Salamanca. De Ana de Amberes, esposa del impresor Juan del Campo, no se conocen por el momento más detalles, pero no debe excluirse que fuera pariente de Adrián de Amberes (o Adrián de Anvers), un impresor que hacia 1545 había llegado a España desde la ciudad brabanzona y que entre 1547 y 1567 había trabajado en Estella. Sin embargo, con el padrino de este bautizo, Artus, fundidor de letras, hace su entrada una nueva promocíon de amberenses. Este Arthur Tavernier (castellanizado en Artus Taberniel) era hijo o sobrino del afamado grabador de punzones Ameet Tavernier. No había llegado a la ciudad mucho antes. Se casó con Susana Muñoz. El 18 de noviembre del mismo año 1589 la pareja celebró el bautizo | |
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de una hija, también en la catedral, del que Ana de Amberes, a su vez, fue madrina.Ga naar voetnoot3 Sobre las actividades de Tavernier como fundidor de letras no se sabe hasta la fecha prácticamente nada, excepto que se convirtió hacia finales de siglo en uno de los impresores más importantes de Salamanca. A su muerte, en 1610, la empresa continuaría inicialmente con la viuda, después con su hijo Jacinto. Tras la ceremonia eclesiástica las famillas volvieron al lugar donde vivían y trabajaban, en o alrededor de la parte sur de la Rúa Nueva, que pertenecia a la parroquia de la catedral. Al otro extremo de esta calle - el centro de la industria librera salmantina, posteriormente bautizada con el nombre de Calle de Libreros -, algo más allá de las Escuelas Mayores y las Escuelas Menores de la universidad, se encontraba la iglesia parroquial de San Isidoro. Aquí se bautizó el 25 de noviembre de 1588 al primero de los once hijos de un nuevo miembro de la colonia antuerpiense, el librero Juan Pulman, quien se habia establecido en la ciudad en 1579.Ga naar voetnoot4 Jan Poelman, como rezaba su nombre en neerlandés, nació alrededor de 1550 en Amberes, el benjamín de los cinco hijos de Dierich Poelman y Elisabeth Hermans. Su padre había visto la luz por primera vez hacia 1510 en Kranenburg, Ducado de Cleves, cerca de la frontera neerlandesa a la altura de la ciudad de Nimega. Dierich había ido a la Escuela Latina en su lugar de nacimiento, pero por dificultades económicas de la familla tuvo que interrumpir sus estudios. Aprendió el oficio de batanero junto a uno de sus tíos. En 1530 o 1531 partió hacia Amberes, atraído por las posibilidades que le brindaba la industria textil de esta ciudad. Allí seguiría trabajando de batanero hasta 1570; luego, hasta su muerte en septiembre de 1581 fue recaudador municipal de los impuestos vitícolas. Sin embargo, el padre de Juan Pulman no era un artesano vulgar y corriente. En el escaso ocio que su pesado trabajo le permitía se convirtió poco a poco de forma completamente autodi- | |
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dacta en uno de los filólogos clásicos más famosos de su tiempo, que mantenía correspondencia con eruditos de la talla de Justus Lipsius. Bajo el nombre humanista de Theodorus Pulmannus preparó la edición de un gran número de textos de autores latinos y de la primera era cristiana, como Virgilio, Horacio, Catulo, Terencio, Arator y Sedulio. Algunos de ellos aparecieron en Basilea, Colonia y Lyon. Desde 1562 fueron editados por Plantino, que era un buen amigo y le ténia en gran estima. Esta vida en dos mundos completamente distintos, de obreros rudos y ruidosos por un lado, y de silentioso trabajo intelectual por otro, ha debido de marcar la juventud de Juan Pulman. Su carrera es, de todas formas en parte, un reflejo de la de su padre. También él fue a la Escuela Latina y probablemente la abandonó prematuramente, si bien hay indicios de que dominaba el latin razonablemente. A continuación aprendió, igual que su único hermano Cornelis, el oficio del padre. Se desconoce sin embargo si alguna vez llegó a ejercerlo.Ga naar voetnoot5 Tal vez por mediación de su padre, Juan Pulman entró de dependiente al servicio de Plantino alrededor de 1567.Ga naar