Debate sobre el crecimiento
(1975)–Willem Oltmans– Auteursrechtelijk beschermd
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35. Gunnar MyrdalGunnar Karl Myrdal nació en Gustafs, Suecia, en 1898. Estudió en la Universidad de Estocolmo, de la cual es ahora profesor de economía internacional. Es también director del Instituto Sueco de Estudios Económicos Internacionales y presidente de la junta directiva del Instituto Internacional de Estocolmo para Investigación de la Paz (sipri). En la conferencia de Estocolmo sobre el medio, en 1972, advirtió usted que el hombre finalmente habría de aceptar los límites del crecimiento y prepararse desde ahora para ello.
El problema es mucho más complicado de lo que piensan muchos, incluso su amigo holandés, Sicco Mansholt.Ga naar voetnoot1 Todas esas habladurías sobre soluciones planetarias y globales son puras patrañas. Cuando vemos la falta de igualdad a través del mundo, cuando vemos que los norteamericanos consumen el 40% de todas las materias que tenemos, hablar de problemas y soluciones globales es algo absolutamente insensato.
Tal vez, pero usted hizo sonar un serio aviso en favor de la limitación.
Claro que hay límites, pero nadie sabe mucho acerca de ellos. Todos los pretendidos hechos son sumamente controvertibles. Yo me opongo particularmente a tratar de esos pretendidos límites como si fuera un asunto definido, sin antes penetrar en modo alguno en la cuestión, mucho más urgente, de la desigualdad entre las naciones y en el seno de éstas. | |
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Usted aconsejaba la planificación obligatoria centralmente impuesta de todas las actividades económicas y humanas. Pero ¿cómo lograrla?
Eso es exactamente lo que estoy tratando de poner en claro. Nos enfrentamos a un problema administrativo de la mayor gravedad. Y, por supuesto, tenemos la cuestión política. Pero he escrito varios artículos sobre estos problemas, y me place que mis citas se tomen de mis obras escritas. Vuelvo a explicar estas cosas en un libro que estoy acabando en este momento, al que titulo Critical Essays on Economics.
Sí, pero yo no he volado hasta Estocolmo para resignarme a copiar lo que usted haya dicho en otras ocasiones. Me gustaría añadir un toque personal.
Muy bien. Le diré a usted lo que pienso de los modelos abstractos. En las últimas décadas, mis colegas, los economistas, han realizado un enérgico y perseverante esfuerzo para imitar lo que ellos creen que son los métodos de las ciencias naturales y construir modelos patentemente simplificados a los que con frecuencia se adereza con un tenue barniz matemático. Este género de construcción de modelos se ha ido extendiendo con rapidez a otras ciencias sociales, en las cuales, a su vez, los investigadores parecen querer emular a los economistas. Esto no obstante, debe quedar en claro que esta adopción de las formas no hace a las ciencias sociales realmente más ‘científicas’, si esta adopción de la forma no es adecuada a la realidad social y, por tanto, no utilizable para su análisis. Y precisamente por haber llegado al fondo de la realidad les ha sido posible a los científicos de la naturaleza el realizar descubrimientos, a menudo fundamentales, sin moverse de su mesa de trabajo, mediante la simple aplicación del razonamiento matemático a hechos y relaciones verificados. En nuestro campo de estudio, la moda cambia cíclicamente. Últimamente, el péndulo ha oscilado hacia la construcción de modelos abstractos, no sólo en los Estados Unidos sino en el resto del mundo. Sin embargo, preveo que dentro de diez o quince años el enfoque institucional volverá a estar en boga. Las recientes tentativas para emular los métodos, o más bien, la forma, de las ciencias naturales, más sencillas, se apreciará entonces como una aberración transitoria hacia la superficialidad y la inanidad. Mi razón para aventurarme a esta pre- | |
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dicción es que el estudio de los hechos y relaciones sociales obligadamente debe abarcar materias mucho más complejas, diferentes y fluidas que las representadas por parámetros y variables en modelos sumamente abstractos, en que queda sin explicar el comportamiento, sólo tomado en consideración en términos de agregados y promedios. A esto he de agregar varias cosas, a fin de que no se me entienda mal. Ciertamente, no tengo crítica que oponer contra los modelos en sí. Toda investigación científica ha de generalizar y, por tanto, simplificar. Lo único que importa es que la selección de los factores que hubieren de ser incluidos se haga de acuerdo con el criterio de pertinencia. Cuando los constructores de modelos económicos abstractos caracterizan su acceso como ‘cuantitativo’, en oposición al acceso institucional, al que ellos tienden a calificar de ‘cualitativo’, lo que hacen, por supuesto, es incurrir en un error de nomenclatura. Cuantificar el conocimiento es la finalidad evidente de la investigación científica, y el economista institucional, así como el más severo de los investigadores, propende con mayor rigor a trabajar con datos empíricos. Y si suele presentar menos cifras que los economistas ordinarios, particularmente por lo que concierne a los países subdesarrollados, lo hace porque los indaga y verifica con mayor rigor crítico. Mi tercer punto es una admisión. Pese a la muy común ausencia de un cuidadoso escrutinio de las hipótesis abstractas subyacentes y de los conceptos utilizados, es un hecho que los modelos econométricos, aun los de ‘tipo marco’ que abarcan un país entero, llegan a menudo a conclusiones pertinentes y resultan más útiles que la época en que Alfred Marshall denunció dicho método como falso. En los países desarrollados, el material estadístico es ahora más completo y fidedigno; pero no estoy seguro de que los datos estadísticos utilizados por el equipo del mit para Los límites del crecimiento fueran fácticos y correctos.
