Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd62. Richard N. GardnerEl profesor Richard N. Gardner tiene a su cargo la cátedra Henry L. Moses de derecho y organización internacionales de la Universidad Columbia, en Nueva York. | |
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de Estado para asuntos de organización internacional. En la actualidad es miembro de la junta de comisarios del Instituto de Adiestramiento e Investigación (unitar) de las Naciones Unidas. De 1970 a 1971 sirvió a la administración del presidente Nixon como miembro de la comisión de comercio internacional y política de inversiones. Sin duda alguna, Los límites del crecimiento es un importante primer paso. Es la primera vez que alguno ha tenido la osadía de enfrentarse al futuro en su conjunto, provisto de los más modernos instrumentos de previsión y análisis. Es ya claro ahora, particularmente a la luz de algunas de las críticas aparecidas en el estudio del Banco Mundial, que parte de su metodología y algunas de las hipótesis, sobre todo por lo que concierne a los recursos, pueden criticarse legítimamente. Pero incluso los autores del estudio del Club de Roma admiten que éste no es más que un muy imperfecto primer paso. Creo que cabría comparar a Aurelio PecceiGa naar voetnoot1 y Dennis Meadows con aquellos primitivos cartógrafos de los siglos xv y xvi que trataron de trazar el mapa del Nuevo Mundo. Ahora vemos que aquellos, mapas no fueron muy buenos, pero sí un útil comienzo. Podemos considerar al Club de Roma como el pionero de la geografía del futuro.
El ex secretario general de las Naciones Unidas, U Thant,Ga naar voetnoot2 manifestó, durante la entrevista que le hice, su extrema preocupación por el curso que siguen los acontecimientos.
Creo que todo ser humano sensitivo, consciente y enterado sólo puede enfrentarse al futuro con la más honda ansiedad. Sin género de duda, de seguir las cosas como ahora van, habremos de hacer frente a desastres de inimaginable gra- | |
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vedad, si no en este siglo, sí ciertamente en vida de nuestros hijos y nietos. Yo mismo, como miembro de la junta de comisarios de la unitar, el Instituto de Adiestramiento e Investigación de la onu, sometí una iniciativa a la consideración de éstas. La iniciativa consistió en fundar una comisión del futuro. Las debilidades y limitaciones del Club de Roma se deben en parte a que ese organismo está principalmente compuesto de europeos, norteamericanos y japoneses. Su base no es lo suficientemente amplia. Por consiguiente, se ha puesto en cuestión su legitimidad, especialmente en la América Latina, Asia y África. Mi labor en las Naciones Unidas se dirige en primer lugar a privar de fundamento a tal objeción, mediante la fundación de una comisión del futuro en la que estuviesen representadas todas las grandes culturas, religiones, ideologías y tradiciones intelectuales del mundo. Entonces nadie podría achacarle partidarismo. Además, nuestro estudio no se reduciría al del crecimiento y sus límites, sino que abarcaría otros tres campos más: desarrollo de las comunicaciones y la educación, tecnología (radiodifusión directa desde los satélites, computadoras, recuperación de información); desarrollo de las ciencias biomédicas (control de la natalidad y la mortalidad, selección del sexo, ingeniería genética) y tendencias a la enajenación y la participación (brecha generacional, actitudes de la juventud, el obrero de la cadena de montaje, la cultura de la droga, el aburrimiento, el problema de las minorías). Los ‘hombres sabios’ de esta comisión de la unitar mantendrían un estudio continuo de estos racimos de problemas, a los que quizá pudiéramos agregar uno o dos más. Cabría esperar que la comisión emitiese un informe el día primero de cada año, informe al que podría designarse ‘el estado del futuro’.
¿Cuáles han sido hasta ahora las reacciones en el seno de las Naciones Unidas a la proposición de este nuevo ‘tanque mental’, especialmente por parte de los países socialistas y los del tercer mundo?