voetnoot6 Eran las vísperas de un período de gran expansión de la firma. Entre 1568 y 1573 se completó la edición de la Biblia Políglota o Biblia Regia, financiada por Felipe II. En aquellos años la Officina Plantiniana no era tan sólo un centro de febril actividad tipográfica - salieron muchas otras ediciones de las prensas en esas fechas - sino también un lugar de encuentro de eruditos, quienes, bajo la dirección del exegeta bíblico y orientalista español Benito Arias Montano, trabajaban día y noche en la realización de esta empresa gigantesca. Además, desde 1571, Felipe II concedió a Plantino el encargo de la edición | |
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de grandes tiradas de los nuevos textos litúrgicos, como breviarios y misales, destinados al clero español. Del llamado Nuevo Rezado se enviaron a España miles de ejemplares. Durante este período, dominado por intereses hispanos, en que se daban relaciones intensas con eruditos, autoridades y libreros españoles, Pulman debió de establecer contactos que contribuyeron a su ulterior partida a Salamanca.Ga naar voetnoot7 A estos años de expansión de la empresa les sobrevino un abrupto fin tras la ‘Furia de Amberes’ de comienzos de noviembre de 1576, cuando las tropas españolas se sublevaron, saquearon la ciudad e incendiaron gran parte de ella. También Plantinó salió muy perjudicado; para evitar males peores se vió obligado a pagar un cuantioso rescate que hubo de pedir prestado a su amigo Luis Pérez, uno de los grandes comerciantes y banqueros de origen español que en el curso del siglo se había establecido en Amberes, centro comercial y financiero. En el mismo año de 1576 Pulman comenzó a desarrollar actividades por propia cuenta. De la cuenta que Plantino abrió a su nombre en el ‘Grootboek’ o Libro Mayor se desprende entre ocras cosas que compraba y vendía libros bajo su propio nombre.Ga naar voetnoot8 Sin embargo, llegaron años de color menos rosa para el mundo editorial antuerpiense. El comercio y la industria sufrían también bajo las grandes tensiones políticas y religiosas de esta fase decisiva de la rebelión contra la autoridad española. Quizá Pulman buscaba en otro lugar mejores oportunidades para el futuro. En 1579 le llegó la oportunidad. A mediados de mayo partió hacia Salamanca en caüdad de comisionado del comerciante arriba citado Luis Pérez. Pérez, por cuya mediación Plantino ya había hecho negocios en España muchas veces, había comprado en el otoño de 1578 una gran cantidad de libros al impresor, por valor de 15.000 florines brabanzones (aprox. 70.000 reales al cambio de la época). Quizá la expedición de Pulman representaba la posibilidad de atender mejor el mercado español, | |
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en donde la demanda de ediciones plantinianas siempre había sido bastante grande. El propio Plantino, al que no agradaba hacer negocio directamente en España - y desde luego no rras 1576 - corría, ton esta fórmula comercial, el menor riesgo posible. Queda en pie por quã fue Pulman a Salamanca y no, por ejemplo, a Medina del Campo, gran centro del libro, o a la capital, Madrid, en donde Plantino tenía contactos, o al otro gran centro del comercio librero, el puerto transatlántico de Sevilla, en donde Luis Pérez poseía intereses comerdales. ¿Hasta qué punto era libre Pulman en la elección, y no fue, tal vez, determinante para dicha elección el que conociera a alguien en Salamanca? En caso de que Pulman ya conociera a alguien en Salamanca debía tratarse entonces de su antiguo conciudadano Cornelio Bonardo. Ambos debieron de conocerse en la época en que Bonardo trabajaba con Nucio, cuyo empresa estaba situada a poca distancia de la ‘Officina Plantiniana’. Después de llegar, en el verano de 1579, Pulman, muy probablemente, se alojó en casa de Bonardo. Mantuvieron desde el principio buenas relaciones; Bonardo fue también uno de sus primeros clientes. Salamanca, ciudad universitaria en donde desde antaño se habían establecido muchas imprentas y donde había