Dado que Los límites del crecimiento apunta a un cálculo global, y cabe considerar que dos tercios del planeta se encuentran en una fase de desarrollo, para decirlo benévolamente, ¿hasta qué punto considera usted fidedignos los datos relativos al tercer mundo en general?
En primer lugar, todavía es escasísimo nuestro conocimiento de las condiciones en que se encuentran esas naciones subdesarrolladas. Temo que muchos de los datos reunidos | |
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y de las montañas de cifras carezcan de valor alguno para el análisis de las realidades económicas, sin contar con que las insuficiencias de las categorías conceptuales utilizadas debieron de contribuir a graves deficiencias en el plano de las observaciones primarias. Aun por lo que concierne a los países desarrollados, sabemos ahora que los conceptos de producto o renta nacional brutos y su crecimiento son, para decir lo menos, bastante endebles. Dichos conceptos no toman en consideración el factor distribución. Existe una gran falta de claridad sobre lo que se supone que es el crecimiento, ni tampoco hay certidumbre en cuanto a si hay verdadero crecimiento en algún sentido o se trata meramente de la contabilización de los costos causados por diversos desarrollos indeseables. Casi nunca se toma en cuenta la absoluta o relativa inutilidad de despilfarro en el consumo o la inversión públicos o privados. En los países subdesarrollados, la ausencia de mercados efectivos en un gran campo de su economía y muchas otras dificultades conceptuales, peculiares a estos países, son factores adicionales. Por estas razones, y también por la extrema debilidad operativa de los servicios estadísticos, las cifras confiadamente citadas en la bibliografía en relación con el ingreso o el producto nacional bruto, sin duda han de considerarse casi sin valor, cuando se refieren a países en desarrollo. Déjeme que le diga esto: el arquetipo de un modelo teórico del crecimiento es aquel en que el producto agregado está relacionado con la inversión física mediante la razón capital/producto. Diseñado originalmente como instrumento teórico para tratar los problemas del estancamiento o la inestabilidad económicos en los países desarrollados, este modelo unifactorial se aplica a los problemas de desarrollo de las naciones subdesarrolladas, patentemente distintos. El enfoque capital/producto ha ganado popularidad, después de la guerra, entre los economistas, en virtud de que varios estudios realizados en países occidentales habían revelado una estrecha relación entre la inversión física y el crecimiento económico. En realidad, durante cierto tiempo, la razón capital/producto vino a ser considerada como correlativa de las constantes que habían posibilitado el progreso del conocimiento del universo físico mediante razonamiento matemático puramente abstracto. Sin embargo, en años recientes, estudios más intensivos del crecimiento económico de algunos países occidentales altamente desarrollados han revelado que, aun en ellos, sólo en parte cabía explicar el crecimiento económico por la in- | |
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versión en capital físico. Si bien las estimaciones de la porción residual explicada varían grandemente, en general sostienen la opinión según la cual esa porción inexplicada es considerablemente mayor que la parte del crecimiento económico explicable por la inversión de capital.
¿Diría usted que el método de Forrester y Meadows, que hace uso de computadoras y se utilizó para preparar el informe publicado por el Club de Roma, es prometedor?
Para el planeta en conjunto no creo que sea un método muy útil, pues como recalcaba antes, nuestros problemas no son mundiales, en el sentido simple que les dan los del mit. Claro está que no debemos subestimar las grandes ventajas de las modernas máquinas manipuladoras de datos para estudiar nuestras crisis y enigmas. Pero las cuestiones y problemas deben definirse claramente. Deben precisarse con claridad, y no expresarse con palabras de sentido vago o totalmente erróneas. Estas máquinas mágicas nunca devuelven más de lo que se les entrega. A lo único que me opongo rotundamente es a la ingenua creencia en la posibilidad de resolver problemas mediante hipótesis necias, supuestos erróneos. No se va a parte alguna con conceptos equivocados e información patentemente inadecuada.