La única respuesta honrada que le puedo dar al respecto es que no lo sé todavía. Debo aclararle que esta iniciativa sólo ha sido posible porque se tomó en la unitar, que es un organismo de las Naciones Unidas bastante insólito. La junta de comisarios de la unitar está integrada por personas que, como yo, sirven según su capacidad individual, | |
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como estudiosos individuales nombrados por el secretario general. Desgraciadamente, el representante soviético no asistió a las últimas reuniones, de modo que no conocemos sus opiniones. No tenemos representante de China, por la sencilla razón de que esta nación todavía no ha decidido nombrarlo. China ha dejado sin ocupar muchas de las plazas reservadas a ella en los consejos de las Naciones Unidas. Por lo que concierne a los países en desarrollo, los miembros de ellos procedentes han mostrado considerable entusiasmo por la idea. Naturalmente, sólo tendremos la prueba cuando se publique el primer informe y veamos las reacciones que suscita. Algunos gobiernos podrían manifestar algunas reservas al comienzo. Hubo personas que se opusieron al primer viaje de Cristóbal Colón. Hay personas que no desean saber de los futuros problemas, por cuanto ya están demasiado sugestionadas o fascinadas por los presentes. No veo por qué el interés en el futuro signifique en modo alguno un intento de soslayar los problemas del presente. Muy al contrario. Del estudio del curso que sigue esa nave espacial que es la Tierra resultará una preocupación mucho más intensa por los problemas de la pobreza, la guerra, la carrera armamentista, el ambiente y los muchos otros apremiantes problemas que asedian a la humanidad.
¿Espera usted que cuando este proyecto se ponga en marcha, lo que probablemente no ocurrirá sino hasta después de uno o dos años, ejercerá alguna influencia política y se llevarán a la práctica sus recomendaciones?
Ésta, evidentemente, es una cuestión muy importante. Déjeme explicarle brevemente el modus operandi. En la unitar habrá un pequeño cuerpo de expertos al servicio de esta comisión de dieciocho a treinta y seis ‘hombres sabios’.
¿Tendrá su sede en Ginebra o en el cuartel general de las Naciones Unidas?
Probablemente, en el centro de la unitar en Nueva York. Ese pequeño cuerpo de expertos permanecerá en contacto con los grandes centros de investigación de todo el mundo, algunos de los cuales se han organizado ya en un consorcio llamado fiiea, o sea, Federación Internacional de Institutos de Estudios Avanzados. Joseph Slater,Ga naar voetnoot3 presidente del Ins- | |
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tituto Aspen de Estudios Humanistas, fue quien tomó tan espléndida iniciativa. Son ya unas veinte las instituciones que han acordado comunicar regularmente una relación de lo que están realizando y qué conclusiones han desprendido del total de su trabajo. Con este material, la unitar preparará resúmenes y digestos. La comisión se reunirá una o dos veces al año, y quizá se subdivida en grupos y comités. En todo caso, una vez haya comenzado, publicará el primero de enero de cada año un informe sobre ‘el estado del futuro del hombre’.
¿Cuándo espera usted el primer informe?
Desearía poder decir que el primero de enero de 1974, pero usted sabe bien qué difícil es organizar estas cosas. Espero, pues, que sea el primero de enero de 1975. Mi esperanza es que los principales diarios del mundo, dado que no hay mucho que imprimir en esa fecha, dediquen dos o tres páginas a publicar las conclusiones del informe.
The New York Times; lo hará.
Sí, tengo algunos indicios de que lo hará. Cabría esperar que lo mismo hicieran el Post de Washington, Le Monde, el Corriere de la Sera, el Times de Londres...
Y el nuevo periódico de Roterdam, el Handelsblat.