un comercio de libros muy activo, no resultó una mala elección. Pulman pudo formar pronto un amplio círculo de clientes. Un gran número de catedráticos utilizaban sus servicios, entre los que se hallaban Fray Luis de León y Francisco Sánchez, ‘El Brocense’, También el clero de las ciudad - canónigos de la catedral y miembros de las diversas órdenes religiosas - conocían el camino hacia su tienda. Además hizo algunos buenos clientes del mundo del libro, como Bonardo, Lucas de Junta y Vicente de Portonaris. También le compraban los colegas de otras ciudades: Benito Boyer, por ejemplo, de Medina del Campo y Blas de Robles, de Madrid, quienes anteriormente también habían hecho negocios con Plantino.Ga naar voetnoot9 Pulman permaneció allí aproximadamente dos años. En el verano de 1581 estaba de vuelta en Amberes para arreglar ciertos | |
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asuntos. Tras hacer el balance del período anterior cerró un contrato de sociedad, el 9 de septembre, con Martín Pérez de Varrón, yerno de Luis Pérez, y como éste, mercader de origen hispánico, que desde Amberes comerciaba con España a gran escala. Se convino que Pulman, en nombre de la sociedad, a partir del 1 de octubre y por un período de tres años, llevaría un negocio de libros en Salamanca u otro lugar de España. El capital social ascendía a 6.200 florines (aprox. 27.000 reales). Pérez de Varrón aporto 6.000 florines en nombre de su suegro y de Plantino, los cuales, a modo de socios mandatarios, eran garantes de la mitad de este suma, y Pulman puso 200 florines.Ga naar voetnoot10 Sin embargo, el medio año que éste pasó en su ciudad natal fue un período triste. El 2 de septiembre falleció su padre, quien a su vez hacia mucho que habiá enviudado. Poco después murió también su hermana Adriana, viuda de Hendrik Coomans (el hermano y las otras dos hermanas de Pulman ya estaban muertos). El matrimonio Coomans dejó dos hijos tras sí, designándose a Pulman como tutor de los mismos.Ga naar voetnoot11 Pulman se llevó consigo a uno de ellos, Jan, de once años, en su viaje a España para que, de dependiente en la tienda, aprendiera el oficio de la venta de libros. Jan Coomans, más conocido con el nombre castellanizado de Juan Coman, se establecería independientemente en los años noventa, y junto con el anteriormente citado Artus Taberniel ocuparía un lugar importante en el mundo del libro de Salamanca. Pulman y su sobrino se embarcaron hacia finales de año y llegaron a Salamanca en el curso de febrero de 1582 vía Laredo y Medina del Campo. Los primeros meses se hospedaron en casa de otros. Pulman alquiló un local para la tienda a María de Neyla, viuda del impresor Juan María de Terranova.Ga naar voetnoot12 El 4 de agosto | |
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ocupaban, junto a un ama de llaves, vivienda, con tienda y almacén anejos, en o cerca de la parte norte de la Rúa Nueva, en la parroquia de San Isidoro. Por este edificio se debía pagar un alquiler anual de 400 reales. ‘El agente de Plantino’, como se conocía a Pulman en la ciudad continuó con éxito con la librería. La detallada administración de los años 1582-1584 da una buena idea de las actividades. Las partidas de libros le llegaban de Amberes con gran regularidad. El círculo de clientes se ensanchaba. Viajaba mucho, entre otros lugares a Madrid, en donde también tenía algunos clientes, y a Medina del Campo, donde recogía los envíos dirigidos a él y a su vez transfería sumas de dinero a Amberes. Asimismo, se desprende de la correspondencia de Plantino, y de algunos eruditos de España y de los Países Bajos (entre los que se encuentran Arias Montano, Andreas Schott, Abraham Ortelius y Justus Lipsius) que Pulman era para ellos una especie de contacto. A finales de 1584, al concluir el contrato de tres años, Pulman debía haber regresado a Amberes para hacer el balance y rendir cuentas. No obstante, partiría tan sólo a mediados de 1586 por segunda vez hacia su ciudad natal. Este aplazamiento de año y medio