¿Cree usted que los científicos de la naturaleza quieran y puedan ejercer más presión sobre las autoridades políticas y la opinión pública en favor de un uso más prudente del medio?
Espero que sí lo harán. Por supuesto, todos los científicos deben hacerlo.
Las asociaciones obreras internacionales está ahora explorando caminos para neutralizar el poder de los patrones transnacionales. En otras palabras, los medios para liberarse de las decisiones que buscan el provecho individual, en menoscabo de los intereses de la sociedad, del hombre y del medio.
No he estudiado este asunto suficientemente y en detalle. En teoría, la respuesta habría de ser, claro está, que un gobierno mundial tendría que ejercer sobre todos los habitantes del mundo el mismo control que ahora ejercen sobre sus connacionales los gobiernos y parlamentos de cada país. | |
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Marx advirtió que cuanto mayor es la producción inútil, mayor es el número de personas inútiles.
Creo que es una idea tonta. Hemos de poner fin a esta situación en que tantos trabajadores carecen de empleo, cuando necesitamos tanta gente para cuidar de los ancianos y de los niños, para trabajar en problemas sanitarios, etcétera.
Pero no puede negarse que, en las modernas plantas industriales, los trabajadores enferman y se fatigan por culpa del trabajo que se les ordena efectuar.
Si, es cierto. El trabajo, por supuesto, puede ser muy placentero. Sucede, sin embargo, que las demandas salariales y la tecnología presionan sobre los obreros de la moderna industria en muy diferente estilo. Y esto ha de cambiar. La Volvo, por ejemplo, está abandonando la línea de montaje. Actualmente estamos por fin encontrando que no existe antagonismo entre el crecimiento económico y las reformas igualitarias del moderno estado benefactor. Hace algunos decenios, la mayoría de los economistas -algunos todavía ahora- sostenían la teoría de que la igualación costaría dinero, no sólo a los estratos de mayores ingresos, sino a todos, por sus repercusiones sobre el crecimiento económico de la nación. Pero la verdad es que las reformas benefactoras han sido realmente productivas. El hecho de que el crecimiento económico no se haya hecho más lento, sino acelerado, en esta época de reformas sociales radicales, por ejemplo, en Suecia, confirma en sentido general esas conclusiones. Las reformas redistributivas han aumentado el ingreso de los necesitados y, en general, no han disminuido el de las clases superiores, ni siquiera han obstaculizado su aumento. En términos generales, la distribución relativa del ingreso, y en particular, de la riqueza, no ha cambiado mucho, a pesar de haberse acentuado la progresividad de los impuestos y de haber realizado costosas reformas redistributivas en favor de los estratos de menores ingresos. Nos damos cuenta ahora de que gran número de reformas, por ejemplo, la tendencia a la nacionalización de la atención médica y el cuidado de los niños, se han traducido en una fuerte elevación de la productividad. Además, un elemento de primordial importancia para el desarrollo del moderno Estado benefactor es la amplitud de oportunidades para los jóvenes en el campo de la educación. La vieja sociedad en que prevalecía la desigualdad tuvo su más sólida base en el | |
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monopolio de la educación superior por las clases altas. Ahora, este monopolio está en vías de desaparecer rápidamente en todos los países ricos donde existe un estado democrático benefactor. Este desarrollo se halla en la misma línea que el interés por la elevación de la productividad en la nueva era tecnológica. Estos procesos políticos, económicos y sociales parecen avanzar a paso acelerado en todos los países ricos.
A juzgar por lo que ha escrito usted, diría que no es usted optimista ni pesimista, sino que se mantiene en una posición intermedia tendiente al realismo.
No se trata de una posición intermedia. El optimismo y el pesimismo son desviaciones. Lo justo es el realismo, que no conduce al derrotismo, pues cuando las cosas se presentan oscuras, uno ha de tener el valor de contribuir al cambio del mundo. Todo científico debe sostenerse sobre parecida base. ¿Por qué si no habría yo de trabajar en mis libros, cuándo podría llevar una vida placentera, con vino y abundancia? Sigo trabajando y escribiendo porque tengo la fe que es la base de todo estudio académico. En último término, el conocimiento es una fuerza liberadora. Las ilusiones, particularmente las de índole optimista, son siempre peligrosas. Ésta es la fe que sostiene al hombre de estudio.
Pero para ser creador hay que tener fe en la humanidad.
Exactamente eso era lo que estaba tratando de explicar a usted. Ésa es la fe de toda obra académica. |