...y espero que Izvestia y aun Pravda, publiquen resúmenes del informe. Veo esto como algo que podría captar la atención no sólo de la gente de adentro, intelectuales y estudiosos, sino de los líderes políticos y los poderosos del mundo. Se publicará como documento de las Naciones Unidas. Eso es lo bueno de la proposición, el que los miembros de la comisión sirvan a título personal, de acuerdo con sus capacidades, sin sujeción a limitaciones burocráticas por parte de la onu. Después será traducido a todas las lenguas oficiales de la onu y llegará a manos de todos y cada uno de los gobiernos del mundo. Mi esperanza radica en que usemos todos los medios de masas en la forma más imaginativa, de modo que puedan efectuarse seminarios transcontinentales por medio de los satélites de televisión, en los que algunas de esas espléndidas personas, que usted ha entrevistado para su libro, puedan debatir con regularidad las con- | |
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clusiones de los ‘hombres sabios’, en un intercambio intelectual mundial. Una de las tragedias de nuestro tiempo es la falta de intercomunicación entre muchos, de los expertos. Estamos afectados por una terrible intolerancia intelectual. Probablemente, la mitad de las personas que figuran en el libro de usted no se habla con la otra mitad. Si queremos que el mundo sobreviva, hemos de romper tales barreras. Mi esperanza es que este esfuerzo, emprendido y realizado de buena fe y, creo, en forma profesional e intelectualmente aceptable, ponga en marcha un proceso de discusión mundial acerca del futuro del mundo.
¿Cómo romper las barreras entre los intelectuales, aunque sólo fuera dentro de nuestro mundo opulento?
A mi parecer, el problema con muchos intelectuales -y no digo que esto sea aplicable a todos, ni siquiera a la mayoría, de las eminentes personas que han contribuido al libro de usted, sino, tal vez, a unas cuantas- es que han pasado toda su vida profesional envueltos por una atmósfera de ideas y sin mucha experiencia de la vida real, en virtud de lo cual no han sentido la necesidad de entenderse con otras gentes en situaciones humanas verdaderas. Me he formado como abogado y economista, pero fundamentalmente como abogado. Nosotros, los abogados, nos dedicamos a lo que gustamos llamar ‘eunomia’, la ciencia de los buenos arreglos. La ciencia de los buenos arreglos requiere que uno estructure constantemente las instituciones y procedimientos de modo tal que seres humanos con propósitos, actitudes y valores muy diferentes puedan en alguna manera acomodarse entre sí y hallar la forma de comunicarse con eficacia. Esto es lo que falta en el mundo de hoy. Tenemos hombres de extraordinaria inteligencia, a juzgar por su cociente intelectual, pero con poca experiencia vital y, a menudo, con escaso respeto a los hechos. Si los hechos no encajan en su teoría, los rechazan. Esto lo encontramos inclusive entre las personas más inteligentes, a las que suponemos conductores del mundo intelectual. Y si ésta es la actitud de personas de tan alta jerarquía, qué podemos esperar del hombre de la calle, cuando aquéllas, encerradas en su torre de marfil, se destruyen entre sí verbalmente y aferradas a sus disensiones, rehusan hablar unas con otras. Difícilmente podría presentarse esta actitud como ejemplo ante el mundo. | |
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Lo que siempre me ha sorprendido, durante la labor de preparación de mi libro, ha sido el observar que los políticos, aferrados a sus ideologías, sean incapaces de comunicación. Pero lo que más me ha decepcionado ha sido el ver que la misma actitud prevalece entre los científicos, o tal vez peor.
En cierto modo, está usted en lo justo.
Y las masas son las víctimas. Quiero decir que el verdadero manantial de humanidad es la víctima de esta inmadura e incivilizada conducta.
Veo a la humanidad en predicamento. Soy optimista por naturaleza, pero eso me hace sentirme pesimista en ocasiones. Nos aflige el egoísmo, no sólo el personal, sino el nacional. Y esto será lo que acabará por destruirnos. Muchos de los personajes eminentes tienen egos tan hipertróficos que su principal preocupación en la vida consiste en cercar un segmento de prado intelectual e impedir que nadie entre en él, cualesquiera que sean las consecuencias. Están dispuestos a sacrificar la verdad -tal vez no conscientemente, sino subconscientemente- a las exigencias de su ideología y de su ego. Es un error. Los auténticos grandes hombres de la historia, los grandes científicos, como Einstein, fueron personas modestas que constantemente revisaban sus ideas y escuchaban con respeto las opiniones de otros. ¿Qué ha ocurrido con la tradición de Einstein? ¿Qué clase de personas tenemos ahora? |