parece haber sido causado por los últimos acontecimientos en los Países Bajos y, en concreto, los de Amberes. En la ciudad del Escalda, que se había puesto del lado de los rebeldes frente al poder español, el calvinismo, desde 1579, había alcanzado una gran preponderancia, tanto en la vida eclesiástica como en el gobierno y en la sociedad. Fue asediada por las tropas de Alejandro Farnesio desde agosto de 1584 hasta agosto de 1585. Muchos comerciantes de confesión católica habían abandonado la ciudad, entre otros el socio de Pulman, Martín Pérez de Varrón, que junto con su suegro Luis Pérez había buscado refugio en Colonia durante el verano de 1584. Regresarían tan sólo pasado agosto de 1585, cuando los españoles, con Farnesio, recobraron el dominio de Amberes. También Plantino, al cabo el verdadero interesado en la sociedad entre Pulman y Varrón, se hallaba ausente mucho tiempo en esta época. El impresor, preocupado por los acontecimientos de Amberes, había abierto en abril de | |
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1583 una filial en la aún joven ciudad universitaria de Leyde, para salvaguardar el futuro de su empresa, dejando la dirección en Amberes a su yerno Franciscus Raphelengius y a Jan Moretus. Plantino no regresaría sino pasados dos años, tras la capitulación de Amberes. Parece que estas circunstancias eran para Pulman una razón bien fundada para permanecer en Salamanca año y medio más. Y al parecer, desde el punto de vista financiero, estaba en posición de salvar este período, en el que no podía ingresar en su cuenta de forma regular costes ni cargos. Pulman partió a finales de mayo de 1586 y llegó en julio a Amberes. El 13 de julio firmó el conforme del balance final de los años 1581-1584. Un día después, el 1 de agosto, cerró un contrato de sociedad con Jan Moretus, el recién mencionado yerno de Plantino. Pulman debería continuar los negocios en España por un período de cinco años. Moretus, que de hecho obraba en nombre de su suegro, aportó una suma de 4.313 florines (que representaba en parte el valor de las existencias de libros en la tienda salmantina), mientras Pulman invertía 1.000 florines en la empresa. Pulman se comprometía, entre otras cosas, a mantener una ‘bonne correspondance’.Ga naar voetnoot13 A finales de agosto partió hacia España. En enero de 1587 estaba de vuelta en Salamanca. En ésta, su segunda ciudad natal, donde ya había vivido y trabajado durante ocho años, permanecería hasta su muerte, alrededor de 1608. En su vida privada se produjo muy pronto un cambio importante: el domingo 14 de febrero de 1588 contraía matrimonio con Ana Rodríguez, de 16 años, hija del encuadernador Juan Rodríguez.Ga naar voetnoot14. Gracias a este matrimonio, del cual hasta la fecha de 1606 habían nacido once hijos, se asentó definitivamente en la ciudad. El y su mujer hacían con regularidad de padrino y madrina de los hijos de libreros, impresores y encuadernadores, a quienes a su | |
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vez invitaban para cumplir dicho papel con sus propios hijos. Los contactos sociales no se limitaban al mundo del libro: surgieron amistades también en los círculos de la universidad, de las profesiones liberales y de los oficios artesanales. Entretanto la librería continuaba como de costumbre. La Officina antuerpiense reponía las existencias regularmente, fundamentalmente con ediciones propias, en las que Pulman obtenía un 15% de descuento (entre 1579 y 1591 Pulman recibiría libros por un valor total de 18.000 florines o bien aprox. 80.000 reales). Con las ediciones plantinianas es con las que obtenía los mayores éxitos, como las diversas ediciones de la Biblia Latina en octavo, de la que nunca tuvo suficientes ejemplares para satisfacer a la demanda, las ediciones a pequeño formato de autores como Horacio y Virgilio, y tratados de los jesuitas Pedro Canisio y Francisco Coster (Costerus). Sin embargo, parece obvio que los negocios comenzaron a ir peor que en el período anterior. Ya en 1587, muy poco después de su regreso definitivo, Pulman se quejaba en sus cartas del estancamiento de las ventas. Además tenía un gran número de clientes morosos, y su familla crecía casi anualmente, lo que no contribuía a aliviar los problemas financieros. El resultado fue que la transferencia de dinero a Amberes era cada vez más dificultosa. Si bien Pulman enviaba inicialmente grandes cantidades regularmente, desde 1588 disminuyó drasticamente el número de pagos. Plantino y Moretus se vieron obligados repetidamente a recordarle a Pulman sus obligaciones. El tono de las cartas al respecto se volvió a la larga poco amistoso. Tras 1591, cuando al término del contrato el balance final arrojaba un gran déficit de 4.848 florines, y cuando Moretus, que tras la muerte de Plantino en 1589 había recibido la dirección de la empresa, fue presionado por los co-herederos para solventar este asunto, se observa en la correspondencia una gran irritación, e incluso desconfianza mutua. La deuda, que Pulman tras 1591 seguía teniendo, acabaría no saldándose nunca del todo, a pesar del hecho de que una parte de la misma le fue exonerada, y de que se acordó un procedimiento de pago para la suma restante. Sin embargo cabe preguntarse si | |
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verdaderamente la situación financiera de Pulman en el último período de su vida, cuando operaba como librero independiente, era tan poco boyante como hacen suponer las observaciones en sus cartas y su conducta a la hora de pagar. Pues es un hecho que entre 1592 y 1600 pudo permitirse el costear no menos de siete ediciones (entre las cuales algunos tratados médicos de Juan Bravo de Piedrahita y el texto definitivo de De los nombres de Cristo de Fray Luis de León), lo cual, por lo demás, le ocultó escrupulosamente a Moretus en sus cartas. ¿Era Pulman verdaderamente víctima del empeoramiento de la circunstancias económicas, tal y como él mismo se presentaba repetidamente, encubría un fracaso personal, o se había convertido, tras una experiencia de años en las diversas facetas de la profesión librera, en un hábil hombre de negocios que no mostraba todas las cartas en juego? Gracias al rico archivo de la firma Plantin-Moretus se está en posición de reconstruir en gran parte todos los quehaceres de un librero en España durante el último cuarto del siglo XVI. Los detallados inventarios de existencias que Pulman compuso en 1586, 1590 y 1592 nos ofrecen, junto a las listas de pedidos y envíos, una buena imagen de la demanda de libros en la ciudad universitaria de Salamanca: nos muestran cuáles eran los ‘bestsellers’ y cuáles se quedaban interminablemente en la tienda.Ga naar voetnoot15 Las listas de deudores nos ilustran en el tipo de gente que conocía el camino de la tienda de Pulman. La contabilidad refleja los aspectos comerciales y financieros de la librería, como los costes de transporte, y los del establecimiento de la tienda y el almacén. Además se hace referencia a los costes de manutención y ajuar, del alquiler, y los sueldos del ama de llaves y el dependiente, lo cual supone una contribución a la historia de los salarios y precios de la España de entonces. Por último, la correspondencia, junto a información sobre las penas y alegrías de la familia y los acontecimientos en la ciudad y el país, contiene gran número de detalles sobre la marcha de las cosas en la propia librería y toda clase de | |
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noticias sobre el mundo del libro. La investigación de las actividades del representante de la ‘Officina Plantiniana’, uno de los muchos extranjeros que supieron ganarse un sitio en el mundo español del libro, supondrá una contribución a la discusión sobre la gran dependencia en España del comercio editorial internacional y, más en particular, añadirá un capítulo a la historia de las relaciones entre el mundo editorial antuerpiense y aquel país durante el siglo XVI.
Traducción: Fernando García de la Banda |
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